Con el advenimiento del segundo período presidencial de Álvaro Uribe, los medios de comunicación han venido publicando noticias sobre la manera como el Presidente ha decidido reorganizar la estructura del poder político en el gobierno y las posibles causas y consecuencias políticas de esta reorganización. Las noticias que se refieren a la asignación de cuotas burocráticas para los partidos políticos miembros de la coalición uribista son las que mayor curiosidad despiertan en la opinión pública.

Después de analizar el manejo mediático de este tema, es visible que existe una confusión por parte de los medios acerca de lo que implica políticamente ser ministro, embajador o director de alguna agencia o departamento del Estado en términos de poder político. Los periodistas y columnistas que han abordado el tema se lanzan a hacer cábalas sobre el futuro político de los anunciados nuevos ministros y de los futuros embajadores y directores de agencias y departamentos de importancia para el gobierno.

En efecto, el presidente Uribe ha decidido ambientar el nombramiento de dos ministros en las carteras más importantes para este gobierno. Se trata de Carlos Holguín (director del Partido Conservador), en el Ministerio del Interior y de Justicia y Juan Manuel Santos (director del Partido de la U) en el Ministerio de Defensa. Dos nombramientos más han sido anunciados: el de Juan Lozano (del Partido Cambio Radical) en el Ministerio de Vivienda y Desarrollo Territorial y María Guerra en el Ministerio de Comunicaciones (no representa a ningún partido).

Desde la definición de ministro, se pueden aclarar algunas de las dudas sobre el poder político que ostenta esta figura. Ministro, en su raíz latina ministru significa servidor. Luego la conclusión del ojo mediático que apunta a restarle poder político a la figura y restarle altura a los ministerios, señalándolos como trampolín político es más bien el punto de partida del análisis y no el de llegada.

Me referí a los medios de comunicación antes, pero quisiera dejar en claro que esta polémica tiene relevancia política única y exclusivamente en el plano de la opinión pública. Partiendo del carácter de subordinación y obediencia al Presidente, el ministro, según su desempeño será más o menos reconocido dentro de la opinión pública. Esto último no está relacionado con su importancia estratégica dentro de las políticas de gobierno ni con el poder político efectivo en el juego macro político.

Dos vías de análisis surgen teniendo en cuenta lo anterior. La primera, que apunta a comprender la interpretación que de esos nombramientos hacen los tres principales partidos miembros de la coalición uribista y lo que los medios de comunicación han llamado la “repartición burocrática”. La segunda vía apunta a la estrategia política de los nombramientos teniendo en cuenta la plataforma programática del gobierno Uribe y el futuro como tal del uribismo a mediano y largo plazo en el panorama político colombiano.

Recorriendo la primera vía, los partidos políticos miembros de la coalición uribista pueden entender los nombramientos del jefe del Partido Conservador y del jefe del Partido de la U en las dos carteras prioritarias, como una parte de la estrategia política del ejecutivo para influir al legislativo en su relación con la aplicación de la ley de bancadas. En breve, lo que se puede leer en esta primera parte del recorrido es una ampliación y consolidación del poder ejecutivo en su relación con la ley de bancadas y los nuevos nombramientos estratégicos.

No se trata entonces de un acercamiento de hecho a los regímenes parlamentarios como lo han planteado algunos medios escritos.

De otra parte, algunos miembros del Partido de la U, por ejemplo se apresuraron a declarar la poca importancia y el riesgo político que implica el Ministerio de Defensa para los planes futuros de su líder (Juan Manuel Santos). Lo que no pueden desconocer es la manera como este nombramiento afecta la agenda programática del partido y su relación con otras carteras y agencias estratégicas aún sin novedades anunciadas desde el ejecutivo. En el Partido Conservador se respira satisfacción y se esperan aún más nombramientos que favorezcan su representación en el gobierno Uribe. En cuanto a Cambio Radical, la representación de Juan Lozano en el Ministerio de Vivienda y Desarrollo Territorial produce sobre todo incertidumbre y expectativa en cuanto a su importancia teniendo en cuenta el cargo de procedencia del señor Lozano.

Si se observa la realidad de las posiciones de los jefes de los principales partidos uribistas en el mapa político del gobierno, se concluye que existe un viraje en la estrategia del Ejecutivo. Un viraje más político-estratégico, que busca fortalecer a sus partidos, facilitar la materialización de sus políticas y consolidar el poder adquirido con mentalidad prospectiva. Es necesario añadir la lectura jerárquica que se le debe dar a los ministerios, agencias y departamentos administrativos de gobierno según las ideas y valores de la coalición uribista y del Presidente mismo. Cabría preguntarse hasta qué punto el Presidente y los partidos políticos que lo apoyan comparten los mismos ideales y valores. Encontrar puntos de disenso puede ser parte de la tarea de la oposición.

Los ministerios que garantizan las funciones del Estado han sido definidos por el gobierno Uribe dentro de una visión neoliberal, concentrándose en el aparato administrativo y de control. En ella, los ministerios que controlan poder militar, jurídico, administrativo y de medios de comunicación son prioritarios. Los ministerios que se ocupan de los temas sociales como Educación, Salud, Agricultura, Comercio e Industria, aún reposan en la expectativa sobre sus cambios y jerarquización dentro de las políticas del gobierno actual. Lo que se puede entender hasta ahora es una continuidad en las ideas y valores principales que mueven al uribismo y un movimiento más estratégico que busca generar consensos y estabilidad a mediano y largo plazo entre sus partidos políticos.

En la segunda vía de análisis, el anuncio del nombramiento de Juan Lozano en la cartera de Vivienda y Desarrollo Territorial, priorizándole al lado del nombramiento de los jefes del Partido de la U y el Partido Conservador en los Ministerios de Defensa y del Interior respectivamente, revela una intención de darle mayor importancia al tema del desarrollo, la infraestructura y la vivienda en la agenda gubernamental. Por lo tanto, la capacidad de gestión del partido Cambio Radical será de alguna manera puesta a prueba en este Ministerio donde puede haber mayor libertad frente al ejecutivo que en los Ministerios del Interior y de Defensa.

Hago énfasis en el aspecto ilusorio de la relación del poder político de los nuevos ministros y su relación con el ministerio en el que han sido asignados. La ilusión radica en el carácter volátil del poder adquirido o perdido mediante la opinión pública (el ejemplo de Nicolás Sarkozy en Francia ilustra esta ilusión). Son entonces los temas y prioridades programáticas que tendrán que materializar estos altos funcionarios del gobierno los que deben importar para un análisis político estratégico. Los principales jefes de la coalición uribista están distribuidos de esta forma: Partido de la U en el Ministerio de Defensa, Partido Conservador en el Ministerio del Interior y Partido Cambio Radical en el Congreso. Es posible intuir por esta distribución los objetos de debate importantes: los temas relacionados con la ley de justicia y paz, el desarrollo de la estrategia de seguridad democrática y las reformas que tengan que ver con la reelección de alcaldes y gobernadores en lo inmediato.

Es importante, también, entender la estrategia de cada partido político dentro de la coalición uribista. Mientras que algunos se disputan posiciones solo dentro del aparato de gobierno, otros partidos buscan ubicar a sus miembros en posiciones claves tanto dentro como fuera de la estructura gubernamental. Es el caso de Cambio Radical, el cual posee radio de influencia marcado en el Congreso por la presencia de su jefe, al mismo tiempo que busca presencia en otras ramas del poder público como la contraloría con la candidatura de Carlos Medellín y el gobierno mismo con la participación de Juan Lozano en el Ministerio de Vivienda y Desarrollo Territorial. Esto evidencia una estrategia distinta a la del Partido de la U o del Partido Conservador.

Parece ser que las ideas y valores del uribismo se encarnan y tienen nombre propio para el nuevo período que afronta el gobierno Uribe. Ahora, ¿Qué espacio le corresponde a la oposición ante esta estrategia? ¿Cómo quedará definida la estrategia del gobierno en torno a su nuevo gabinete?, ¿Cómo será su relación con los funcionarios que controlarán la gestión del gobierno y la relación con los parlamentarios que busquen ejercer el control político? Los recientes anuncios de nombramientos son un indicio de la formación propuesta por el gobierno para hacer frente a los nuevos desafíos, entre ellos la capacidad de movimiento y el poder político de la oposición. Pero estos anuncios representan apenas un señuelo de reconocimiento justamente de esa opinión pública que corresponde apenas a un grado del saber y del conocimiento político. Aunque muy útil en política, la opinión puede en ocasiones inclinar la balanza de un debate hacia el prejuicio, la resemblanza, la probabilidad y la paradoja en detrimento de lo verdadero y necesario.

No obstante, quedan aún muchas cartas por destapar y considero que el grueso de la estrategia estará en los nombramientos que aún faltan al igual que en las ratificaciones y los cambios en algunos mandos medios de especial importancia, tanto en la estructura del gobierno como en la de los partidos que lo acompañan. Asimismo no se puede perder de vista el cambio y destino de funcionarios claves para la pasada administración Uribe y su relación en el mediano plazo con los planes del gobierno. Lo que queda claro hasta el día de hoy es que el mapa político-estratégico esta siendo configurado. Esperamos lograr interpretarlo correctamente en sus dimensiones de poder político efectivo en el mediano y largo plazo.