En la larguísima como complaciente entrevista que le hacen en Correo dos colegas al señor Alan García Pérez encuentro una referencia que pretende parangonar a éste con Haya de la Torre. Que se sepa Víctor Raúl comulgó siempre con la honestidad material, intelectual y espiritual, murió en casa fraterna pero ajena y nunca pudo endilgársele dineros mal habidos o controvertidos. Su mandato, casi siempre desde las plazas y las multitudes, fue un recado del corazón del pueblo, sin prescripciones hechizas ni mangoneos como viene ocurriendo desde hace algunos lustros.

Aunque disguste a alguna gente incapaz siquiera de columbrar cualquier tipo de aporte, Víctor Raúl creó una doctrina y una estructura política. Acaso los fundamentos empiecen a resentir el paso acelerado de los años y no exista remozamiento por falta precisamente de ideólogos o intelectuales de fuste y la maquinaria aprista esté orientada hoy tan sólo al copamiento de curules, puestos edilicios y acaso a una administración más que no cuestione el status quo sino que lo mantenga tal como está siempre enriqueciendo a los ricos y estupidizando a los pobres. Pero el Perú giró en torno a la peripecia vital de un hombre de los quilates de Haya durante más de cincuenta años.

¿El Perú depende de la opinión o acción de García Pérez? El es importante en la medida en que no provoque inquietudes en el perverso diseño que atenaza al Perú en un mundo globalizado. Siempre y cuando esto se mantenga, es decir conserve, AGP tiene una chance, aún no muy clara, de volver a Palacio. Pero el camino a Palacio se compra con oro o se conquista con fusiles. Deviene obvio que los que tienen dólares y oro saben hacia adonde apunta la "paz social" sin revueltas y con "estabilidad jurídica". Así las Camisea, Lima Airport Partners, Mataranis, Yanacochas, Manhattans, las tierras en la Selva, el Alto Chicama, seguirán siendo lo que son: filones riquísimos para que otros se la lleven fácil. El silencio conveniente del señor García en estos temas como en muchos otros es abominable.

¿Es posible imaginar otra naturaleza de acción que la puramente electoral -y señaladamente personal- en Alan García? ¡De ninguna manera! La estrategia del señor García apunta a un asunto en singular: la presidencia y nada más. ¿El pueblo?: un buen pretexto; ¿el partido?: el vehículo por excelencia. He allí una tragedia para un partido que alguna vez fue la esperanza revolucionaria de un vastísimo sector del pueblo peruano, ha trocado tan sólo en una herramienta de las pasiones del señor García Pérez.

Por tanto, la diferencia entre Haya de la Torre y García es monumental. Víctor Raúl -como humano que era- pudo haber cometido yerros -y acaso muy torpes- pero su anhelo libertario y humanista fue hasta emulado en el exterior por movimientos políticos que se hicieron a su imagen y semejanza. Nadie, en su más extremado delirio de generosidad, imaginaría partidos políticos que imitasen la dinámica alanista de nuestros días. Mientras que el viejo león trujillano dio su vida por el pueblo, deponiendo ambiciones personales durante cinco décadas, AGP tiene anhelos puntuales.

Otra cosa es que el discurso logre el trueque de confundir las aspiraciones.

El Apra que tuvo a líderes tan extraordinarios como Manuel Seoane, Antenor Orrego, Carlos Manuel Cox, Luis Heysen, Manuel Arévalo, Arturo Sabroso, Nicanor Mujica, Luis Rodríguez, Andrés Townsend, Luis Alberto Sánchez, Ramiro Prialé, hoy da vueltas en torno a la solitaria y muy insuficiente personalidad de Alan García Pérez. El brilla no en competencia sino por ausencia. Casi todos los actuales parlamentarios o presidentes regionales le deben mucho a García y con la excepción de dos o tres, nadie podría ponerse pico a pico con el ex-mandatario. ¡Y esto sí que es una desgracia democrática!

En mis numerosos viajes por el interior del país siempre tengo la oportunidad de escuchar diálogos de toda índole y en más de una oportunidad, emocionado hasta lo más profundo, he oído referencias a Víctor Raúl, su magisterio, su limpieza y su lucha por el pueblo. En cambio, también supe de versiones no muy cordiales hacia otras personas...............

A Haya se le estudia y analiza aquí y en el exterior. Ya es patrimonio del mundo de las ideas y las referencias hacia lo que él postuló como doctrina es un motivo de orgullo porque fue un peruano ejemplar cuya lucha llevó a hombres y mujeres hasta los pelotones de fusilamiento porque creyeron en su trabajo y en su peregrinaje. ¡Qué diferencia con los tiempos actuales! ¿No?

Haya de la Torre siempre será Víctor Raúl. Y el señor García Pérez jamás será Haya.

Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz.

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