Ante el coronavirus, afirma el Mando de las Fuerzas de Estados Unidos en Europa (US European ‎Command o EuCom), «nuestra primera preocupación es proteger la salud de nuestras fuerzas y ‎de nuestros aliados», y seguidamente anuncia haber redimensionado en cantidad de soldados el ejercicio ‎‎Defender Europe 2020… pero lo mantiene. ‎

El EuCom anunció el 16 de marzo que «desde enero el ejército de tierra estadounidense ha ‎desplegado, desde Estados Unidos, 6 000 soldados en Europa», con 12 000 unidades de ‎armamento –desde armamento personal hasta tanques pesados– y que «se ha completado el ‎movimiento de soldados y equipamiento desde diversos puertos hasta áreas de entrenamiento ‎en Alemania y en Polonia». Además de las tropas y el armamento provenientes de ‎Estados Unidos también participarán en el ejercicio «9 000 soldados estadounidenses ‎acantonados en Europa». ‎

El objetivo declarado de Estados Unidos es «desplegar en Europa una fuerza de combate creíble ‎como apoyo a la OTAN»… por supuesto, contra la «agresión rusa». Pero el verdadero objetivo ‎‎–como ya escribíamos hace 2 meses y medio [1]– es instaurar una situación de tensión alimentando la impresión de que Europa ‎está amenazada. ‎

Sin embargo, el escenario del ejercicio en preparación simplemente nunca podría producirse en la ‎realidad, sobre todo porque un verdadero enfrentamiento armado entre la OTAN y Rusia sería ‎inevitablemente de naturaleza nuclear. Es ese el verdadero escenario para el que se entrenan las ‎tropas de Estados Unidos… en Europa. ‎

Así lo confirma el general estadounidense Tod D. Wolters, jefe del EuCom, cargo que ostenta al mismo tiempo que el de Comandante Supremo de las fuerzas de la OTAN en Europa. ‎El 25 de febrero de 2020, durante una audiencia ante el Senado de Estados Unidos, el general ‎Wolters declaraba que «las fuerzas nucleares, garantía suprema de la seguridad de los aliados, ‎respaldan toda operación militar estadounidense en Europa». Eso significa que el ejercicio ‎‎Defender Europe 2020, además de implicar una enorme fuerza militar convencional (no nuclear), ‎también implica fuerzas nucleares. ‎

El 18 de marzo se anunció que 2 bombarderos estratégicos estadounidenses B-2 Spirit de ‎ataque nuclear –que son parte de la «Fuerza de Tareas» que llegó de Estados Unidos el 9 de ‎marzo– despegaron de Fairford, en Inglaterra, para cumplir misiones de entrenamiento sobre ‎Islandia y el Atlántico Norte junto a 3 cazas F-35 de Noruega. Estos dos tipos de avión están ‎preparados para utilizar las nuevas bombas nucleares (estadounidenses) B61-12 que ‎Estados Unidos desplegará próximamente en Italia y en otros países europeos. ‎

El general Wolters dejó claro –ante el Senado de Estados Unidos– el papel de las fuerzas nucleares ‎estadounidenses en Europa. Cuando la senadora Deb Fischer le preguntó su opinión sobre ‎no ser el primero en recurrir al arma nuclear, el general respondió: ‎

«Senadora, yo apoyo una política flexible de primera utilización.»

O sea, el hombre que tiene en sus manos el armamento nuclear de Estados Unidos y de la OTAN ‎en Europa declaró oficialmente que apoya, basado en un criterio «flexible», ser el primero en ‎utilizar ese armamento para un ataque nuclear sorpresivo. ‎

Ante esa declaración tan grave, que debería llevar a los generales rusos a poner el dedo sobre ‎el botón nuclear, hubo un completo silencio de los gobiernos, de los parlamentos y de los ‎grandes medios de prensa de Europa. ‎

En la misma audiencia, el general Wolters afirmó que «desde 2015, la alianza atlántica ha puesto ‎énfasis sobre todo en el papel de las capacidades nucleares» y que «el Mando de ‎Estados Unidos en Europa apoya plenamente las recomendaciones, contenidas en la ‎Nuclear Posture Review 2018, de desplegar el misil balístico de baja potencia W76-2». ‎

Sin embargo, la ojiva nuclear de baja potencia W76-2, ya instalada en misiles desplegados en ‎submarinos –como anunció el Pentágono el 4 de febrero de 2020–, puede instalarse también en ‎misiles balísticos terrestres desplegados al borde del territorio “enemigo”. ‎

Ese artefacto es particularmente peligroso ya que, como recalcan importantes expertos ‎estadounidenses, «armamentos nucleares de potencia menor favorecen la tentación de ser ‎el primero en utilizarlos y pueden llevar a los comandantes a ejercer presión para que se utilice la ‎bomba atómica en un ataque, partiendo del principio que las secuelas radioactivas serían ‎limitadas». En vez de reducir el peligro, es como lanzar una cerilla en un polvorín. ‎

Fuente
Il Manifesto (Italia)

[1«Llamado a las armas, ‎la OTAN movilizada en dos frentes», por Manlio Dinucci, Il Manifesto (Italia), Red Voltaire, 20 de ‎enero de 2020.