Siete semanas previas a la destrucción del WTC, Larry Abraham Silverstein, apuntalado por un caudal de inversionistas, firmó un contrato de arrendamiento por 99 años (wordIQ.com). Aún permanecen en secreto los nombres de tan sabios inversionistas que siete semanas tras su participación cobraron los colosales seguros por 3 mil 500 millones de dólares.
Pese a su trascendencia, por alguna razón no han sido expuestos los nombres de los dueños del WTC, a los medios de Estados Unidos -que perdieron su alma en el trayecto neoliberal global para consagrarse al engaño permanente- y tampoco a los medios les ha interesado la indagación. Pero menos aún se han profundizado los movimientos catastrales y financieros relacionados con el WTC y operados siete semanas previas a los atentados terroristas, y tampoco han sido investigados los movimientos catastrales un año antes del aciago 11 de septiembre.
Siete semanas previas a la destrucción del WTC, Larry Abraham Silverstein, apuntalado por un caudal de inversionistas, firmó un contrato de arrendamiento por 99 años (wordIQ.com). Aún permanecen en secreto los nombres de tan sabios inversionistas que siete semanas tras su participación cobraron los colosales seguros por 3 mil 500 millones de dólares.
Silverstein, conocido desarrollador de bienes raíces en Nueva York, ya poseía la propiedad del 7WTC, un anexo comercial de las torres que también fue destruido el mismo 11 de septiembre unas ocho horas más tarde de los ataques, en forma por demás extraña. WordIQ señala que «con base en un oscuro contrato, el Grupo Silverstein reclama unos 3 mil 500 millones de dólares adicionales, ya que el ataque de dos aviones constituye, a su juicio, "dos ataques terroristas" separados», es decir, exigen el doble de lo asegurado, como si el WTC hubiera sido destruido dos veces, lo cual naturalmente se encuentra en litigio en la Corte.
Pero, ¿quiénes son los «contratistas» que realizaron el «oscuro contrato» antes de los atentados? Dan Ackman, de la revista Forbes (09/11/03), coincide con IQ: Silverstein Properties, la empresa de Larry A. Silverstein, obtuvo el arrendamiento de las Torres Gemelas por 99 años, así como otras porciones del complejo, justo unas semanas antes de la catástrofe (...) El complejo original fue completado en 1973 por la «autoridad del puerto», que arrendó a Silverstein en el verano de 2001 como parte de su esfuerzo (sic) para privatizar sus funciones no-fundamentales. ¿De quién provino la orden para «privatizar» las funciones no-fundamentales de la «autoridad del puerto»?
¿Habrá tenido algo que ver el entonces alcalde Rudolf Giuliani? Ackman agrega que «Silverstein había asegurado el complejo inmobiliario con 22 compañías, incluyendo SR International Business Insurance, una unidad de Swiss Re, con sede en Zurich». ¿Por qué tantas aseguradoras? ¿Quiénes integran las 22 aseguradoras? ¿Acaso no contaban con seguros las torres hasta que Silverstein las arrendó? ¿Qué tipo de seguro tenía contratado la «autoridad del puerto»?, y ¿a cuánto correspondía el cobro del seguro en caso de siniestro?
Silverstein compró un seguro que cubría «daños de propiedad e interrupción de los negocios» por 3 mil 500 millones de dólares. Sin pruebas a la mano, no estamos acusando a Silverstein ni a sus socios de ser lectores inigualables del futuro inmediato, pero llama la atención que el seguro parecía diseñado a la medida de los atentados que ocurrieron siete semanas más tarde. El arrendamiento en su casi totalidad fue financiado por la unidad financiera de General Motors ¿Por qué le habría de interesar a General Motors su financiamiento?
La historia financiera del WTC no ha sido nada pulcra: desde su proyecto en 1964 por la «autoridad portuaria» a un costo de 525 millones de dólares, pasando por su construcción concluida en 1973 a un costo de mil 500 millones de dólares (casi tres veces más de lo proyectado), hasta su destrucción, cubierta por un seguro de 3 mil 500 millones de dólares (más del doble de su edificación).
IQ afirma que en marzo de este año, la Torre Sears en Chicago fue vendida a «un grupo de inversionistas» -entre quienes destacan Lloyd Goldman, Joseph Cayre, Jeffrey Feil, y los hermanos Chetrit, ampliamente conocidos como «socios de Larry Silverstein, quien niega estar vinculado al grupo que permanece secreto». En particular, Lloyd Goldman es uno de los principales participantes en el arrendamiento del WTC. Si fuere como refiere IQ, pues se trató de un excelente negocio circular, con el cobro de los seguros de las Torres Gemelas de Nueva York, y su anexo del 7WTC, el previsor grupo de inversionistas habría comprado la Torre Sears de Chicago. ¡Simplemente fabuloso!
¿Pero quién es Silverstein? Su propia publicidad ostenta sus virtudes a sus 71 años de edad como una de las personalidades de los bienes raíces de Nueva York, su paso por la dirección de la Universidad de Nueva York y sus actividades «filantrópicas», en específico, el haber presidido a la «Federación de Filantropías Judías de Nueva York».
Desde el puento de vista financiero, no se pudiera entender en forma integral el arrendamiento que descolgó el Grupo Silverstein siete semanas previas a los atentados, sin develar la anterior adquisición de la deuda del 7WTC, el complejo comercial contiguo a las Torres Gemelas, por Blackstone, un poderoso conglomerado de la elite financiera de Estados Unidos, el 17 de octubre del año 2000, a un poco menos de un año del fatídico 11 de septiembre.
El 7WTC estaba controlado por el desarrollador de bienes raíces Larry Silverstein, y el poderoso Grupo Blackstone había comprado la participación hipotecaria (que vencía en el año 2006) de Teachers Insurance y Annuity Association. En una nota de prensa del 17 de octubre del año 2000, fechada en Nueva York, se destaca el «descuento significativo frente a los precios imperantes en el mercado, que cotizaba la renta en 45 dólares por pie cúbico. Los términos adicionales de la transacción no fueron revelados». ¿Lo serán algún día? ¿Por qué se renta tan barato en medio de tanta escasez?
Steve Galiotos, director operativo del Grupo Blackstone, exultó que se trataba de una «inversión atractiva, debido a la escasez de oficinas comerciales en Manhattan», y recalcó su «complacencia de ser los prestamistas de Larry Silverstein en una de las joyas de bienes raíces de Manhattan».
Industrial Risk Insurers, la compañía que aseguró el 7WTC, hizo un pago de por 861 millones de dólares a Silverstein, quien resultó el gran beneficiado financiero de los atentados terroristas.
El grupo Blackstone representa un «banco de inversiones privado» de la elite plutocrática de Estados Unidos y cuenta con oficinas en Nueva York y Londres. Fue fundado con sólo 400 mil dólares por Peter G. Peterson y Stephen A. Schwartzman en 1985. Elite watch (nov. 03) resalta que Blackstone ha invertido 3 mil 500 millones de dólares con 32 corporaciones en asociaciones que suman más de 40 mil millones -entre las corporaciones se encuentran la petrolera British Petroleum Amoco, AT&T, Union Carbide, Union Pacific (donde Zedillo dispone de un buen paquete de acciones), IBM, la mafiosa empresa contable Arthur Andersen (quebrada), Kissinger Asociados y otros.
Analistas sagaces consideran al Grupo Blackstone como el equivalente del Grupo Carlyle; Blackstone está más especializado en las transacciones financieras de la elite plutocrática, mientras Carlyle (su representante en México es el cordobista-hankista-salinista-zedillista Téllez Kuenzler; ¿a cambio de qué?) se aboca a las operaciones energéticas y de venta de armas (entre otras cosas).
El presidente de Blackstone es Peter Peterson, de 76 años, formado en la Universidad de Chicago (but of course!), fue director tanto de la Reserva Federal de Nueva York como del influyente Consejo de Relaciones Exteriores (cuyos representantes en México son el ITAM neoliberal y el castañedista Fernández de Castro) y nada menos que fundador del Instituto de Economía Internacional (IIE, por sus siglas en inglés) que cobija a John Williamson, quien acuñó el decálogo neoliberal del «Consenso de Washington», que despedazó a toda Latinoamérica por la vía financiera. En el IIE figuran también Zedillo y George Soros, el megaespeculador con máscara de «filántropo» que presuntamente financia la campaña de Castañeda Gutman.
Los círculos mafiosos siempre se cierran. Peterson había sido mandamás de la correduría Lehman Brothers-Kuhn-Loebb, y su segundo en Blackstone, Stephen Schwarzmann, de 56 años, no canta mal las rancheras: también miembro del ubicuo Consejo de Relaciones Exteriores, del consejo directivo del poderoso banco J.P. Morgan-Chase, le ha dado por patrocinar el ballet en Nueva York, más que por la «filantropía»" tan socorrida por cierto prototipo de felones globales. Es miembro destacado de Blackstone, Marshall A. Cohen, que fue director de Barrick Gold Corporation donde figura el padre de Baby Bush, que contribuyó a la derrama de sangre civil en el antiguo Zaire para capturar sus pletóricos yacimientos de oro.
Llama la atención la «alianza estratégica de Kissinger-McLarty Asociados con Blackstone, que defiende su incrustación para ayudar a proveer servicios de consultoría financiera a las corporaciones que buscan consejos de alto-nivel estratégico». ¿De qué tipo de «consejo de alto-nivel estratégico» se tratará? McLarty es el conocido impulsor del TLCAN que descuartizó a México y resulta interesante que se haya incorporado a la antialianza de Blackstone y Kissinger-McLarty Asociados, el 21 de febrero del año 2000, es decir, un poco menos de 18 meses con antelación a los atentados, nada menos que a Maurice Greenberg, mandamás de la poderosa reaseguradora (que asegura a la aseguradoras) American International Group (AIG), donde figura el salinista Pedro Aspe en el consejo de administración (¿a cambio de que «servicio»s prestados?). Greenberg fue uno de los puntales de la recaudación de fondos para la elección de Baby Bush.
Los círculos viciosos siempre se cierran y no es nada casual que Kissinger forme parte del consejo directivo de AIG. Lo más macabro de todo es que Baby Bush haya nombrado a Kissinger a cargo de la comisión de investigación sobre los atentados a las Torres Gemelas, lo cual provocó una enorme conmoción. Cuando se le solicitó a Kissinger develar la lista completa de sus «asociados», prefirió «dimitir» de su cargo. ¡Obviamente!
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