A medida que la locomotora económica de Estados Unidos cobra
velocidad, los 146 miembros de la Organización Mundial de Comercio
(OMC) tienen la oportunidad de encender otros motores para generar
impulso mundial. La reunión de la OMC esta semana en Cancún es el
punto medio en la guía para el crecimiento establecida primero en la
Reunión Ministerial de Dohá en noviembre de 2001. Dohá determinó las
metas para reducir las barreras al comercio mundial y al desarrollo
para el año 2005. En el encuentro de Cancún trataremos de especificar
los marcos de negociación para alcanzar las metas de Dohá. Dada la
diversidad y la cantidad de participantes, el desafío no es pequeño.
El Programa de Desarrollo de Dohá pretende vincular la energía de la
mundialización con una creciente red del desarrollo por medio de
cuatro circuitos. Primero, el desarrollo depende del crecimiento
económico mundial, y un comercio más libre acelera el crecimiento. En
el transcurso de la última década las exportaciones fueron causa del
27 por ciento del crecimiento de Estados Unidos. Investigaciones del
Banco Mundial dicen que durante la década de 1990 los ingresos en los
países en desarrollo que más redujeron sus barreras comerciales
aumentaron tres veces más rápidamente en relación con los países que
se cerraron.
Con mercados más abiertos, los trabajadores, los agricultores y los
consumidores norteamericanos se verán favorecidos con costos más
bajos, una economía mundial más saludable y la libertad de comprar y
vender en todo el mundo. Los dos principales acuerdos comerciales de
Estados Unidos en la década de 1990 — la Ronda Uruguay y el NAFTA —
mejoraron el ingreso de una familia promedio norteamericana de cuatro
miembros entre 1.300 a 2.000 dólares por año. Sin embargo, Estados
Unidos ha aportado gran parte del poder adquisitivo del mundo en los
últimos años. Norteamérica sostiene más de 500.000 millones de dólares
en ventas internacionales en exceso de las exportaciones de Estados
Unidos, dado que el crecimiento de Estados Unidos ha superado el de
las otras principales economías.
La economía mundial necesita un crecimiento más equilibrado. Las
negociaciones de Dohá podrían empujar a la Unión Europea y a Japón a
transferir sus recursos de la agricultura a empresas más productivas y
a aplicar reformas estructurales. Un comercio más libre podría
permitir a los países en desarrollo elevar sus niveles de vida, atraer
inversiones, atender el servicio de su deuda y lograr un lugar en las
redes mundiales para conseguir financiamiento.
Segundo, la gente de América Latina, Africa y Asia quiere vender sus
productos en los países desarrollados. Si los tres principales
continentes — donde viven 5.000 millones de personas — no pueden
prosperar, nosotros seremos los que pagaremos el precio. Esa es una
razón por la cual Estados Unidos ha propuesto recortar los subsidios y
aranceles de los productos agrícolas y eliminar los aranceles y las
barreras no arancelarias para los bienes manufacturados. El Banco
Mundial estima que la eliminación de las barreras para los bienes
manufacturados y los agrícolas podría elevar el ingreso mundial por
encima de los 830.000 millones de dólares, y dos tercios de esas
ganancias favorecerían a los países en desarrollo. Estados Unidos
también ha destacado las posibles ganancias en un comercio más libre
de servicios, con un mínimo de 900.000 millones de dólares solamente
para los países de desarrollo, de acuerdo con el Banco Mundial.
Tercero, los países en desarrollo que rebajan sus aranceles
comerciales benefician tanto a sus propios consumidores como a otros
países en desarrollo. Alrededor del 70 por ciento de los aranceles que
pagan los exportadores de los países en desarrollo es un impuesto
aplicado por otros países en desarrollo. Casi tres cuartas partes de
las ganancias comerciales de los países en desarrollo podrían lograrse
solamente con el recorte de sus propias barreras.
Finalmente la OMC debe adecuar sus soluciones para resolver los
problemas particulares del desarrollo. India necesita asegurar a sus
millones de agricultores de subsistencia. Africa necesita ayuda para
reforzar el imperio de la ley y apoyar a la pequeña empresa. Las
economías de las islas pequeñas, particularmente en el Caribe,
enfrentan desafíos únicos. Podemos considerar plazos más largos para
la liberalización y provisiones para ajustes especiales en esos casos.
Este año Estados Unidos dedica unos 750 millones de dólares a ayudar a
los países en desarrollo a establecer entidades para beneficiarse del
comercio. Tanto el Banco Mundial como el Fondo Monetario Internacional
(FMI) se han comprometido a ayudar.
Pero si la atención a los problemas especiales de algunos países en
desarrollo se interpretara como un permiso general para evitar la
competencia comercial en algunas de las 120 economías que se califican
a sí mismas en desarrollo, crearíamos un moderno mercantilismo que
frustraría la causa del desarrollo. Las economías fuertes y un sistema
de comercio saludable dependen de una voluntad, de amplia base, de
importar a la vez que exportar. La OMC tendrá éxito sólo si tanto los
países desarrollados como en desarrollo hacen valer sus intereses
individuales y aceptan un sentido de responsabilidad mutua.
Algunos países desarrollados procuran reducciones para los bienes
manufacturados, pero no para la agricultura. Algunos países en
desarrollo piden lo contrario. Algunos de nuestros socios tratan de
añadir a las negociaciones asuntos nuevos. Demasiados países
argumentan que otros deberían abrirse a la competencia, pero que ellos
mismos no pueden hacerlo. La reunión de Cancún sólo puede terminar
obligando a los participantes a que reconozcan que las negociaciones
mutilaterales exitosas en la OMC requieren una comprensión común
acerca de cómo combinar ambición y compromiso.
Estados Unidos promueve resultados ambiciosos en todas las tres áreas
principales: agricultura, bienes manufacturados y servicios. Estos son
los sectores que impulsarán la economía y el desarrollo mundiales. En
los últimos meses, Estados Unidos ha liderado el proceso de traducir
las demandas iniciales en estrategias de negociación realistas. Para
ayudar a darle ímpetu a la reunión de Cancún, superamos la brecha
entre los países en desarrollo preocupados por tener acceso inmediato
a medicinas esenciales, y las compañías que invierten en el desarrollo
de fármacos capaces de salvar vidas en el futuro. Trabajamos con la
UE, Canadá y otros países desarrollados y en desarrollo para delinear
planes para reducir barreras arancelarias y no arancelarias para los
bienes manufacturados.
Después de alentar a la UE a reformar su Política Agrícola Común,
preparamos un proyecto de marco de referencia para reducir subsidios y
aranceles agrícolas. Esta estrategia compromete a llevar a cabo
reducciones más profundas que las logradas en las últimas
negociaciones de comercio mundial, si los otros les dan también a los
agricultores norteamericanos una oportunidad justa de competir. Y
hemos colaborado con todos nuestros socios comerciales para llegar a
un equilibrio de intereses.
El presidente Bush ha demostrado su interés en luchar por un comercio
más libre, para que los norteamericanos puedan competir en un campo de
juego parejo. Trabajó con el Congreso para restablecer la autoridad de
negociar paquetes comerciales para someterlos a una votación a favor o
en contra. Estados Unidos tiene ahora acuerdos de libre comercio con
seis países, negocia con otros catorce y apremia a establecer el libre
comercio a través del Hemisferio Occidental. A medida que se expande
nuestra coalición en pro de la apertura, otros países de diferentes
regiones adoptar la visión del presidente de "un mundo que comercia en
libertad". Por lo tanto, nuestro objetivo en Cancún apunta
directamente a la meta de Dohá: Estados Unidos quiere abrir todos los
mercados mundiales, expandir un círculo virtuoso de comercio y
crecimiento económico para las economías en desarrollo y
desarrolladas, que puedan fortalecerse unas a otras.
Robert Zoellick es representante de Comercio de Estados Unidos
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