Fuentes israelíes intoxican actualmente a los medios de prensa occidentales con el anuncio de un ataque israelí contra un convoy militar sirio que transportaba armas para el Hezbollah libanés. Según esos informaciones, se trataba de misiles Sam-7 o de armas químicas ya listas para ser utilizadas.
En realidad, la aviación israelí bombardeó un centro sirio de investigación ubicado en Jemraya, en las afueras de Damasco. El ataque tuvo lugar en la tarde del miércoles 30 de enero de 2013.
Pero no había allí ni Sam-7 ni armas químicas. La destrucción de varios misiles Sam-7 hubiese provocado explosiones visibles desde la capital siria mientras que la destrucción de armas químicas listas para ser utilizadas (o sea, con sus componentes ya mezclados) habría provocado una verdadera catástrofe.
Una fuente oficiosa siria indicó a la Red Voltaire que el Ejército Árabe Sirio ocupó hace varios días cierta cantidad de equipamiento israelí altamente sofisticado utilizado por los Contras. Ese equipamiento fue trasladado al centro de investigación bombardeado por la aviación israelí, donde debía ser desmontado y analizado.
Es probablemente ese equipamiento lo que los israelíes quisieron destruir, para evitar que fuese enviado a Rusia o Irán.
De hecho, comandos terrestres del Ejército «Sirio Libre» (ESL) lanzaron contra el mencionado centro de investigación un primer ataque, que fue rechazado. Y la aviación israelí sólo intervino posteriormente para concretar la misión que los Contras no habían logrado cumplir.
Los aviones israelíes violaron para ello el espacio aéreo del Líbano, volando a muy baja altitud, y aparecieron por detrás del Monte Hermón pero sólo penetraron por muy poco tiempo en el espacio aéreo de Siria.
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