En tanto el Tribunal
Electoral del Poder Judicial de la Federación, máxima instancia
para calificar la elección presidencial, ha recibido las
impugnaciones de la Coalición por el Bien de Todos respecto a los
comicios del pasado 2 de julio, el gobierno del presidente
norteamericano George Bush ha hecho una seria advertencia al
candidato aparentemente ganador en los conteos preliminares,
Felipe Calderón, a quien había manifestado su indebido
reconocimiento: el jefe de la Casa Blanca podría "reconsiderar" su
posición si se produce un "ajuste" en los resultados.

La declaración del vocero de Bush, Toni Snow, a unas horas de
haber comenzado el proceso para el análisis de las reclamaciones
de la coalición que sostiene la candidatura de Andrés Manuel
López Obrador, constituye una clara manifestación de la postura
de sumo juez de la política mexicana y confirma su pretensión de
injerirse en los asuntos internos de los países latinoamericanos
que así lo permitan.

La disposición manifiesta de un posible cambio en el
reconocimiento de Bush hacia el candidato del Partido Acción
Nacional es, en la práctica, una admonición a Felipe Calderón por
unas expresiones que éste habría externado en contra de las
medidas del gobierno de Washington para intensificar la vigilancia
en la frontera con México con el fin de limitar el paso de
trabajadores indocumentados hacia territorio estadounidense,
consistentes en el incremento de la presencia de contingentes de
la Guardia Nacional y la construcción de cercas en la línea
limítrofe de tres mil kilómetros entre ambos países.

"Calderón no tenía ninguna autoridad oficial" para juzgar "sobre
actividades del gobierno de Estados Unidos", dijo Snow. En las
expresiones vertidas a la prensa, el vocero de la Casa Blanca hace
sentir la autoridad que el presidente Bush se arroga para intervenir
en el proceso electoral mexicano.

Snow recuerda que Bush habló por teléfono desde su avión con
Felipe Calderón, en una breve charla para felicitarlo por su triunfo
en los comicios, con base en los datos proporcionados por el
Instituto Federal Electoral. Cuestionado sobre si la felicitación no
había sido precipitada, afirmó que el presidente Bush había
procedido así "sobre la base de que la comisión electoral lo había,
de hecho, declarado presidente".

López Obrador, el candidato de la coalición izquierdista integrada
por los partidos de la Revolución Democrática, Convergencia y del
Trabajo, así como muchos sectores políticos, han criticado las
proclamas del triunfo de Calderón aun antes del término del
proceso electoral, que deberá culminar con la decisión del Tribunal
Federal, instancia que tiene un plazo hasta el 6 de agosto próximo
para hacerlo. En tanto, la Coalición por el Bien de Todos ha
presentado impugnaciones sobre irregularidades en unas
cincuenta mil de las más de 130 mil casillas de votación del
pasado 2 de julio, que involucran a los 300 distritos electorales.

Las inconsistencias en las actas de la votación y en los datos
adelantados por el Instituto Federal Electoral en el programa de
conteo rápido que siguió a la elección y en el recuento de los 300
distritos, configuran hechos que justifican la apertura de los
paquetes electorales para el recuento voto por voto de los más de
41 millones de sufragios emitidos, reclaman el candidato de la
Coalición y organismos que lo apoyan.

El vocero Snow negó el apresuramiento de Bush al felicitar a
Calderón, quien, dijo con una expresión de los usos
norteamericanos para la asunción del poder, "todavía no está
juramentado". Aun así, el presidente Bush manifestó a Calderón
un reconocimiento que para la corriente derechista del partido que
lo postula y para la administración derechista de Vicente Fox, es
fundamental por provenir de la gran potencia norteamericana.

La posición apuntada por el vocero de la Casa Blanca se
considera, así, como una advertencia a Calderón sobre lo que será
la relación con Washington en caso de convertirse en presidente
de México: no se permitirá crítica alguna a la política en materia
migratoria, rigidez que, se entiende, constituye una determinación
de obtener la plena subordinación en otros importantes asuntos del
trato bilateral.

La relación entre Estados Unidos y México ha tenido, a través de
la historia, momentos difíciles por la injerencia en la política interna
de este país. En 1847, el gobierno norteamericano llevó a la
práctica el proyecto del presidente James Polk para apropiarse de
una buena parte del territorio mexicano mediante una guerra que
culminó con los oprobiosos tratados que cercenaron más de la
mitad del país.

En 1913, en los hechos conocidos como la Decena Trágica, el
entonces embajador de estados Unidos, Henry Lane Wilson,
promovió y financió el golpe de Estado que derrocó al presidente
Francisco I. Madero, el primero elegido en las urnas después de
la dictadura de Porfirio Díaz, y quien fue asesinado junto con el
vicepresidente José María Pino Suárez.

En 1914, el gobierno de Woodrow Wilson ordenó en plena
Revolución la invasión militar que mantuvo ocupado el puerto de
Veracruz. Otros episodios de injerencia norteamericana fueron las
amenazas de una nueva intervención militar cuando en el gobierno
de Plutarco Elías Calles, en 1927, el gobierno de Washington
presionaba para impedir la aplicación de la ley del petróleo,
finalmente expropiado por el presidente Lázaro Cárdenas en 1938.

Fuente
Alai-Amlatina

ALAI AMLATINA, 11/07/2006