La débil oposición venezolana cuenta con dos aliados relevantes: los medios comerciales de comunicación locales e internacionales del campo capitalista, y la manifiesta, descarada intervención de Estados Unidos en contra del régimen de la revolución bolivariana. En ese plano, se desarrolla una acción mancomunada: mientras la señora Arroz (Rice) llama al aislamiento de Venezuela, la Central Intelligence Agency (CIA) realiza el trabajo más sucio mediante actos criminales y financiamiento de la propaganda anti Chávez.

Para ese proceder, hay un modelo que se practicó en Chile en los años 60-70 del pasado siglo. Según se reveló después del derrocamiento y muerte del presidente Salvador Allende “Artículos originales de la CIA fueron reproducidos en periódicos europeos y latinoamericanos. Una revisión parcial indicó que 726 artículos, transmisiones radiales , editoriales y textos similares provinieron directamente de la actividad de la Agencia”.Agréguese que en Chile, la CIA sobornó directamente a periodistas y medios de comunicación con millones de dólares.

Regresemos a Venezuela donde, como ésta documentado, los órganos de información privados, practicaron un desvergonzado respaldo al fallido putsch del 2002. Mas, lejos de abandonar tal postura que viola elementales normas éticas, han proseguido en ella con al apoyo decidido de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP).

Otra analogía. Como sucedió en Chile, ahora en Venezuela se enarbola bandera pirata de una supuesta libertad de prensa. Hay carencia de libertad d expresión proclaman en Caracas los mismos órganos que circulan sin obstáculo alguno. Ya en el 2000, la SIP caracterizó a Venezuela como “país de riesgo para el libre ejercicio de opinión y de prensa”. Lo que originó tal calificación semejó un paso de comedia pues se basó en comentarios radio-televisivos que hizo el presidente Chávez. Un despacho de la época apunta que el gobernante calificó al empresario Andrés Mata Osorio, entonces editor del diario “El Universal” (Caracas) de “caudillo, tirano, obsesivo, corrupto, Tarzán (sic) y enemigo del régimen y del pueblo”.

En esa fecha, Chávez describió a la SIP como una instancia empeñada en perturbar y confundir a la opinión pública internacional. Al año siguiente (2001) dio más luz sobre la “indignación” de la SIP cuando denunció una “conspiración mediática de un grupito de cuatro o cinco personas que durante años han ocupado un poder mediático, han manipulado y han chantajeado”.

El binomio CIA-SIP no se detiene pues recursos materiales le sobra. Luego de su reciente reunión semestral en Ecuador (17 al 20/3/06) emitió un comunicado con ataques preferentes en contra de Venezuela y en el cual respira por la herida que le duele tanto como las transformaciones sociales: la caja de fondos. Leamos:

“En Venezuela, el presidente Hugo Chávez está siendo (mala traducción del inglés) cada vez más efectivo en acosar y castigar a los medios independientes (sic) a través del uso de una tributación arbitraria, la intimidación con activistas adoctrinados”, etc. En seguida y siempre en una suerte de espangles agrega: “Bajo la Ley de Responsabilidad Social para la Radio y la Televisión se aplican sanciones que confiscan (sic) los espacios de transmisión regular de los canales privados..” De remate, una perla: “A esto se suma el uso abusivo por parte del presidente de los espacios que destina a las cadenas de obligatoria transmisión”.

Así opina la SIP del hecho magno en la historia de la comunicación social como lo es que un Jefe de estado informe directamente a la ciudadanía.

Al anunciarse que Chávez viajaría a Chile para la transmisión del mando presidencial a Michelle Bachelet, el diario local “El Mercurio”, miembro destacado de la SIP, publicó cotidianamente ataques contra el Jefe de estado venezolano, escritos que tenían claramente la marca CIA. El embajador en Santiago, Víctor Delgado Monsalve, emitió un comunicado de protesta dirigido a la opinión pública y en el cual puntualiza:

“No es de extrañar que un medio de prensa que en el pasado utilizó estrategias similares para desestabilizar a un gobierno democrático, ahora lo haga con otro legítimamente constituido y que cuenta con amplio respaldo popular”.

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