Muchos analistas indican que la recesión ya se produjo y lo que se trata de evitar es una recesión de magnitudes considerables; según algunos sería la mayor desde la gran depresión de los años treinta del siglo pasado.

A ese escenario mundial se le añade en Colombia la crisis andina: Ya comenzaron a sentirse en el país las restricciones venezolanas impuestas previamente a la grave crisis diplomática con Ecuador y Venezuela de fines de febrero, que con la mediación del Grupo de Río y de la OEA pareció desactivarse pero que aún no termina de solucionarse. La limitación venezolana a la importación de vehículos (se prevén otras) indujo a las fábricas colombianas a programar paralizaciones y desempleo. El control que la Guardia venezolana impuso temporalmente causó desabastecimiento en la frontera y productores colombianos de alimentos y confecciones celebraron la consiguiente devaluación implícita a su favor.

¿Qué viene? Aunque la recesión estadounidense sea ligera, la menor demanda: 1) reducirá sus importaciones e inducirá menores precios de materias primas; 2) aumentará el desempleo estadounidense y, por consiguiente, llegarán menos remesas a Colombia; 3) alimentará la intranquilidad bursátil y se darán menores ingresos de capitales en Colombia (seguridad por encima de rentabilidad). Este escenario se agravaría considerablemente si finalmente se desencadena una crisis con Ecuador y Venezuela, que parecería haberse conjurado por ahora. Venezuela y Ecuador significan mercados para las exportaciones colombianas nada desdeñables de 5 mil y 3.5 mil millones de dólares, respectivamente.

Por otro lado, si la OPEP y la crisis en medio-oriente continúan, lo cual es completamente previsible por lo menos durante 2008, la oferta petrolera no aumentará y los precios petroleros continuarán elevados y crecientes. Ello mantendrá atractiva la producción de bio-combustibles y, consecuentemente, los precios de los alimentos continuarán elevados y crecientes.

Mejor dicho, en 2008 Colombia experimentaría una inflación similar o mayor a la de 2007 y, por lo menos, una desaceleración importante respecto al importante crecimiento económico de 7.5% logrado en 2007. En 2009 podría llegar a una recesión si se agudizan la situación estadounidense y/o la crisis andina.

En cualquiera de esos escenarios, para evitar caídas notables en la producción y las exportaciones, con un déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos cercano al 4% del PIB, y, más aún, para lograr una menor dependencia de situaciones internacionales cíclicas, se requiere construirle destinos a las exportaciones no tradicionales haciéndolas competitivas. En realidad no importa a dónde.

Sin embargo, con la tasa de cambio y la tasa de interés actuales es imposible. La tasa de cambio colombiana es de la más revaluadas en el mundo y como afirma el Presidente de la Empresa Bavaria (El Tiempo 2/12/2007) las tasas de interés colombianas son “brutales.”

Una tasa de cambio tan revaluada como la colombiana reduce notablemente los ingresos de los productores que exportan o compiten con importaciones. Una tasa de interés tan elevada como la colombiana incrementa considerablemente los costos de los mismos. De tal manera, al actuar simultáneamente comprimen los márgenes de rentabilidad de los productores, en algunos casos incluso haciéndolos negativos, con lo que se les reducen las posibilidades de competir en el mercado internacional e incluso en el nacional con productores de otras latitudes que no experimentan situación similar; por ejemplo, los chinos o los vietnamitas para mencionar a los más competitivos.
Algunos aseguran que la solución para alcanzar competitividad y construir nuevos destinos a esa producción son los tratados de libre comercio con Estados Unidos, Europa e incluso la misma China. Nada más alejado de la realidad. Los casos mexicano o canadiense son ilustrativos. Con tratado de libre comercio vigente desde hace más de una década y vecindad inmediata con Estados Unidos no han podido evitar su desplazamiento comercial por China.
Como ilustraban las noticias: “Sin formar parte del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) ni tener los beneficios de sus socios, a fines de 2007 China desplazó a Canadá como el principal proveedor de mercancías a Estados Unidos, como hizo con México por el segundo puesto desde 2002.”

Ningún TLC puede compensar tasas de cambio y tasas de interés fuertemente no competitivas habida cuenta que, primero, en el caso de los países andinos las preferencias arancelarias que implicaría ya han sido otorgadas unilateralmente por los Estados Unidos desde hace más de una década gracias al ATPDEA. Segundo, no hay forma de que un tratado de libre comercio, en un mundo de aranceles relativamente reducidos, resuelva una aguda falta de competitividad de la tasa de cambio y las tasas de interés.

Por lo tanto, es urgente: 1) Reducir la tasa de referencia del Banco de la República para inducir una reducción en las tasas de interés comerciales. 2) Permitir una devaluación importante de la tasa de cambio. 3) Reducir aranceles y liberalizar el comercio para reducir el impacto inflacionario de la devaluación (mayores precios internacionales y mayor tasa de cambio sobre-compensarán a los agricultores.)

La inflación colombiana del 2007, y la de casi todo el mundo, fue inducida por los precios internacionales de alimentos y energía. ¿Para qué, entonces, reducir la demanda colombiana con tasas de interés elevadas? ¿Para inducir recesión doméstica… sobre una recesión mundial?