Como no hay peruanos capaces de enseñarle temas y análisis de la realidad nacional, Jaime Salinas, importó al asesor norteamericano, Dick Morris, y dijo que era “un empresario de las ideas”. ¿Qué significa lo antedicho? En realidad es un misterio de esos que en tiempos de la globalización pueden decir poco o nada. Pero, Morris, tuvo una ocurrencia discutible, dijo que Salinas era el “Alvaro Uribe peruano”. Flores van, flores vienen.

Comencemos con el desafortunado parangón de Morris. Uribe es el presidente colombiano que ha poco dio una demostración soberana de vasallaje ramplón: fue al rancho donde George W. Bush disfrutaba de sus vacaciones en Crawford, para rendirle cuentas y ratificarle su magnífica disposición de empujar, “sí o sí”, el TLC que esta nación también firmaría con Estados Unidos. No sólo eso. Uribe es probablemente el mandatario más servil a los planes norteamericanos de que se tenga memoria en muchos lustros. El Plan Colombia va viento en popa y hasta hay proyectos siniestros de extenderlo hacia Perú. ¿Se siente feliz con lo antedicho Salinas?

Por lo tanto, si algo sabe de Latinoamérica, Dick Morris, parece tener una habilidad especial para disimularlo. ¿O estamos frente a un caballo de Troya, personificado por Jaime Salinas y expresado públicamente por un intonso Morris que entiende tanto de política latinoamericana que arranca diciendo estupideces monumentalmente torpes? Haría bien Salinas en aclarar en qué estriba la diferencia que él dice proponer frente a los partidos que él llama tradicionales.

No es todo. Salinas afirmó que Morris era “un empresario de las ideas”. ¿Y qué hay de nuevo en pretender que alguien personalice en Perú el tristísimo papel de testaferro de Estados Unidos que ha cumplido Alvaro Uribe? De quintacolumnas, traidores, serviles orgánicos y vendepatrias, está lleno el espectro político peruano. Hablan de oídas, respaldan chismes, repiten dicterios, fabrican la destrucción de honras merced a cualquier cosa con tal de justificar los miles de dólares que cuestan. ¿De dónde saca Salinas el dinero que va a costar la “asesoría” de Morris?

Por tanto, Morris, el llamado “empresario de las ideas”, inauguró su estancia en Perú lanzando una comparación que tiene todos los ribetes de un insulto internacional. Uribe en Colombia significa el entreguismo, la violación sistemática de los derechos humanos, el regalo legalista de cualquier patrimonio, la renuncia humillante al destino nacional para obsequiarlo a Estados Unidos cuyo plan geopolítico es conocido y para nada oculto. Nuevamente la pregunta va directa: ¿es eso lo que propone Jaime Salinas?

El neoliberalismo, en todas sus versiones, pretende la destrucción del debate y la invalidez de las ideas. El individualismo, el mercado, el egoísmo, la absoluta carencia de identidad con la historia y la tradición, son perfiles que hoy ostentan los tecnócratas, las empresas transnacionales y su infinita voracidad de convertir en negocio cuanto se le ponga al frente. La moda, ya en Perú, es lucrar con el agua. Y mientras que en Bolivia y Argentina, botan a esas empresas por corruptas y caras, aquí se abren las puertas a esta clase de negociados.

El señor Salinas es parte del establishment. No cuestiona nada, pretende que todo siga igual a través de maquillajes de imagen y para eso tiene a Morris. No sólo es que un gringo bocatán deba asesorar a un candidato a la presidencia del Perú, sino que además, se dé el lujo de proponer la versión criolla de un traidor de las calidades apóstatas que luce sin vergüenza en Colombia Alvaro Uribe. ¡Aquí tenemos a nuestros propios malos elementos como para imponer clones o arquetipos foráneos! ¡Habráse visto!

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!