El 22 de enero de 2021 es un día que pudiera pasar a la historia como un viraje decisivo hacia la ‎liberación de la humanidad de un tipo de armamento que –por primera vez– podría borrar la ‎especie humana de la faz de la Tierra. Es el día de la entrada en vigor del Tratado de la ONU ‎sobre la Prohibición de las Armas Nucleares. Pero, por desgracia, también pudiera ser el día de la ‎entrada en vigor de un tratado destinado, como otros anteriores, a no ser más que un pedazo de ‎papel sin valor. La posibilidad de lograr la eliminación de las armas nucleares depende, ‎en realidad, de todos nosotros. ‎

‎¿Cuál es la situación de Italia y qué tendríamos que hacer para contribuir a que se alcance el ‎objetivo de un mundo libre de armas atómicas? Italia, país formalmente no nuclear, viene ‎permitiendo desde hace décadas que Estados Unidos despliegue sus armas nucleares en ‎suelo italiano –actualmente se trata de las bombas atómicas del tipo B61, que serán ‎reemplazadas próximamente por las B61-12, todavía más mortales. ‎

Italia es también uno de los países que –según la OTAN– «proporcionan a la alianza [atlántica] ‎‎aviones equipados para portar bombas nucleares, sobre las cuales Estados Unidos mantiene el ‎control absoluto, y personal entrenado para ello». Además, es muy posible que se instalen en ‎suelo italiano los misiles nucleares de alcance intermedio (similares a los “euromisiles” de los ‎años 1980) que Estados Unidos está fabricando desde que salió del Tratado INF, que prohibía el ‎despliegue de tales misiles. ‎

Italia viola así el Tratado de No Proliferación Nuclear, ratificado en 1975, donde se estipula en ‎su Artículo II que:

  • «Cada Estado no poseedor de armas nucleares que sea Parte en el Tratado ‎se compromete a no recibir de nadie ningún traspaso de armas nucleares u otros ‎dispositivos nucleares explosivos ni el control sobre tales armas o dispositivos ‎explosivos…»‎

Al mismo tiempo, Italia rechazó en 2017 el Tratado de la ONU sobre la Prohibición de las Armas ‎Nucleares –boicoteado públicamente por los 30 países miembros de la OTAN y por los 27 países ‎de la Unión Europea–, documento donde se estipula:

  • «cada Estado parte que tenga armas nucleares u otros dispositivos explosivos nucleares ‎en su territorio o en cualquier lugar bajo su jurisdicción o control que otro Estado tenga ‎en propiedad, posea o controle velará por la rápida remoción de esas armas lo antes ‎posible…»‎

Italia, siguiendo los pasos de Estados Unidos y la OTAN, se opuso a este Tratado desde la ‎apertura misma de las negociaciones, iniciadas en 2016 por decisión de la Asamblea General de la ONU. Estados Unidos y las otras dos potencias nucleares de la OTAN (Francia ‎y Reino Unido), los demás países de la alianza atlántica y sus principales socios –Israel (único ‎país poseedor de armas nucleares en el Medio Oriente), Japón, Australia y Ucrania– votaron ‎en contra. ‎

Las otras potencias nucleares (Rusia, China –que se abstuvo–, la India, Pakistán y Corea ‎del Norte) también expresaron opiniones contrarias al Tratado. ‎

Como un eco de Washington, el gobierno italiano incluso definió el ‎futuro Tratado como «un elemento fuertemente divisor que puede hacer peligrar nuestros ‎esfuerzos en favor del desarme nuclear». ‎

El gobierno y el parlamento italianos son por lo tanto corresponsables del hecho que el ‎Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares –aprobado en 2017 por la gran mayoría de la ‎Asamblea General de la ONU y que entra en vigor con 50 ratificaciones– haya sido ratificado ‎hasta ahora en Europa sólo por Austria, Irlanda, la Santa Sede, Malta y San Marino, gesto ‎ciertamente meritorio pero insuficiente para dar fuerza al Tratado. ‎

En 2017, mientras Italia rechazaba en la ONU el Tratado sobre la Prohibición de las Armas ‎Nucleares, más de 240 parlamentarios italianos –en su mayoría del Partido Democrático y del ‎Movimiento 5 Estrellas–, entre ellos el actual ministro de Exteriores Luigi Di Maio, ‎se comprometían solemnemente –firmando el llamado del ICAN (siglas de International Campaign ‎to Abolish Nuclear Weapons)– a promover la incorporación de Italia a dicho Tratado. Pero en 3 años no han movido ni un dedo en ese sentido. ‎

El hecho es que a través de posturas demagógicas, pero también abiertamente, el Tratado de la ‎ONU para la Prohibición de las Armas Nucleares está siendo boicoteado en el parlamento por ‎prácticamente todo el espectro político italiano, que –con alguna rara excepción– está ‎de acuerdo en amarrar Italia a la política, cada vez más peligrosa, de la OTAN, oficialmente ‎convertida en «alianza nuclear». ‎

Todo esto debe ser recordado en días como la Jornada de Acción Mundial organizada en ocasión ‎de la entrada en vigor del Tratado de la ONU contra las armas atómicas, celebrada por los ‎militantes del ICAN y de otros movimientos antinucleares con 160 actividades, principalmente en ‎Europa y en Norteamérica. Esto debe convertirse en una movilización permanente y creciente, en ‎un amplio frente, en todos los países y a nivel internacional, para imponer la adopción de las ‎decisiones políticas necesarias con vistas a alcanzar el vital objetivo del Tratado. ‎

Fuente
Il Manifesto (Italia)

Traducido al español por Red Voltaire a partir de la versión al francés de Marie-Ange Patrizio