Provoca extrañeza la prisa con la que los países miembros de la Unión Europea declararon que toman “muy en serio” las conjeturas del Gobierno británico sobre la supuesta participación de Rusia en el incidente trágico que tuvo lugar en la ciudad de Salisbury.

Pese a los intentos de los miembros de la Unión Europea de observar un equilibrio, la declaración del Consejo de Asuntos Exteriores de la UE del pasado 19 de marzo sobre el tema se basa en la versión británica de lo sucedido y, por consiguiente, es igualmente especulativa e infundada. El documento no dice nada de que Gran Bretaña renunció a enviarnos cualquier información sobre el caso, a llevar a cabo una investigación conjunta del incidente, a cooperar en formato bilateral en el marco de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ) o a través de la Organización, en general, y bloqueó la propuesta rusa de aprobar en el Consejo de la Seguridad de la ONU una declaración de su Presidente con el llamamiento a todas las partes a cooperar para establecer la verdad. Los Ministros de Exteriores de la UE omitieron la información de que Londres no había presentado los resultados de la investigación a sus socios y ni siquiera a los parlamentarios británicos encabezados por el líder del Partido Laborista, Jeremy Corbyn.

El Consejo de la UE desestima el hecho que Rusia había destruido todas sus reservas de armas químicas. La OPAQ lo confirmó en 2017. ¿Se puede calificar eso como desconfianza que sienten la UE y Gran Bretaña hacia esta organización internacional? No tenemos nada que “presentar”, como nos exige la UE, en Rusia no se fabrican ni se almacenan las sustancias tóxicas novichok. Es posible que la UE tenga que exigirlo a la propia Gran Bretaña y varios otros países comunitarios que por lo visto continúan desarrollando tales sustancias. Se recomienda a los socios europeos a empezar con la organización de una visita al laboratorio gubernamental que fabrica las armas de destrucción masiva en la ciudad británica de Porton Down situada a pocos kilómetros de Salisbury.

Además, antes de ayudar a Londres a exacerbar la histeria en los medios de comunicación en torno al “caso de Serguéi Skripal”, los países miembros de la UE deberían entender los motivos de sus colegas británicos. Todos dicen que Londres está dispuesto a recurrir a cualquier astucia para distraer la atención de los británicos de los fracasos en las negociaciones con la UE sobre las condiciones del Brexit. El alboroto suscitado en los medios de comunicación locales en relación con un envenenamiento misterioso de dos compatriotas nuestros en las mejores tradiciones de la “caza de espías” bien podría usarse con estos fines. Es posible que en Londres hayan decidido que, al asegurarse el apoyo de los socios de la UE, será más fácil conseguir que la discusión vaya en la dirección necesaria en la reunión del Consejo de la UE programada para los próximos 22 y 23 de marzo en el curso de que se preveía, al inicio, centrar la atención en las negociaciones entre Gran Bretaña y la UE.

Lamentamos que la UE, pasando por alto tales consideraciones y los hechos evidentes, se haya dejado de nuevo llevar de la rienda por las consideraciones de “solidaridad europea” interpretadas erróneamente y los reflejos antirrusos acumulados. Esta situación no hace el honor a la política exterior de la Unión Europea.