El secretario de Estado estadounidense Mike Pompeo acaba de realizar un viaje oficial al Líbano, ‎donde se reunió con los principales líderes políticos y militares. Casi todos mantuvieron frente a ‎Pompeo el mismo lenguaje, el de la unidad nacional, lo cual es una novedad en los ‎últimos 30 años de política libanesa y desde el fin de la guerra civil que asoló ese país.‎

Pero Mike Pompeo se empeñó en terminar su visita con la lectura de un comunicado ‎estremecedor durante lo que debería haber sido una conferencia de prensa conjunta con el ‎ministro libanés de Exteriores, el cristiano Gebran Bassil. ‎

En ese encuentro con la prensa, Pompeo no se refirió al Hezbollah como una red de resistencia ‎contra el ocupante israelí sino que lo presentó como una «milicia» de mercenarios «al servicio ‎de Irán» que, según él, oprime a los libaneses. También cuestionó la participación del Hezbollah ‎en la vida política del Líbano (el Hezbollah dispone de 12 escaños en el parlamento y cuenta ‎‎3 ministros en el actual gobierno) y acusó a ese movimiento de ser «responsable» de la ‎inestabilidad en toda la región (lo cual incluye Palestina, Siria, Irak y Yemen) «en detrimento del ‎pueblo libanés». ‎

El secretario de Estado afirmó que Irán dedica anualmente 700 millones al Hezbollah mientras ‎que Estados Unidos ofrece al Líbano 800 millones al año. Seguidamente expresó regocijo ante ‎las dificultades financieras del Hezbollah y anunció que Washington fortalecerá sus ‎presiones para privarlo de recursos. ‎

Pompeo concluyó exhortando a los libaneses a conquistar su «independencia» ante esos ‎‎«terroristas», lo cual puso fin de inmediato al encuentro con la prensa. ‎

El Hezbollah surgió en momentos en que Israel ocupaba militarmente Beirut y el sur del Líbano. ‎Ese movimiento se lanzó entonces a la lucha y obligó Israel a retirarse del Líbano, con excepción ‎de las llamadas Granjas de Shebaa. ‎

Durante la invasión israelí de 2006, el Hezbollah logró rechazar a las tropas israelíes. ‎Desde entonces, gracias al apoyo mayoritario que ha sabido ganarse en un país ‎constitucionalmente dividido en comunidades religiosas, el Hezbollah ejerce de facto ‎responsabilidades en el seno del Estado libanés, situación públicamente formulada en la consigna ‎‎«El ejército, el pueblo y la Resistencia». A pesar de las acusaciones en su contra, el Hezbollah ‎siempre ha sido cuidadoso en cuanto a mantener una estricta separación entre su lucha armada ‎contra el enemigo israelí y su acción política en el escenario nacional, por lo cual ‎nunca ha recurrido a las armas frente a otras organizaciones libanesas.‎

Durante la agresión occidental contra Siria, el Hezbollah participó en la lucha contra los yihadistas ‎extranjeros que intentaban derrocar la República y que ponían en peligro la coexistencia religiosa ‎en Líbano. ‎