La reciente absorción de Cablevisión por parte del Grupo Clarín junto con el fondo de inversión Fintech Advisory marca una nueva señal de alerta en cuanto a la concentración de la comunicación, entendida ya no solo como medios tradicionales (gráfica, radio, televisión) sino en sentido amplio, abarcando Internet y telecomunicaciones. A modo de respuesta, las telefónicas anuncian, desde la propia casa de Gobierno, millonarias inversiones para posicionarse. Dejan de tallar aquí los nombres de las estrellas televisivas y entran a escena otros como Cablevisión, Fibertel, Prima, Telecom y Telefónica.

En el ámbito de las comunicaciones, y con particular énfasis a partir de los cada vez más dinámicos cambios tecnológicos, los movimientos empresariales se anticipan a la legislación. Según una investigación realizada por el Instituto de Prensa y Sociedad –una sociedad latinoamericana de periodistas, con sede en Lima– coordinada por los argentinos Martín Becerra y Guillermo Mastrini, y plasmada en el libro Periodistas y magnates, en materia de comunicación, “la dificultad por parte de los Estados latinoamericanos para establecer políticas claras que favorezcan algún grado de participación de la sociedad es un factor histórico. Puede afirmarse que ha sido el mercado el que ha fijado de hecho las principales estrategias en el sector infocomunicacional para que, con posterioridad, el Estado ajustara el marco regulatorio a dicha situación”.

Empero, la concentración mediática no es patrimonio argentino, por el contrario, ya es una tendencia global que tiene especial relieve en América latina. Mastrini y Becerra señalan en su libro que “se verificaron significativos niveles de concentración de la propiedad en todos los países. El dominio de ventas, audiencias y abonados, así como de la facturación de las cuatro empresas más grandes de cada sector es elevado, y va desde el 40% en el caso de la radio a más de un 95% en telefonía básica y móvil y televisión paga”.

¿Cuál es la importancia para el público en general de que los propietarios de los medios que utiliza para informarse sean pocos o muchos? La diversidad de fuentes hace a la riqueza de la información recibida, y a la posibilidad de todos los sectores de emitir sus mensajes y estar presentes en el debate social, hoy en buena medida desarrollado a través de los medios de comunicación.

Por caso, no resulta un tema menor el rol de los medios masivos en la instalación de agendas sociales y económicas, su caracterización de los distintos sectores sociales y políticos, y su poder en cuanto a determinar qué sucesos resultan noticia. Estas cuestiones son las que dirimen las líneas editoriales fijadas por los dueños de la comunicación.

En el capítulo dedicado a la Argentina, la investigación coordinada por Becerra y Mastrini concluye que en casi todos los mercados, con excepción de la telefonía, hay una importante cantidad de operadores, pero la mayoría solo alcanza una “presencia testimonial”. De tal modo, la concentración favorece la uniformidad de mensajes, y quizás la mejor constatación de sus efectos sea la verificación de la ausencia en los medios masivos de las problemáticas regionales del interior argentino y la omnipresencia de las cuestiones porteñas, por citar solo un factor geográfico de distorsión informativa, entre muchos otros.

Para Héctor López Torres, secretario de Organización de la Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires (Utpba) “la concentración de la propiedad de la comunicación representa la vía de extinción de todo vestigio de libertad de expresión y democracia informativa, que están en su momento más bajo de la historia. No hay dictadura política y económica sin comunicación monopólica –añade–, por eso desde la Utpba sostenemos que no habrá democracia informativa sin democracia económica”.

En el mismo sentido opina Héctor Polino, ex diputado nacional y miembro de la organización Consumidores Libres: “La fusión de Multicanal y Cablevisión vulnera la posibilidad de registrar el pluralismo que existe en la sociedad argentina. Por ello es conveniente facilitar opciones alternativas en materia de información y diversidad cultural, ya que el Estado tiene el derecho y el deber de ejercer su función soberana que garantice el pluralismo”.

Multicanal y Cablevisión, desde hace mucho tiempo, operan bajo una política de no competencia, sin invadir uno las zonas del otro pero sin mostrar la misma amabilidad hacia las pymes, con las que aplican agresivas políticas comerciales que incluyen precios predatorios y presión vía el control de las señales, con el caso emblemático de los derechos de transmisión del fútbol como ariete. De acuerdo con una denuncia de la Cámara de Cableoperadores Independientes, los precios en las zonas donde tienen competencia de pymes son notoriamente menores que en aquellas localidades donde actúan con exclusividad.

Al respecto, el abogado y ex juez federal cordobés Miguel Rodríguez Villafañe, presidente de la Asociación Iberoamericana del Derecho a la Información y la Comunicación, relata que “esas empresas ejercieron un verdadero dumping bajando sus precios en determinados lugares para sacar del medio al nuevo prestador. Así han hecho en Córdoba, con un pequeño sistema de cable que opera en cinco barrios del sur de la ciudad, en donde el precio del abono se bajó significativamente solo para no dejar que se consolidara este emprendimiento”.

Este accionar debería ser tenido en cuenta por la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia a la hora de autorizar o no la fusión, ya que si cuando pertenecían a distintos dueños las dos empresas actuaban de esa forma, qué no harán integradas al mismo holding. Es decir, la concentración no solo afecta los contenidos de la comunicación, sino también el bolsillo de millones de argentinos, teniendo en cuenta, asimismo, que la operación comprende a las compañías vinculadas, es decir, Fibertel, Prima, Flash, Teledigital, Ciudad Internet y Fullzero. El sistema, según el comunicado emitido por el grupo para anunciar la operación, llegará a uno de cada cuatro hogares argentinos.

Casi un monopolio

Los cableoperadores independientes afirman que si se autoriza la fusión entre Multicanal y Cablevisión, “dominarían más del 60% del mercado de TV por cable”. Pero a no preocuparse, el diario más vendido del país informó a sus lectores sobre el hecho titulando con candor: “El capital nacional regresa a uno de los líderes de la TV paga”.

En tanto, el diputado nacional Osvaldo Nemirovsci, presidente de la Comisión de Comunicaciones e Informática de la cámara y una de las principales voces kirchneristas en la materia, advierte que “es cierto que habría que analizar con prudencia esta operación, no sea que un prestador de servicios de radiodifusión obtenga una porción de mercado que lo posicione como dominante, y pueda ponerse en riesgo la libertad de expresión e información. Sin embargo, prefiero que haya capitales nacionales en este negocio”.

El legislador rionegrino asegura que “la fusión no va necesariamente en detrimento de los contenidos. Si bien existen riesgos, se pueden controlar”. Claro que si los organismos encargados de controlar a los medios de comunicación no lograron siquiera que los canales de televisión cumplan con los horarios de su programación, cabe preguntarse cómo podrán enfrentar escenarios tan complicados como el de la disputa de conglomerados económicos cuasi monopólicos.

En el otro rincón

En un proceso paralelo al de la concentración mediática, la privatización de la empresa nacional de telecomunicaciones en los 90 derivó en sendos monopolios que a lo largo de más de una década acumularon millonarias ganancias brindando el servicio con exclusividad, y hoy reclaman que se los habilite para operar, convergencia mediante, en comunicación y radiodifusión. Por caso, el titular de Telefónica se reunió con Kirchner para ratificar una inversión de 1.300 millones de pesos. Telecom no le fue en zaga, y puso 1.000 millones en la lista de inversiones anunciadas para 2007 y años subsiguientes. En ambos casos, acompañaron estas determinaciones con velados –y no tanto– pedidos públicos de apertura del triple play (telefonía, Internet y televisión por el mismo cable).

A todo esto, es de suponer que si las dos grandes compañías telefónicas ahora exigen que les abran la puerta para salir a jugar en otros mercados, ya cubrieron el país de teléfonos, a lo largo y ancho del territorio. No es así. Son más de dos mil los pueblos del interior que solo cuentan con un teléfono semipúblico. En virtud de que el Estado nunca obligó a las compañías a cumplir con el servicio universal, las telefónicas prefirieron desarrollar masivamente la telefonía móvil que seguir invirtiendo en telefonía fija. La razón es muy sencilla: los celulares no tienen precios regulados, y las tarifas telefónicas están congeladas desde hace tiempo, por caso, el costo de un minuto de llamada por celular equivale a diez veces el de una llamada de teléfono fijo. Donde está lo que los analistas llaman la “crema” del negocio, hay inversión y constante renovación tecnológica, en tanto, en las áreas marginales, un semipúblico y basta. Salvo que esas pequeñas localidades cuenten con una cooperativa telefónica: allí sí existe el servicio universal, y cada vecino accede a teléfono e Internet en su casa.

Se trata, en definitiva, de una pelea de gigantes, cuyo resultado marcará la cancha de la nueva ley, tanto de radiodifusión como de telecomunicaciones. El Gobierno, hasta ahora, no hizo más que consolidar el esquema concentrado al no legislar, por un lado, y otorgar diez años más de explotación a los licenciatarios de canales de TV y radios, por el otro. Si se confirma esta tendencia –cuya única señal contradictoria fue la modificación del artículo 45 de la ley de la dictadura y el reconocimiento de algunas radios comunitarias–, lo que viene no es otra cosa que una mayor concentración y, por consiguiente, la renovada marginación de la comunicación de múltiples sectores de la sociedad. En la medida que no se favorezca la actuación de medios alternativos, locales, comunitarios, medios públicos, y se concrete alguna medida razonable de diversidad en la oferta cultural y mediática, el usuario seguirá condenado a ejercer la democracia del control remoto, es decir, cambiar de canal para que nada cambie.

# Revista Acción (Argentina)