¡Volvió a las andadas! ¡No le bastó generar un fracaso y ridículo estentóreo impulsando la censura de una mesa directiva que terminó vigorizada gracias a su torpeza conspicua! ¡Ahora, Fernando Olivera pide que la OEA, la agencia preferida de viajes y escapes de asesinos y delincuentes como Vladimiro Montesinos, envíe una misión (otra) supervisora del "diálogo" y solicita que vengan César Gaviria y Lloyd Axworthy! ¡OEA chaperona: Ra! Ra! Ra!

Un cáncer republicano y muy español ha sido la habladuría gárrula y caudalosa. Somos productores de océanos de lugares comunes y estupideces tan bellas que parecen tomar, a veces, contornos reales. Nos conmovemos por naderías a troche y moche y reputamos como hombres y mujeres de ciencia a vulgares mequetrefes que han hecho de la política vil negociado culpable. Y en esto, los periodistas y los medios de comunicación, con honrosas excepciones, devienen en autores de un crimen contra la democracia. Por ejemplo en Canal N se presenta semanalmente la señora María Jesús Espinoza, parlamentaria vinculada a la trampa de un millón de firmas. ¿Cuál es el pacto entre el gobierno y este canal? Las otras televisoras no cejan en difundir las sesudas expresiones del fujimorista embozado Olivera a quien poco falta denunciar a la luz solar por no aparecer todos los días con el calor que le provea de un bronceado ideal para su apetito presidencialista.

Promover ahora que la OEA actúe de chaperona o supervisora de un diálogo falso y que el régimen torpedea diariamente, sólo constituye un dislate, una locura ociosa, un escupitajo al pueblo peruano. Hasta donde yo recuerdo, César Gaviria es quien jalándose los pelos y ante un inminente "golpe militar" se desvivió en esfuerzos para buscar asilo a Montesinos. ¿O me equivoco? ¡De manera que Olivera no puede quejarse: no esta sólo en sus esfuerzos pro-fujimoristas!

Señoras y señores, si los que tienen que decir algo callan, estamos condenados a un lustro más del reino de la delincuencía y la inmoralidad. Los dirigentes políticos no son capaces de llamarse entre sí y forjar la concertación para botar a la dictadura y meter a la cárcel a los monreros que han convertido al Perú en un potrero lleno de bosta. Cada quien piensa en su futuro en el Parlamento (y sus miles de dólares de sueldo), en alguna alcaldía, en un puesto público, en una asesoría de esas que generan ingresos colaterales gruesos y coimeados. ¡Qué asco!

En Trujillo visité la tumba de ese patricio democrático que fuera Víctor Raúl y en diálogo silente, como antaño, al conjuro de su risa y consejo fraternos, le comenté al Viejo que sigo en la lucha con humildad y desde la tribuna periodística. Y por respuesta recibí el elan de una causa superior, inmarcesible, que no tiene precio y sólo amor, amor por el Perú y su pueblo.

¡Aquí no necesitamos chaperones o parlamentarios mediocres, sino echar a la dictadura! ¡Reconciliemos al Perú, por supuesto! ¡Y para ello hay que abrir las cárceles para que las ratas no ensucien las calles y alamedas del país y vuelvan a su lar natural y de excelencia! ¡Viva la democracia! ¡La lucha está en las calles!

*Liberación, Lima-Perú 14-10-2000