El lunes, el Partido Baas de Siria inició su décimo congreso. El segundo desde que Bachar El Assad asumió el poder en 2000, pero el primero desde la caída del Baas iraquí. Este congreso determinará en gran medida el futuro de Siria, ya sea hacia una apertura o hacia el repliegue en sí misma. Hoy en día, tras la retirada del Líbano obtenida gracias a la presión internacional, el poder sirio vacila. El régimen perdió un satélite y perdió prestigio. No obstante, después de haberse retirado del Líbano, el gobierno de Assad se ha recuperado un poco. Pero mientras más fuerte se siente, menos concesiones hace.
En marzo, el embajador sirio en los Estados Unidos había prometido que en el mes de julio no habría prisioneros políticos en Siria. Yo dudo que repita hoy esa promesa. Según las organizaciones de defensa de los Derechos Humanos, sigue habiendo 1 500 prisioneros políticos en Siria y, desde marzo, 40 personas han sido arrestadas. En mi condición de ex prisionero, encarcelado durante 16 años, me siento escéptico con respecto a las intenciones del gobierno sirio.
El Congreso podría decidir abrir las elecciones a los demás partidos, pero la Constitución seguiría dándole la supremacía. Un cambio como ése sólo sería superficial, cosmético. Nadie espera que se ponga fin al estado de emergencia que garantiza el poder del Baas. Paradójicamente, las presiones internacionales debilitan al régimen, pero fortalecen el círculo de Bachar El Assad y al presidente sirio contra los ex aliados de su padre. No hay dudas de que aprovechará el Congreso para deshacerse de algunos de ellos. Pero para lograrlo, tendrá que asumir una posición personal a favor del partido único y brindar garantías a las fuerzas de Seguridad. Esa actitud es la que representa un obstáculo para las reformas, no la vieja guardia.
Los sirios, sin embargo, rechazan una influencia extranjera que sumiría al país en el mismo caos que reina en Irak. Hacen falta presiones internacionales que, mediante la aplicación de sanciones económicas, obliguen a Siria a cambiar. La devolución del Golán podría servir de moneda de trueque en caso de buen comportamiento. No olvidemos que los cambios de régimen son fáciles, pero no tienen que ver con la estabilización de un país.

Fuente
International Herald Tribune (Francia)
El International Herald Tribune es una versión del New York Times adaptada para el público europeo. Trabaja directamente en asociación con Haaretz (Israel), Kathimerini (Grecia), Frankfurter Allgemeine Zeitung (Alemania), JoongAng Daily (Corea del Sur), Asahi Shimbun (Japón), The Daily Star (Líbano) y El País (España). Además, a través de su casa matriz, lo hace de manera indirecta con Le Monde (Francia).
New York Sun (Estados Unidos)

«Don’t Rush the Revolution», por Yassin al-Haj Saleh, New York Times, 4 de junio de 2005.
« Syria: Don’t rush the revolution », International Herald Tribune, 6 de junio de 2005.