El pasajero se acercó al mostrador de LAN y preguntó por el costo del boleto a un destino nacional. Esto no tendría nada de extraordinario si no fuera por el ingenio protestante de esta persona: ¿cuánto cuesta con vídeo y cuánto sin ese mamarracho anti-peruano? El rábula de LAN no supo contestar, quedó mudo y la indignación con el mal comportamiento de LAN ha comenzado desde la base misma: ¡el consumidor expresa a viva voz su reclamo!

Dijo en un programa televisivo el testaferro de LAN, Emilio Rodríguez Larraín, que su firma no aceptaría ninguna multa. ¿Y quién es este tipo como para expresarse con semejante insolencia? Apenas un abogadito marrullero, pillo por los siete costados y que, además de accionista de El Comercio o en sus negocios conexos, era invitado frecuente a las excursiones presidenciales que no ha mucho se hacían a Chile en avión gratuito. Sólo ser palafrenero local ya constituye una dudosa y precarísima carta de presentación.

El ministro Lemor ha opinado porque LAN pague una multa por el daño causado al Perú. Hemos sugerido que se les sancione con unos 5 mil millones de dólares. ¡La dignidad nacional no tiene precio ni se la puede comprar a precio de mercado! Sí es posible alquilar los servicios de periodistas saltimbanquis que tienen que defender a LAN porque tienen dólares que compran sus pobrísimas conciencias. Carecen de toda idoneidad y so pretexto de la defensa de la libertad de prensa, hoy cohonestan lo que ha sido, a todas luces, una maniobre vil y perversa.

Las casualidades o faltas de control de calidad no ocurren en los negocios o en la política. Todo se hace con uno o más propósitos, no siempre honestos. Y para LAN se han hecho maniobras que incluyen la quiebra de Aerocontinente y el lanzamiento de 1500 trabajadores a la calle. ¿Quién dice algo por ellos? ¿Los Ferreros por ejemplo de cómo no puede ser ningún peruano digno? El vídeo fue expuesto deliberadamente, hasta que alguien se dio cuenta y lo denunció.

Si a las autoridades oficiales peruanas les faltan pantalones para sancionar a LAN es un asunto que no sorprendería pero aún así, sería repugnante. Sin esperar a que estos resuelvan, los pasajeros empezaron a practicar sus protestas del modo en que el ingenio lo hace: hiriendo con todo y por donde más duele a los fautores del estropicio contra Perú: ¿con vídeo y sin vídeo?

La dignidad no se compra con dólares ni en las quincenas ni a fin de mes. La dignidad debe ser un ejercicio permanente insobornable y que muestre que a pesar de decenios de complacencia oprobiosa o silencios pagados, el peruano común y corriente aún guarda viva la llama de su capacidad de indignación. Si el funcionario claudica, allí está el ciudadano para recordarle su vergüenza y su falta de valentía. Donde haya un peruano, existirá siempre el recuerdo de sus mártires, de sus guerras, de su pasado inca y de su hambre y sed por un futuro justo, libre y culto.

A los vendepatria, a los comprados por el dinero foráneo o por el de sus empresas testaferras, hay que denostarlos y señalarlos por las calles. Que los Ferreros, los Rodríguez Larraín, campanudos en sus comportamientos lesa patria, entiendan que se han vuelto dignos, en su indignidad, de escupitajos y reprimendas. A los traidores a la patria hay simplemente que fusilarlos.

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!