Al desmoronarse el poder en Europa Central y Oriental, el 83% de los eslovenos se pronuncia por la independencia de su república durante un referéndum. Por su parte, el 94% de los croatas aprueba una resolución más sutil a favor del reforzamiento de la autonomía. Las dos repúblicas sacan también sus propias conclusiones ante el rechazo de Serbia a ceder la presidencia rotativa de Yugoslavia. El 25 de junio de 1991, ambas se separan de Yugoslavia -que se ve entonces divida en dos partes- y proclaman más tarde la independencia. Serbia lanza inmediatamente un ataque relámpago contra Croacia y, dos semanas después, contra Eslovenia. La aviación yugoslava ataca blancos precisos de la infraestructura con el objetivo de arruinar ambas repúblicas y de impedirles así alcanzar la independencia.