Era el miércoles 13 de abril, avanzaba la tarde en un ambiente frustrante. La gente no había salido a participar en el Paro promovido por la Asamblea de Quito dirigida por la Izquierda Democrática (ID), con el propósito de demandar que se cese a los magistrados de la Corte Suprema de Justicia nombrados el pasado diciembre.

Tampoco respondió a la convocatoria de la Asamblea de los Pueblos, propuesta por el liderazgo de la Conaie, para calentar el ambiente un día antes, aunque su programa se dirigía a repudiar el TLC, la presencia del Comando Sur en la base de Manta y el Plan Colombia. En una y otra, el pueblo instintivamente no sentía autenticidad, es de dominio público que Pachakutik, el brazo político de la Conaie, luego de su separación de Lucio, ha caminado abiertamente tras la ID y su alianza con el Partido Socialcristiano. La gente no quería ser carne de cañon de nuevos amarres y acuerdos tras bastidores.

 La ciudad había trabajado a medio pulmón. El paro no había obtenido nada, no había sido siquiera una demostración de fuerza, sino por el contrario había expuesto la debilidad de su dirección, realmente había fracasado. Una inquietud inquiría a todos: ¿Esto significaba que Quito está con Lucio? El gobierno de Lucio pretendía interpretar que sí.

Un nuevo éxito en su maniobra de apoyarse en la alianza con la oligarquía de Alvaro Noboa, en el PRE de Bucaram y en los acuerdos con el Movimiento Popular Democrático y el Partido Socialista y sobre todo, en el fracaso repetido de la "oposición" liderada por el partido socialcristiano y la ID que jala a Pachakutik. Las marchas realizadas no contaron con la presencia masiva que esperaron y la represión policial con gases lacrimógenos pudo detenerlas y disolverlas.

 La gente del pueblo que asistió a la convocatoria se quejó que fue a un paro sin dirigentes y sin camino, que les expusieron a la violenta represión policial, que ocurrió lo mismo que el 16 de febrero, cuando decenas de miles marcharon al centro de Quito para que el Alcalde Paco Moncayo dijese un violento y corto discurso contra Lucio y luego les pidiera regresar a sus casas ... con un Lucio que pasó el susto de que el pueblo vaya al palacio de gobierno a expulsarlo, una "oposición" que se vanagloriaba de su capacidad de movilización y el pueblo que se quedaba otra vez con las manos vacías y lo que es peor, con Lucio encima.

Se enciende la chispa

En las ondas de radio La Luna, que había realizado una cobertura atenta segundo a segundo a los acontecimientos, se escuchaba al pueblo. En sus intervenciones se sentía una extraña combinación de frustración e indignación, pero no de escepticismo. Paco Velasco, que había consecuentemente llamado todo el día a salir y manifestarse, y no se resignaba a ese confuso escenario, conversaba con las personas que llamaban y entre diálogo y diálogo salieron las propuestas de hacer un cacerolazo, que la gente se reúna, se fijo lugar y hora en la Tribuna de la Avenida de los Shyris. Con su pasión habitual, Velasco, continuó la agitación.

A la radio pronto se sumaron las cadenas de internet y los mensajes en los celulares, frente a la indiferencia cómplice de los medios de comunicación. Una nueva forma de hacer política se empezó a inventar, como instintivamente emulando la autoconvocatoria del pueblo venezolano que tres años atrás, dió al traste con el golpe fascista armado por la CIA y la oligarquía venezolana contra el Presidente Chávez o, la movilización masiva en España trás el atentado del 11 de marzo del 2004, que fue clave para derrotar la pretensión de Aznar a reelegirse.

Y se encendió la chispa que empezó a concentrar a miles y miles de personas, ahora si, autoconvocadas, sin los dirigentes y los partidos que desde hace más de 25 años vienen secuestrando sus derechos políticos. Llegaban con globos, banderas, cacerolas, música y humor. La gente empezó a gritar: !Fuera Lucio!, !Que se vayan todos!

Que se vayan todos

Como recordando los sucesos de la insurrección popular del 21 de enero del 2000, cuando el Parlamento de los Pueblos cesó a los tres poderes del estado, bajo la consigna: que se vayan todos, la gente se agrupó y se fue a expresar su repudio a la Corte y sus ilegales resoluciones que anulan los juicios por peculado contra tres ex-mandatarios. El primero se inició en 1995 al Vicepresidente Alberto Dahik, el exponente político más destacado del neoliberalismo, envuelto en el manejo ilegal de fondos reservados, que constituyó un punto de viraje en la historia jurídica del país, por primera vez un juez, Carlos Solórzano, dictó la orden de prisión de un mandatario por un delito penal, en oposición a la protección que le ofreció el gobierno y el congreso.

Dos juicios al ex-presidente, Abdalá Bucaram, el primero que se inició cuando ejercía el poder por peculado en un programa de mochilas escolares y el segundo, también de peculado, por llevarse ingentes sumas de dinero del Banco Central, la fecha en la que abandonó el poder en 1997, los dos incoados por el Presidente de la Corte, Carlos Solórzano, antes de ser ilegalmente cesado en sus funciones con la Corte en pleno, en una franca violación de la Constitución y de la Consulta Popular que le había prohibido al congreso hacerlo.

Y un último juicio al ex-Presidente Gustavo Noboa, por una renegociación de la deuda externa que habría ocasionado pérdidas millonarias a la economía del país, iniciado el 2003. Luego fueron a la casa de Lucio a expresarle su repudio. Su familia pudo sentir las tempestades que ha sembrado. El pueblo no sólo quiere que la Corte se vaya, quiere que se vaya Lucio, que se vayan todos.

 El jueves 14 de abril, Lucio respondió a los manifestantes espontáneos, acusándoles de "forajidos" por atentar contra la "privacidad de su familia" y amenazándolos con enjuiciarlos. Las llamadas a radio La Luna se fueron incrementando. Todos los ciudadanos se asumieron a sí mismos como "forajidos", frente a un Presidente que protege a malhechores y los libera de la persecución de la justicia.

 Nuevamente el pueblo se convocó a ir a la avenida los Shyris y empezaron a multiplicarse los sitios de convergencia por el sur, el norte y el este de Quito en los valles de Los Chillos y Tumbaco. La noche se caracterizó por una movilización que se generalizaba, la gente tocaba cacerolas, tablas, las bocinas de los autos y los gritos replicaban: !Fuera Lucio! !Que se vayan todos! Los políticos y dirigentes empresariales que quisieron participar para apropiarse de protagonismo y de la manifestación popular absolutamente independiente de ellos y en contra de ellos, fueron tratados con desprecio e indiferencia, cuando no se les obligo a que guarden las banderas de la ID o a que se vayan.

Esta es una manifestación del pueblo no de los políticos, de sus partidos ni de los oligarcas, insistía la gente.
El viernes 15 de abril, todo el día, La Luna, recibió la visita espontánea del pueblo que asistía a expresar su apoyo a su valiente cobertura. Llevaron 3.000 diplomas para certificar a "los forajidos" y, empezaron a hacer colas para obtenerlos. Niñas, niños, mujeres, ancianos, hombres, jóvenes, estudiantes, trabajadores, continuaban hablando en la radio.

Expresaron su amor a su país, a sus familias, a su gente y su repudio a Lucio, en todos los términos y formas y al establecimiento político en su conjunto. La tensión crecía. La solitaria voz de La Luna, había opacado el raiting de las demás estaciones de radio y de la televisión, su sintonía rompía records. Se especulaba que el gobierno declararía el estado de emergencia. El pueblo fijaba más y más puntos de concentración y los comunicaba por el dial de La Luna. La gente caminaba por la calles golpeando sus tablas y cacerolas, el tráfico se interrumpía, el pueblo se encontraba alegre consigo mismo, los pitos de los autos sonaban: !Fuera Lucio! !Que se vayan todos!

Emergencia, Lucio dictador

En las inmediaciones de La Luna, llegó un grupo de 40 personas armadas, con canecas de gasolina, aparentemente con la intención de asaltar la estación, agredir a sus periodistas e incendiarla. El pueblo vigilante los detectó, los denunció, detuvo a algunos miembros de la banda. El Coronel (r) Jorge Brito denunció que el Teniente (r) Edy Sánchez, representante del Presidente en el Instituto de Seguridad Social (IEES), dirigía la banda. Descubiertos y débiles frente al repudio de la gente, fugaron. Habían fracasado en la pretensión de desencadenar una provocación que justifique la declaración de emergencia.

Lucio apareció en cadena de radio y televisión. Peinado con gomina. Su ojo derecho gacho. Demacrado. Junto a él sus ministros de gobierno y defensa y el Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, con la ausencia visible del General Luis Aguas, Comandante General del Ejército, el arma más poderosa. Lucio, lucía su banda presidencial: "Mi poder en la Constitución", al anunciar que emitía un decreto que viola la Constitución.

 Sin que existan las causales previstas declara el estado de emergencia en Quito, con la suspensión de los derechos a libertad de expresión, reunión, y a la vez faculta requisiciones, detenciones y otras acciones propias de un estado de fuerza, sin tener tampoco el apoyo de la fuerza de la fuerza, el ejército. Además cesa a los magistrados de la Corte Suprema, violando la independencia de los poderes, sin que el poder ejecutivo tenga facultad alguna de hacerlo. Lucio de hecho se había declarado dictador.
 

Se deshace el estado de emergencia

El pueblo de Quito respondió enardecido. Miles fueron a La Luna a proteger la estación, impedir su clausura y cualquier agresión. La protesta e indiganción se extendió por toda la ciudad, las manifestaciones se radicalizaron y fortalecieron. El estado de emergencia no podía ser aplicado, el poder del poder ejecutivo, había sido vencido antes de ser usado.

 El sábado 16 de abril, el pueblo continuaba hablando en La Luna, demandando la salida de Lucio y de todos. Las fibras más profundas de su sensibilidad empezaron a hablar, defendiendo a su Patria y a su dignidad. La gente cuestionó los abusos de los poderes que han destruido miles de puestos de empleo, nuestra moneda "el Sucre", símbolo de la independencia de la nación y órgano de su soberanía monetaria, los negocios con el petróleo, el TLC, las bases militares yanquis, el Plan Colombia, la pobreza, el desmantelamiento de la educación y salud públicas, de la seguridad social.

Su dolor se sentía en cada palabra y su amor en las voces de los niños y niñas pedían sólo el respeto a la vida en su patria, pedían ternura, frente a la declaración de guerra de Lucio.

Los defensores de derechos humanos Galo Chiriboga, Alexis Ponce y Gustavo Larrea, interpusieron un recurso de amparo constitucional en contra del decreto dictatorial de Lucio, pero antes de que el juez comunique al presidente la suspensión de sus efectos, ya él tenía listo su decreto para anular el precedente que apenas duró 18 horas, sin aplicarse efectivamente, derrotado por el poder popular.
En la noche continuaron las manifestaciones.

En todos los rincones de la ciudad resonaban los pitos, las cacerolas, los tablazos, los indignados grito: !Lucio Fuera! !Que se vayan todos! Ahora cientos de miles, los dos millones de habitantes de Quito, ya estaban envueltos en el drama. Y más allá en Cuenca, al sur del país, la gente ha empezado a movilizarse masivamente.

El pueblo es el poder

Con el ejemplo de Quito, como ayer el 10 de agosto de 1809, el país ha sido estremecido por la realidad, que está tras las máscaras mediáticas. El poder y sus instrumentos, el gobierno, el congreso, la corte, los partidos, han quedado desenmascarados. Representan como autores, cómplices, encubridores y beneficiarios, a un establecimiento político y económico que oprime a la sociedad, a sus sentidos, a sus sentimientos, a sus amores, a su arte y su cultura, a su educación y salud, a su alimentación, a su bienestar.

El poder en manos de las clases dominantes ha quedado además,también desmitificado, en tanto ellos buscan la forma de encontrar una puerta de salida a la crisis que proteja su control del poder, el pueblo está descubriendo en los hechos, con el asombro que provoca la simpleza de lo profundo que él, el pueblo mismo es el poder.

Para cumplir su propuestas de que se vayan Lucio y todos, el pueblo enfrenta la tarea de inventar o reinventar sus propios órganos de poder a través de los cuales disolver los poderes del establecimiento y efectivamente asumir el ejercicio de la soberanía: asambleas, comunas, parlamentos, consejos de auténticos diputados del pueblo, en cada barrio, en cada parroquia, en cada cantón, en cada provincia.

La ira popular derrota a Lucio

La presión social externa fue mucho más poderosa que el régimen político. Al colapso del "estado de emergencia" que impuso Lucio Gutiérrez el viernes 15 de abril, solo 19 horas después, le sucedió el derrumbe de la Corte Suprema, el domingo 17 y el 20 de abril, su derrocamiento por la insurrección pacífica del Quito rebelde.
Desesperados frente al crecimiento de la marea humana de repudio e indignación, la pretensión de usar toda la fuerza represiva concentrada en Quito, se deshizo como una pompa de jabón.

El Congreso rodeado por una multitud de miles de "forajidos", que incluían niños, ancianos y mujeres, aprobó por unanimidad de los diputados asistentes el cese de la Corte Suprema, incluso con los votos del Partido Roldosista (PRE) de Bucaram, pretendido beneficiario de su efímera existencia, del Partido Socialista y del Movimiento Popular Democrático, con quienes Lucio, en diciembre, armó su mayoría para instituirla. Así dos de sus principales metas, el sostenimiento del gobierno de Lucio y su impunidad y el retorno de los ex- presidentes Bucaram y Noboa y del ex-Vicepresidente Dahik, que el pueblo los consideró lesivos a su dignidad, no han tardado en ser simplemente aplastados.

La Luna y la desalienación

La radio La Luna, continuó su heroica labor abriendo sus micrófonos al pueblo, en medio de una campaña intensa de intimidación, sabotajes y ataques a su ejercicio de la libertad de expresión. El invisible pueblo, en sus ondas hertzianas, se hizo cada minuto más visible a sí mismo y empezó a reconocer su propio rostro, su dignidad sagrada y su fuerza volcánica.

Los medios de comunicación trataban sistemáticamente de disminuir el significado y alcance de lo que en Quito estaba sucediendo, pero sus esfuerzos concertados, si bien pudieron distorsionar su sentido y bloquear su réplica en todo el país, no pudieron cumplir su objetivo de aislar y asfixiar al Quito rebelde.

El pueblo descubrió que puede decir la verdad y lo que piensa, que sus reflexiones corresponden a la realidad, que con ellas se identifica la más absoluta mayoría. La Luna, había iniciado una revolución. Ocurrió que el pueblo empezó a recuperar su propia imagen, la de sí mismo, a valorar su imaginación y a descubrir que su dolor individual, personal, es colectivo. Se desencadenó como un proceso de reacción en cadena, la desalienación. No es que la vida no nos pertenece, no, la vida es nuestra. No es que la Patria no nos pertenece, no, la Patria es nuestra.

Condecorada arrogancia del poder

La arrogancia del poder, del gobierno de Lucio y sus aliados el PRE, el Prian, el MPD y el Partido Socialista y de la oposición liderada por el Partido Socialcristiano, la Izquierda Democrática y Pachakutik, les llevó a actuar por la vía de la inercia, aquella que excluye el movimiento, el cambio y la revolución. Creyeron que las fuerzas mecánicas de la capacidad de represión del Estado y la amenaza del terror podía intimidar al pueblo de Quito. Y si no, que las fuerzas mecánicas de la institucionalidad, los acuerdos tras bastidores en el Congreso, el dominio de los medios de comunicación, podrían lograrlo. Fracasaron.

El gobierno al que ese extraño escenario político había protegido, en el fondo por cumplir la orden del Departamento de Estado, de Condoleza Rice y del Pentágono y su Comando Sur, que incluso llegó a enviar a una autoridad top level, el General Myers, para condecorar a Lucio el 11 de abril pasado, en clara señal de apoyo, colapsaba inexorablemente, ante los ojos del indolente régimen político sumido en la impotencia de su propia implosión.

Se desata la ira popular

Un "forajido mas" habló en La Luna, y pidió que se concentre la gente el 19 de abril frente a la cruz del Papa, el escenario donde Juan Pablo II en 1985 se dirigió a Quito. El propósito era realizar una marcha pacífica multitudinaria para ir al Palacio de Carondelet y echar a Gutiérrez, pacíficamente, como lo hicieron los patriotas en 1809 al deponer el gobierno de la Corona Española. Y como lo hizo el pueblo en febrero de 1997 al deponer a Bucaram y en Enero del 2000 a Mahuad.

Lucio, amenazó con movilizar sus hordas. En Guayaquil, empezaron a reclutar sicarios y malandrines, formando bandas paramiltares de claro corte fascista. La FEINE, Federación de Indígenas Evangélicos, se prestó para llevar a la ciudad a 2 o 3 mil indígenas. Ordenó la concentración de miles de policías y soldados y los equipó con pertrechos especiales que incluían el temido gas mostaza, las bombas lacrimógenas con pimienta, perros rotwiler de asalto, caballos, etc. etc.

La Luna, continuaba su tarea. Las voces roncas ya por la interminable jornada, de Paco Velasco, Luis Ramiro Pozo y Atahulfo Tobar, continuaban dialogando con su auditorio extendido como un oceáno. A la guerra electrónica que en numerosas ocasiones bloqueó su señal, se sumó el lunes 18, el corte de cables, que la mantuvo fuera del aire varias horas.

El martes 19 fue un día pleno de promesas. La gente desde las primeras horas se organizaba para la concentración, preparaban sus banderas tricolores, las de Bolívar y Sucre, y rosas blancas. A las 5 de la tarde una marea humana, con la alegría de la dignidad estaba ya reunida. Luego empezó la marcha por Quito. Kilómetros y kilómetros de personas avanzaban pacíficamente hasta que llegaron a la esquina de la Virgen, frente al parque de La Alameda, donde les esperaba atrincherada la represión gutierrista.

La gente llegó e inesperadamente, como en una guerra, los policías dispararon masivamente sus bombas, Mónica Fernández, viendo como su madre era agredida, se abalanzó a los policías demandándoles que no toquen al pueblo, luego de sacudir las escarapelas de un policía, cayo desmayada, asfixiada. En un lugar próximo Julio García, fotógrafo chileno, que ha laborado en el país durante décadas, luego de señalar a la policía que no use la brutalidad como arma, también cayó desplomado.

Mónica pudo ser reanimada. Julio muy afectado, fue llevado al hospital y murió. Su vida ha quedado sembrada como la de un héroe en la historia de ésta Patria, como lo que en realidad fue cada día de su vida.

La gente buscó todas las vías alternas y fue rompiendo el cerco policial. Los manifestantes llegaron a las inmediaciones mismas del Palacio de Carondelet, a dos cuadras. Los indígenas de la Feine, movilizados como esclavos, al sentir pavor por la inminencia de la llegada de la gente, abandonaron corriendo la Plaza de San Francisco, donde les habían ubicado para eventualmente usarlos contra el pueblo.

Radio Tarqui, la legendaria estación popular, transmitía en vivo los sucesos que ocurrían incluso en sus propias puertas. Fue una noche de inspirada batalla para los forajidos y de terror para Lucio, que nervioso sentía inminente el ingreso de la gente al Palacio y ordenaba reprimir y reprimir, olvidándose que alguna vez dijo que se unió a la insurrección popular del 21 de enero del 2000, porque no podía reprimir ni disparar contra su pueblo. Su máscara se había deshecho, la verdadera imagen estaba ahora frente a él. La desesperación por huir le corroía.

La única cosa que se le ocurrió, más allá de las vacías palabras de rigor llamando a la paz, fue intensificar la represión. Llamó a su primo Renán Borbúa y él anunció que desde Guayaquil avanzaba a Quito con 5.000 personas para defender al gobierno de Lucio y hacer una manifestación pacífica frente a La Luna.

En la misma radio Tarqui, el coronel Jorge Brito, llamó a cerrar las vías de acceso a Quito para impedir la llegada de los sicarios. El Alcalde Moncayo y el Prefercto González empezaron a emitir sus disposiciones para que maquinaria pesada y material pétreo cierre las vías. Sin embargo operativos de la fuerza pública desalojaron éstas defensas. Amaneció y los buses de mercenarios avanzaban con la protección de la policía.

El pueblo se enardeció. En la Escuela Politécnica Nacional, los estudiantes salieron a impedir el paso de los buses de las bandas gutierristas, una mujer cayó de un bus y fue arrollada por una tanqueta del ejército que la dejó botada en el piso, los chicos buscaron auxiliarle, pero ya estaba muerta.

Los parlamentos y asambleas

En las vías de acceso a Quito la gente salió masivamente a cerrar el paso exponiendo su vida. En el Valle de Los Chillos los "forajidos" se concentraron en la avenida Rumiñahui y cortaron el paso. Choferes de trailers, buses, busetas y autos colaboraron, las camionetas del municipio también. Los buses con sicarios llegaron, pero no pudieron enfrentar al pueblo, buscaron salir por donde les fuera posible. La gente empezó a hablar en los altoparlantes improvisadamen te, instalados para seguir los acontecimientos, alternando con los reportes de La Luna, iban exponiendo sus ideas, una expresión de la revolución en curso.

Plantearon la necesidad de constituirse en un parlamento o asamblea del pueblo o los ciudadanos, para en ese organismo ejercer colectiva y libremente la soberanía y luchar porque su lucha no les sea arrebatada, como ocurrió con el derrocamiento de Bucaram en 1997 y Mahuad en el 2000. Insistieron en que se vaya Lucio y todos, los actores de una partidocracia que usurpó los derechos políticos al pueblo, con un régimen de partidos y elecciones impuesto por la dictadura militar de la década de los 70, bajo las imposiciones de la CIA.

En defender la soberanía de la nación, impidiendo que el Ecuador se involucre en el Plan Colombia, expulsando al Comando Sur de EEUU de la base de Manta y rechazando el Tratado de Libre Comercio con el cual se pretende destruir completamente la soberanía económica de la nación. De pronto, cuando accidentalmente un bus quedó atrapado entre la multitud, un "forajido", un hombre del pueblo, fue atropellado fatalmente, víctima de la desesperación del chofer, para luego ser llevado agonizante o muerto por una ambulancia, cuando escribo estas letras, todavía no conocemos la identidad de éste otro héroe de la dignidad.

Lucio empieza su huída

La gente se organizaba para marchar hacia la Academia de Guerra, situada muy cerca, con el propósito de plantear a los militares el cumplimiento de su deber de proteger la vida de los ciudadanos y la soberanía popular, cuando las noticias informaron que el congreso cesó a Lucio. La gente recibió con emoción ésta nueva victoria, pero inmediatamente empezó a gritar: ¡que se vayan todos!
Luego de cantar el himno nacional, la gente tomó el micrófono y explicó lo que pensaba. No podemos permitir que los partidos vuelvan a destruir nuestro país, queremos que se vayan todos.

La Asamblea Ciudadana se instaló en un debate, donde propuso la necesidad de una consulta popular para pronunciarse sobre la derogatoria de la ley de partidos, un nuevo estatuto electoral que garantice plenamente los derechos políticos de los ciudadanos y una Asamblea Constituyente, que debería basarse en los parlamentos populares o ciudadanos, para que el pueblo participe desde el barrio, la parroquia, el cantón, la provincia en las decisiones sobre la vida de la nación.

Luego de que el Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, después de haber sostenido el Estado de Emergencia y agotado sus esfuerzos para proteger al Presidente, anunció que le retiraban su respaldo. El pueblo que había permanecido desde la noche anterior en las inmediaciones de la casa de gobierno, irrumpió en la Plaza de la Independencia, con sus banderas amarillo, azul y rojo, bajo el grito: ¡Fuera Todos! ¡Fuera Todos!
Lucio salió del Palacio en un helicóptero, como reponiendo la escena de la fuga del Presidente De La Rúa en Buenos Aires. Fue al aeropuerto, donde la gente ocupó la pista para impedirle decolar, finalmente salió en el helicóptero y terminó la noche asilado en la legación de Brasil, cercada también por el pueblo.

El congreso reunido en el edificio de Ciespal al norte de Quito, fue rodeado por el pueblo, que igualmente demandaba: Fuera Todos! El nuevo Presidente, Alfredo Palacio, tuvo serias dificultades para salir de allí. Antes se presentó ante la muchedumbre y anunció que su cargo está a la disposición del pueblo.

El pueblo busca su camino

Al ¡Fuera Lucio! Que gritaban en todo Quito, la voz: ¡Fuera todos! Está indisolublemente ligada. Las maniobras del Alcalde de Guayaquil, el socialcristiano Jaime Nebot, para hacerse presente con una manifestación en su ciudad quedaron en el vacío. Lo mismo ocurre a todo el espectro de los partidos de derecha e izquierda, que comparten la responsabilidad de haber conducido al país al infierno del neoliberalismo. Y ocurre también con la Embajadora de Estados Unidos, que hasta última hora fue a visitar a Lucio en el palacio.

El pueblo en oposición a todos ellos avanza en construir sus parlamentos y asambleas para recuperar sus derechos politicos y el ejercicio pleno de su soberanía, para socializar el poder, superar las condiciones de opresión en la que se debate y asumir la reconstrucción de su Patria, liberándola de la tutela colonial extranjera.