Sufrió como tantos jóvenes en nuestro país, y en el continente en general, la frustración de obtener un título debido a los magros ingresos con que cuentan las economías familiares.

Es argentina. Tiene la mirada, la voz y la sonrisa suave pero segura, propia de la sangre de los pueblos originarios heredada de su madre boliviana y su padre salteño.

Reconoce haber sabido que solo existía un país llamado Cuba, pero nada más. Hasta que un grupo de militantes de la Casa de Amistad Argentino-Cubana puso en el aire de una FM zonal el aviso sobre la posibilidad de acceder mediante becas a su anhelada carrera. Y encima gratis; no lo podía creer, ni ella ni su familia. La información radial dio sus frutos, logró destruir la “mentira organizada” y puso en marcha un hecho concreto y contundente.

Así las cosas, Noemí Fabián sacó su título de Analista en Sistemas, comenzó los trámites y logró un lugar en la universidad caribeña donde cada año ingresan 1500 estudiantes provenientes de 24 países; 19 latinoamericanos, 4 africanos y EE UU.

Y como lo dice la teoría del socialismo científico que “nada se detiene y todo se transforma” a la joven le pasó lo mismo. Hoy nos dice que esta “feliz de estar en Cuba, pero no son fáciles los primeros tiempos de adaptación y más en un país bloqueado económicamente por el imperialismo norteamericano. Sí, hay carencias pero también dignidad; pasa que con ganas y decisión se supera todo”, nos cuenta junto a sus padres en su casa de Moreno, en el Oeste del conurbano bonaerense, horas antes de regresar a la isla después de unas merecidas vacaciones.

“Al llegar estuvimos todas las delegaciones juntas y confraternizamos hablando mucho de política, así nos fuimos conociendo entre todos y las realidades de cada país”, agregó.

“Los dos primeros años, el premédico, es para nivelar los conocimientos generales ya que cada uno llega con distintas experiencias; luego a partir del tercero se estudia por la tarde y por la mañana asistimos al hospital para conocer la técnica médica, como así también se sale a los barrios donde se aprende desde tomar la presión hasta armar una historia clínica”, señaló Noemí con énfasis.

Sus cinco años en la tierra de la revolución socialista le hicieron ganar sabiduría y poder así discernir sobre las diferentes estructuras de salud: “lo que aquí se conoce como médico de cabecera y cobra per cápita, allá un profesional atiende alrededor de 300 personas de cada pueblo y gratis. Además en ese lugar existe un policlínico agregado a un hospital general en cada ciudad que también son gratuitos. Es que todos los habitantes tienen asegurada la salud, gratuita y solidaria. No dan turnos para dentro de seis meses como en Argentina, como máximo esperaras algunas horas, pero en el día te vas atendido. Sucede que en Cuba hay tres prioridades básicas: la salud, la educación y la seguridad para todos, sin excepción” afirmó.

Sin embargo, aún deberá sortear mas escollos a su regreso a la Argentina; la casi imposible homologación de su título aquí en su propio país, en su propia tierra. No solo por las burocracias sino por la existencia de leyes anticubanas que de forma encubiertas accionan a diario por los pasillos oficiales.

En nuestra charla tampoco dudó al opinar sobre el Che, Fidel o Camilo Cienfuegos entre otros: “¡Como una persona puede entregar tanto, tanto sin pedir nada!”. Lo dice con admiración.

Pero la futura profesional de la salud no solo conoció in situ la tierra de la revolución cubana; en la tierra de Martí conoció el amor. Allí se enamoró de Manuel Roberto Rebollar Finia, un joven cubano estudiante de medicina con el que se casó en Buenos Aires y que el año próximo los dos recibirán sus diplomas de médicos en la isla.

(*) Periodista – comunicador social.