En Colombia existen 84 pueblos indígenas. ¿Cuántos van a sobrevivir, digamos, los próximos 50 años?

Luis Évelis Andrade: Espero que sean todos. Pero estoy muy preocupado respeto a los 18 pueblos que están en alto riesgo de extinción como por ejemplo los Nukak Makú, los Siriano o los Amorúa. Son pueblos de muy bajo número de población, y es más que incierto si pueden resistir a la gran presión que pesa sobre los indígenas en este país. Son muchos las dificultades que tenemos que enfrentar.

¿Cuál es la más grave?

Uno de los problemas más grandes es el conflicto armado. No sólo sufrimos de la violación de los derechos humanos y del derecho humanitario internacional que lleva a asesinatos y desapariciones de líderes indígenas así como a reclutamientos forzados. La guerra destruye también nuestro tejido social y debilita nuestro proceso organizativo. Además hay regiones en las que pueblos enteros están condenados a morirse por desnutrición o falta de atención médica debido al bloqueo a los alimentos y a los medicamentos que se hace por parte de los grupos armados, en especial el ejército y los paramilitares.

¿Cuáles son los actores que más violan los derechos humanos?

Todos cometen atrocidades en contra de los indígenas. Pero hemos detectado que más del 80 por ciento de las violaciones son de responsabilidad del Estado – por acción y omisión. Éste lleva una guerra silenciosa contra nosotros.

¿Qué interés persigue con esto?

La violación de nuestros derechos, las amenazas, los asesinatos selectivos y la destrucción de nuestros lugares sagrados y de nuestra cultura están estrechamente ligados a la lógica económica neoliberal. Muchos territorios indígenas – sobre todo los de la Amazonía – son ricos en minerales, petróleo, biodiversidad y recursos maderables. Por esta razón, a los sectores económicos asociados al Estado colombiano y al gobierno actual no les interesa que sigamos superviviendo y reclamando nuestros derechos, ya que esto sólo complicaría la explotación de dichos recursos. Se aprovechan del conflicto para extinguir y despojarnos de nuestros territorios.

Según su descripción, los grupos indígenas están a merced de los intereses del Estado y del orden económico internacional, venga lo que venga. ¿Qué pasa con los derechos que les garantiza la Constitución del 1991?

Es cierto que Colombia es reconocida a nivel internacional como un país con una Constitución y una legislación muy avanzada en relación con los derechos de los grupos indígenas. Entre otras cosas, la Constitución considera a los indígenas como sujetos políticos, sujetos de identidad y sujetos de derechos colectivos y reconoce gran parte de sus territorios como resguardos. Sin embargo, en la realidad, todo esto no vale mucho. Cuando vemos nuestra realidad social y económica, nos damos cuenta de que somos los más excluidos y discriminados del país. La Constitución simplemente no se ha aplicado - ni en lo referente a la participación y a la inclusión política de los pueblos indígenas, ni en cuanto a la consulta previa que tienen que realizar tanto el Estado como las empresas que se proponen realizar proyectos en nuestros territorios. Y tampoco se han hecho realidad las entidades territoriales indígenas. Lo que encontramos son más bien retrocesos ya que ha habido una serie de reformas legales que van en contravía de la Constitución.

¿Tales como?

Las multinacionales están incidiendo para que se revisen las leyes que reconocen los derechos territoriales y los recursos naturales de los indígenas, entre otras cosas. El Tratado de Libre Comercio conllevaría, por ejemplo, a una serie de ordenamientos jurídicos supranacionales relacionados con los recursos forestales, hídricos y mineros que supeditarían la Constitución y desde los que se deslegitimarían nuestra lucha y nuestras reclamaciones.

¿A qué se debe el poco respeto a la Constitución?

Sobre todo a la falta de voluntad de la elite política y económica. Esto se manifiesta claramente en el hecho de que el Estado colombiano y su gobierno se oponen a la firma dela Declaración Universal de los Derechos Indígenas en el marco de las Naciones Unidas y también en el orden interamericano.

¿Es la élite colombiana racista?

Sí, existe una actitud racista. La élite tiene una mentalidad excluyente, etnocéntrica y discriminatoria. Simplemente no quiere que los pueblos indígenas y otros sectores de la población colombiana como los afro-descendientes tengan las mismas posibilidades de desarrollo, de llegar a contribuir en el direccionamiento y la reconstrucción de este país. Nos reprochan que somos arcaicos y que constituimos una amenaza para la democracia y la seguridad. Pero la exclusión no sólo se debe al racismo, sino también a intereses económicos.

¿Cuáles?

El tema de la inclusión política y social de los indígenas está estrechamente vinculado con la revisión del modelo de desarrollo económico del país, que no sólo se hace desde los intereses nacionales, sino sobre todo respondiendo a intereses particulares e internacionales. No hay voluntad por parte de la actual élite de cuestionar este modelo. No entiende que, si se quiere una democracia verdadera y un país más igualitario, justo y pacífico, no se puede seguir penetrando los territorios indígenas y viéndolos como las despensas de donde se pueden extraer los recursos naturales sin ninguna inversión social, sin mitigación de los impactos ambientales, sociales y culturales.

Usted crítica fuertemente a la élite colombiana. ¿Es la única explicación para la situación grave de los indígenas o deben éstos también asumir cierta responsabilidad?

No solo debemos ser críticos, sino también autocríticos. Uno de los grandes obstáculos que tenemos que enfrentar es que en los últimos años ha habido un debilitamiento organizativo, una especie de dispersión del movimiento indígena que se debe, entre otras cosas, a que en algunos casos los intereses personales y de liderazgo han sido más importantes que los intereses del movimiento indígena en su conjunto.

¿Qué estrategia persigue la ONIC para mejorar las condiciones de los pueblos indígenas?

Tenemos que fortalecer nuestras estrategias de incidencia para que tanto a nivel nacional como internacional se tomen decisiones que sean favorables para nosotros.

¿Cómo?

Por un lado, es necesario que los pueblos indígenas se revisen internamente para fortalecer sus procesos organizativos, su dirección y su proyecto político. Y por el otro, tenemos que buscar alianzas con distintos sectores que sean congruentes y consecuentes con nuestra causa en el orden nacional e internacional.

¿Con qué sectores?

Con los movimientos sociales, con los movimientos agrario-campesinos, con todas las expresiones urbanas que están pensando en un país distinto y posible, con las comunidades afros, con la academia y con los partidos políticos que aspiran a un cambio. Entre todos, tenemos que construir una fuerza política que aglutine el querer del pueblo colombiano a tener un país distinto, respetuoso de las diferencias étnicas y regionales, con un modelo económico que genere condiciones para que todos tengamos una vida digna, y con un sistema político en el que realmente haya participación.

¿Es esta propuesta viable dada la gran heterogeneidad de los sectores que usted menciona?

Creo que sí. Tal vez no mañana, pero a mediano plazo. Tenemos que madurar políticamente y estar concientes de que perseguimos la misma causa, los mismos objetivos estratégicos – a pesar de las diferencias existentes. Si logramos hacer este paso, los distintos sectores sí podrían confluir en una fuerza política con posibilidades de acceder al poder.

¿Qué alianzas busca a nivel internacional?

Tenemos que contar con aquellos sectores en Estados Unidos, Europa y África que están en pro de sociedades mucho más incluyentes, pluralistas y ecológicas, es decir con ONG, sindicatos, movimientos sociales, ambientalistas, y antiglobalizadores y hasta con partidos políticos que estén dispuestos a respaldar un proceso de transformación en nuestro país directamente o a través del ejercicio de presión sobre sus gobiernos y el intercambio de experiencias.

¿Qué espera de la cooperación internacional al desarrollo?

Debe empezar a considerar la situación de los pueblos indígenas como prioritaria a resolver, pero no desde la perspectiva de la cooperación, sino desde la perspectiva de las necesidades y las aspiraciones de los mismos pueblos. La alianzas a nivel internacional pueden contribuir mucho a que se alcance este objetivo.

Bolivia, Ecuador y Guatemala tienen movimientos indígenas fuertes con una gran capacidad de incidencia política. ¿Puede la ONIC aprender de ellos en su lucha por los derechos de los pueblos indígenas colombianos?

Para nosotros, estos movimientos son un ejemplo a seguir. No obstante, no podemos simplemente imitar sus estrategias porque en estos países hay una gran mayoría de población indígena, mientras que en Colombia ocurre todo el contrario. De acuerdo al actual censo del Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas sólo somos el 3 por ciento de la población. Así que lo que los indígenas en Bolivia, Ecuador y Guatemala logran por la parte numérica, nosotros tenemos que alcanzarlo a través del aumento de la calidad de nuestra lucha.

¿En qué sentido?

Tenemos que definir un proyecto político que no sólo es válido para los indígenas, sino que puede ser considerado como una propuesta para todo el país, como un propuesta que contribuye a la transformación de la sociedad colombiana así como a la superación de los enormes problemas que existen aquí.

¿Ya tienen tal propuesta?

Tenemos mucho que aportar a la sociedad en todo lo que tiene que ver con el manejo y la resolución de conflictos así como la convivencia con la naturaleza. Esto no es un pensamiento antiguo o romántico, sino que se cementa en un conocimiento profundo del ser humano y de su entorno natural.

¿Hay planes más concretos?

Queremos que se generen relaciones distintas a las de la explotación, la dominación y la subyugación entre países pobres y desarrollados. Además, no puede ser que en este país sólo se piensa en regalías y las grandes ganancias de las empresas, con una pobreza y una miseria creciente para los pobladores de las zonas de donde se extraen los recursos naturales. Por esta razón, los indígenas planteamos la nacionalización de estos recursos o por lo menos la asignación de una mayor proporción de las ganancias de las multinacionales al Estado colombiano.

Sus ideas combaten los intereses de importantes sectores económicos y políticos. ¿Cómo reaccionan éstos frente a las iniciativas de los indígenas?

Tanto sectores oficiales como sectores no oficiales, como por ejemplo empresas multinacionales, tratan de obstaculizar nuestra lucha a través de la exclusión, la cooptación, la intimidación o el paramilitarismo. Además, hay una fuerte tendencia de deslegitimizar el movimiento indígena.

¿Cómo?

A nivel nacional, el gobierno nos reprocha, entre otras cosas, que estamos aliados con el terrorismo y que nos oponemos al desarrollo.

¿Y a nivel internacional?

El gobierno ha montado toda una estrategia publicitaria para mostrar una realidad aparentemente positiva en el país, con todos los conflictos sociales y armados resueltos. Si la comunidad internacional asume esta perspectiva mentirosa, nuestra situación se va a complicar mucho. Para impedir este escenario, es absolutamente necesario que definamos unos diálogos entre la cooperación internacional, los gobiernos y los sectores sociales de los países desarrollados para mirar con mayor crítica lo que está pasando en Colombia.

La ONIC es un actor incomodo para muchos sectores. ¿En vista de la violencia en Colombia, tiene miedo que le podría pasar algo?
Estoy conciente de que mi cargo es riesgoso y a veces sí siento miedo. Pero si no asumimos el riesgo, no vamos a poder mantener vigente nuestra lucha. Quienes se dejan llevar por el miedo, salen derrotados totalmente; y aquí no estamos para salir derrotados, aquí estamos para luchar y si es necesario entregar nuestra vida.

Contacto: portavoz@ilsa.org.co

La ONIC – defensora de la unidad, tierra, cultura y autonomía de los indígenas

· La Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC) surgió en 1982 como resultado de un consenso de las comunidades y pueblos indígenas colombianos reunidos en el I Congreso Indígena Nacional. Desde su creación, la ONIC ha abanderado diversos procesos de lucha de los territorios indígenas de Colombia. Según la página web de la organización (www.onic.org.co) las afectaciones del desarrollo capitalista indiscriminado, la imposición de políticas estatales en detrimento de los valores culturales, el desconocimiento de los derechos territoriales y culturales integrales, la violencia y el genocidio sistemático institucional y de los actores armados contra las etnias, entre otras cosas, han sido las motivaciones fundamentales de los pueblos indígenas para organizarse y pelear por sus derechos bajo los cuatro principios “Unidad, Tierra, Cultura y Autonomía”.

· En noviembre de 2007 se realizará el próximo Congreso Nacional de los pueblos indígenas de la ONIC con el fin de reacomodar el movimiento indígena, ajustar su plataforma política y la organización. “Vamos a darle a la ONIC un nuevo aire, una posición y una misión renovada de tal manera que siga jugando un papel importante en la defensa de los derechos de los indígenas”, dice Luis Évelis Andrade.

· La plataforma de lucha de la ONIC abarca los siguientes temas: 1) defensa de la autonomía indígena; 2) defensa de los territorios indígenas y recuperación de las tierras usurpadas, propiedad colectiva de los resguardos; 3) control de los recursos naturales situados en territorios indígenas; 4) impulso a organizaciones económicas comunitarias; 5) defensa de la historia y cultura, así como de las tradiciones indígenas; 6) educación bilingüe y bicultural bajo el control de las autoridades indígenas; 7) recuperación e impulso de la medicina tradicional y exigencia de programas de salud acordes con las características sociales y culturales de las comunidades; 8) exigencia de la aplicación de la Ley 89 de 1980 y demás disposiciones favorables a los indígenas (la Ley 89 hace aportes fundamentales a la protección y conservación de los pueblos indígenas y sus territorios y establece que las comunidades indígenas tienen pleno derecho a organizar Cabildos de acuerdo a sus formas de organización tradicional); 9) solidaridad con las luchas de otros sectores; 10) aplicación de las conclusiones de los Congresos de la organización.

· En Colombia habitan 84 grupos étnicos. Su diversidad cultural se refleja en la existencia de más de 64 idiomas y unas 300 formas dialectales. Según un estudio del Departamento Nacional de Estadística, realizado luego del Censo de 1993 y con ajustes a 1997, la población indígena asciende a 701.860 personas que tienen presencia en 32 departamentos del país, especialmente en aquellos de selva tropical húmeda.

Correo de Contacto: schiess@ilsa.org.co