Juan Carlos Iturri carga en sus espaldas un peso enorme desde que el Presidente Carlos Mesa le encargó negociar un Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos. Y no es para menos. Está obligado a defender los intereses del país más pobre de Sudamérica frente a las pretensiones del más rico del hemisferio, cuyo aparato productivo es mil veces más grande que la pequeña economía boliviana.
El Coordinador de la negociación del TLC promete no firmar cualquier acuerdo sino uno duradero que tome en cuenta los intereses de ambas partes y de los terceros, identificar cuáles de los productos nacionales podrían ser lastimados, y aplicar una desgravación gradual a cinco, 10, 15 o a 20 años según la sensibilidad.
Iturri no está en condiciones de prever cuál será el resultado de la negociación y tampoco está seguro de que la firma de un TLC significará la multiplicación inmediata de las exportaciones. De lo que sí está convencido es que si se cierra esa puerta miles de empleos desaparecerán.

-Tal vez sobredimensiona el tamaño de ese mercado. Si se cerrara la puerta del TLC con Estados Unidos se perdería sólo el 14% del mercado de exportaciones bolivianas.
-El tamaño del mercado norteamericano es infinito; la capacidad de aprovecharlo es lo que tenemos que mejorar. Hoy representa el 14%, pero ¿cuánto será en 15 años? Se prevé que en el área de madera se podría exportar mil millones de dólares dentro de 10 años, el área textil calcula llegar a lo mismo y la joyería en oro prevé multiplicar por 10 sus exportaciones actuales.
Claro que aumentar las exportaciones no es automático, es necesario muchísimo trabajo. Pero con la puerta cerrada seguro que no pasará porque se perdería el 14% del sector más competitivo y el país se quedaría exportando materias primas. ¿Podemos sostener este país exportando gas y minerales? ¿No intentamos eso por 180 años y no funcionó? Nuestra economía de subsistencia no puede ser el futuro. Y no es sólo el 14% del mercado el que se va a perder sino el trabajo para miles de familias, la potencialidad de un sector frente a otros que se estancarán. Cuando hablamos de números nos olvidamos de lo que hay atrás y de lo que viene en el futuro.

-Se prevé que la eliminación de aranceles provocará una avalancha de productos hechos en el norte.
-A Bolivia entra todo lo que quiere entrar de contrabando. No existe producto que no llegue al mercado nacional si es competitivo. Entonces decir que con el TLC habrá una inundación de productos norteamericanos es una falacia. Con el TLC ciertos productos norteamericanos entrarán en mejores condiciones, como los automóviles, y productos de terceros países tendrán que pagar un arancel. ¿Eso nos perjudica o nos ayuda? Tomando en cuenta que Bolivia no tiene una sola fábrica de automóviles, el beneficiario directo será el consumidor. Lo mismo pasará con las computadoras y productos electrónicos que reemplazarán a productos que vienen de otros países, pero que a nosotros como país no nos afecta porque no tenemos fábricas.

-Sabiendo que la mercancía de Estados Unidos desplazará a la producción de otros países, ¿considera que el TLC, más que un acuerdo comercial, es un tratado de tipo político y obligatorio destinado a consolidar la hegemonía de la potencia en la región?
-En una negociación siempre hay intereses de ambas partes. No es ilegítimo tener intereses, no me preocupa que Estados Unidos quiera vender más tractores...

- O consolidar su hegemonía...
-Si es que logra imponerse al resto. Suponiendo que ya tenemos un TLC y que los vehículos japoneses se han visto perjudicados, veo la posibilidad de vender productos al Japón y Europa. Entonces, ¿dónde queda esa hegemonía? Cuándo Brasil propone fortalecer el mercado sudamericano ¿acaso no quiere construir su propia hegemonía sobre los demás países? O cuando nos asociamos a la Comunidad Andina ¿no es que queremos formar nuestro espacio geopolítico?

-Pero en este caso específico hablamos de firmar una alianza con la primera potencia militar del mundo. Estamos eligiendo un socio por encima de los demás.
-Para nosotros el interés en el TLC es más económico que político. Estados Unidos tiene un interés económico y político.

El gigante impone su ley

-¿Cómo proteger productos sensibles, en la agricultura por ejemplo, si la potencia del norte mantiene los subsidios?
-Estados Unidos apoya a su agricultura a través de dos tipos de subsidios, a la producción y a la exportación. En los TLC que ha firmado aceptó no aplicar los subsidios a la exportación, pero nadie ha conseguido que levante los subsidios a la producción. Hay que ser realistas, eso no va a pasar. La pregunta es cuántos productos nuestros podrían verse amenazados. Trabajamos en varios estudios, pero hasta ahora no hay evidencia de que un conjunto de productos será reemplazado por importaciones. Si alguien tiene datos sobre algún producto amenazado debe trabajar con nosotros para protegerlo.

-Varios expertos alertan sobre la posibilidad de que productos transgénicos incidan en la producción nacional.
-De esas posibilidades existen muchísimas. Cuando hablamos de hipótesis tenemos que evaluar no sólo si son posibles sino si son probables, una gran diferencia. No podemos paralizarnos por una posibilidad sino hacer un análisis de todos los productos. Si encontramos que hay peligros, a lo mejor será necesario proteger el producto.

-Pero no por más de 20 años...
-Tal vez incluir una cláusula adicional de protección. Si el efecto va a ser real en algunos casos, podemos decir que ese producto no se va a desgravar nunca. Es lo que hace Estados Unidos con el azúcar, dice que nunca desgravará el producto del todo, pero propone otorgar cuotas, un pedacito del mercado.

-Por ejemplo, ¿qué productos agrícolas bolivianos no se desgravarán nunca?
 -Es algo que no estoy en condiciones de responder en este momento. Para que eso pase hay que demostrar que tendremos un efecto terrible sobre nuestra economía, un efecto real y no potencial. Están en marcha varios estudios del gobierno y de la empresa privada para identificar esos productos.

A competir con China

-El gobierno tiene muchas esperanzas en el sector textil. Sin embargo, la OMC calcula que en 2005 la producción china copará más de la mitad del mercado norteamericano y otro 25% la India. También se prevé que la participación de los países latinoamericanos en el rubro textil bajará de 17 a 5%. En este escenario, ¿qué margen tienen los textiles bolivianos?
- En este momento, del total de las importaciones de Estados Unidos las exportaciones del Asia ascienden a 75%. China ya llegó, ya está ahí. La mayor parte de las empresas en los Estados Unidos no produce en su país sino afuera para aprovechar economías de escala. Algunas son maquila y otras son industrias.

-

¿Está diciendo que es posible que Bolivia compita con China?


-De hecho lo estamos haciendo. Tenemos un espacio para competir y podríamos ampliar nuestro mercado, no solamente en precio y calidad, sino en tiempo. Estamos a 6 horas en avión del mercado norteamericano mientras que China está a 25 días en barco. El consumo de textiles en Estados Unidos subirá de 80 mil millones de dólares actuales a 100 mil millones en los próximos cinco años. Probablemente ocurra lo mismo que ahora, es decir que el 20% de ese mercado se destine al mundo occidental. Eso significa un mercado de 20 mil millones de dólares en textiles para este lado del mundo. Nosotros exportamos entre 40 y 50 millones anuales y si multiplicamos por 10 llegamos a 500 millones que sigue siendo nada. Ese es el espacio que podemos ganar sin fastidiar al resto. La dimensión de este mercado es tan grande que para fines prácticos de Bolivia es infinito. Con muy poco de la torta, estamos muy bien servidos, una rodaja pequeña representa mucho, no solo en exportaciones sino también en empleos.
Estados Unidos no le compra a un solo país porque casarse con uno solo es amarrarse y con el anillo de por medio.

-Y firmar el TLC es amarrarse a Estados Unidos...
-La diferencia es que el país se puede casar con el que quiera. Ya tenemos un TLC con México firmado hace 10 años. Por ejemplo, Costa Rica tiene 22 tratados.

Justicia supranacional

-La Constitución señala que los servicios públicos deben ser manejados por el Estado, pero el TLC postula su privatización. ¿Eso quiere decir que el TLC promoverá cambios en la legislación nacional?
-Un TLC respeta las leyes nacionales y no hay ninguna norma que trate de cambiar eso. El TLC no exige cambios en la Constitución en absoluto.

-La Constitución indica expresamente que cualquier empresa que opere en Bolivia está sujeta a las leyes nacionales. Sin embargo, el TLC Andino incluye un régimen de solución de controversias, una especie de legislación supranacional, para dirimir conflictos con las empresas transnacionales.
-No es de ahora, en todos los acuerdos firmados en los últimos 30 años hemos establecido órganos de resolución de disputas.

-¿Pero acaso esa no es una forma de permitir que las transnacionales no se sometan a la justicia nacional?
-De hecho se someten a la justicia nacional, lo que pasa es que si hay una controversia entre países alguien debe resolver ese tema. Por ejemplo, si Bolivia está en desacuerdo con alguna acción de Estados Unidos no podrá doblarle el brazo porque es infinitamente más poderoso. Pero si el país tiene la posibilidad de presentar sus reclamos a un tercer organismo, puede hacer prevalecer sus derechos. Obviamente, el proceso inverso también es válido.

-Como el caso Bechtel, por ejemplo, que exige indemnización al Estado sin haber invertido un peso. Por eso insisto, ¿no cree que con este sistema de resolución de controversias se consolida una justicia extraterritorial?
-No es un tema nuevo, está en la legislación, hay acuerdos firmados con muchos países en este campo y por tanto no cambia absolutamente nada de lo que tenemos hasta este momento. Las relaciones en el mundo deben estar regidas por una norma que asegure que las partes tengan donde acudir cuando vean que sus intereses son afectados. Si queremos eso para nosotros, tenemos que aceptar que es válido para los otros. No es un tema trivial, pues la presión que ejercen los países grandes sobre los países que viven de la cooperación es muy grande. Es claro que como país tenemos que cumplir nuestros contratos.

TLC, un chaleco de fuerza para la Constituyente

-¿El gobierno prevé firmar el TLC antes de la Asamblea Constituyente (AC)?
-Si, es una de las posibilidades que estamos trabajando.

-En caso de que el TLC promueva la modificación de leyes nacionales, por ejemplo normas aduaneras ¿no cree que se convertiría en camisa de fuerza de la AC?
-Una de grandes ventajas de la AC es que puede cambiar todo lo que quiera.

-¿Incluido el TLC?
-Bolivia puede decidir renunciar a los acuerdos que tiene con el mundo y absorber las consecuencias de eso. Es como un contrato de alquiler, se acaba cuando una de las partes así lo quiere. A veces hablamos como si fuera una imposición de Estados Unidos. No lo creo. Hasta ahora nadie me ha impuesto un TLC; es más tengo que negociar ahora cuándo nos vamos a sentar a negociar un TLC.

-Pero Estados Unidos es capaz de imponer negociaciones secretas...
-Como nosotros no estamos negociando, no hemos firmado absolutamente nada. Llame a sus colegas de Colombia, Perú y Ecuador y pregunte por lo que son las salas de lectura.

-En las salas de lectura se pueden leer los documentos en negociación pero no se puede fotocopiarlos y ni siquiera sacarles fotos para luego informar a la gente de los contenidos.
-Pero pueden leerlo, ¿eso no es un acceso? Cualquier ciudadano puede leerlo y el que tiene interés genuino puede entrar y leer todo. Entonces ¿de qué confidencialidad me está hablando?

-No todo el mundo, incluidos los periodistas, puede viajar a las rondas de negociación para leer los documentos en los cuartos de lectura.
-Hay salas de lectura en cada país.

-En las carátulas de los acuerdos, como en el de propiedad intelectual, se especifica la confidencialidad del documento.
-Debería serlo, no está permitido sacar fotocopias y repartirlas. En una negociación todos los textos están en elaboración, lo único que vale al final es el documento que se firma. Todo el resto tiene tanta validez como el papel viejo.

-¿Siente temor de negociar un acuerdo tan importante para el país con la primera potencia del mundo cuya economía es mil veces más grande que la economía boliviana?
-Estoy tan profundamente orgulloso de ser boliviano que tengo que hacer lo necesario para que nuestros hijos puedan seguir viviendo en nuestro país. Si eso implica negociar con Estados Unidos o con China, mi habilidad da para eso y lo voy a hacer. No puedo asegurar cuál será el resultado, pero sí puedo asegurar que escondiendo la cabeza y quejándonos todos los días no vamos a cambiar el país.

-Pero podría pasar a la historia como la autoridad que consolidó la anexión nacional...
-La historia no me preocupa, lo que me preocupa es que ahora hay miles de personas que no tienen qué comer y que se ven obligadas a salir del país.

-En los últimos 20 años el neoliberalismo nos ha dicho que la única forma de salir de la pobreza es exportar y aceptar inversión extranjera, pero ahí ve los resultados. ¿Le parece que con el TLC se vuelve a cometer el mismo error?
-No lo creo. Creo que el país no ha tomado en serio los términos de exportar y producir. Como país no valoramos lo que es hacer empresa, no valoramos los productos bolivianos.

-Entonces, tal vez sería mejor ir por ese lado y fortalecer el mercado interno.
-Le puedo asegurar que todas las medidas para fortalecer el mercado interno deben tomarse, pero no podemos ser excluyentes. Si nos sentamos en la pobreza, sobre nuestros miedos y complejos, no vamos a salir adelante.

-¿Considera que firmar el TLC es empeñar el futuro del país a cambio de vender camisas?
-(Sonríe) Creo que es absolutamente reduccionista. Para todo aquel que trabaja haciendo una camisa suena a desprecio y me parece absolutamente fuera de lugar.

“No estamos de acuerdo con patentar la biodiversidad”

“Bolivia y los países andinos no estamos de acuerdo con que Estados Unidos pretenda patentar la biodiversidad, es decir animales y plantas. También estamos en absoluto desacuerdo con las patentes de segundo uso de medicamentos, el gobierno coincide con la asociación de farmacéuticas. La declaración de Doha es la guía sobre la que basaremos las negociaciones. Hay que desmitificar este tema, no debe tratarse pasionalmente porque todavía no se ha firmado nada”.