Sin embargo, esta unidad puede hacerse frágil si este partido se entrampa en aquellos campos programáticos que, siendo minoritarios y por la sensibilidad que despiertan, parecieran ser la gran brecha que separa las expresiones de la izquierda, ocultando muchos otros puntos que siendo mayoritarios, pueden solidificar dicha unidad y que son invisibles ante la opinión pública.

Los resultados electorales para la conformación de la Junta Nacional, escrutado el 94% de los votos, dan por ganadora a la lista que agrupa a los seguidores de Luis Eduardo Garzón, pese a que éste no asistió al Congreso. La segunda fue la que aglutina el Senador Gustavo Petro, y las siguientes en su orden fueron las correspondientes al Partido Comunista, el Moir, La unidad Democrática del Senador Avellaneda y a los seguidores de Angelino Garzón.

Este orden de resultados puede verse de otra manera cuando se aplica la cifra repartidora a los votos y se nota que de acuerdo al número de curules que ganó cada lista, se esbozan por lo menos tres grandes tendencias.

Los luchistas, quienes con 73 curules -y siendo más homogéneos- no se dan por bien servidos, pues al ser la lista con más figuras (senadores y ex senadores), al parecer, no obtuvo el resultado esperado. A esta tendencia seguramente se le suman los 8 delegados que salieron elegidos bajo el nombre de Angelino Garzón, actual gobernador del Valle y quien tampoco asistió al evento.

Los de la anterior Alternativa Democrática, aunque quedaron rezagados en votos, al definir el número de curules, no les fue tan mal; siempre y cuando se mantengan unidos, ya que entre el Partido Comunista, el MOIR y UD logran tener 70 representantes en la Junta Nacional.

Y la tercera corresponde a los seguidores del Senador Petro, los cuales sacaron 59 representantes y quienes tiene la tarea de trabajar muy duro para tratar de articular fuerzas tan disímiles dentro de su esta tendencia; ya que de ella hacen parte, intelectuales, antiguos representantes del PDI y Alternativa y delgados de movimientos sociales y comunitarios.

De seguir así, la tendencia en los resultados -si se tiene en cuenta que a hoy solo se había escrutado el 94% de los votos- se puede concluir que lo que se dará el PDA es un buen juego de ajedrez que será ganado por quien tenga la habilidad de seducir al adversario y propinarle las jugadas necesarias para mantenerlo controlado.

El luchismo no puede cantar victoria y deberá ver a Gustavo Petro como un aliado, como un ex integrante del fenecido PDI, si no quieren que termine por hacer alianza con Alternativa y otro sea el rumbo que tome este nuevo partido.

Así, la unidad está por terminar de construirse en la nueva Junta Nacional, considerando que muchas son las cosas que van a ser decididas en el naciente órgano de dirección debido a que se presentaron disensos en la plenaria del Congreso.

El tema electoral es una de ellas, asunto sensible para candidatos, senadores y las bases del propio partido. La nueva junta tendrá que sortear el debate de si el PDA mantiene la estrategia de crecimiento que hasta hoy ha logrado a través de las consultas abiertas para cargos del ejecutivo o si termina cerrándolas, con lo que limitaría su identidad como partido de masas.

Asimismo, una política de alianzas para decidir, entre otras cosas, si prospera la resolución que veta la participación en el partido de personas que en el 2006 hayan apoyado la candidatura de Alvaro Uribe Vélez y que deseen ser candidatos a nombre del PDA, lo cual daría para algunos mayor identidad y para otros restaría capacidad de crecimiento ante la crisis del proyecto uribista.

De otro lado, el tema del conflicto armado –que resulta igual de sensible-, sobre el cual ya existe consenso sobre la salida negociada; sin embargo, aún queda por definirse la manera cómo deba ser tratada la insurgencia en Colombia de cara a la negociación de la paz.

Como lo dice la declaración política, el Congreso ratificó el programa de unidad, en el que se resaltan iniciativas que pueden catapultar al PDA y que pueden solidificar la unión. Entre ellas está la propuesta de elevar un referendo para declarar el agua como bien público y derecho fundamental, como lo han hecho países como Uruguay y Bolivia. O continuar en el cuestionamiento a la crisis ética del proyecto uribista y su grupo de seguidores sobre el cual el PDA tiene bastante prestigio moral para expresarse, en tanto, históricamente ha sido víctima del fenómeno de la narcopara-política.

En síntesis, unidad habrá para rato, pero deberá ser cultivada y morigerada con decisiones en el ámbito programático que estén por fuera de las dos grandes tensiones existentes que puedan aumentar la confianza y la capacidad de éxito alcanzado hasta el momento.

Este artículo fue publicado en la página web del IPC: www.ipc.org.co