No miente este par de enfants terrible de la informática que, de recibir la mesada de papá, pasaron a convertirse en multimillonarios de la lista de Forbes. No mienten en sentido literal los increíbles chicos de Sillicon Valley, pero lo hacen por sustracción. Google, más que pretender cambiar el mundo, lo que piensa, con la misma tranquilidad de quien lía la hoja de un puro, es dominarlo. Así de fácil. Lo lamentable está en que, simple y claramente, tienen el potencial tecnológico y la preeminencia absoluta en el giro, binomio de cartas básicas a su favor, a lo cual se une el elemento añadido de que, pese a que cuanto podamos impugnarlo, necesariamente hasta los que nos percatamos del poder sojuzgador de Google, debemos a la larga carenar en sus costas a falta de alternativas visibles.

Lo de controlar el mundo halla corroboración por estos días con un nuevo hecho: acaban de lanzar Google Trends for Websites, una herramienta que permite conocer el tráfico de un sitio web, los lugares de procedencia de sus usuarios, y comparar estos datos con hasta cinco webs diferentes al mismo tiempo, según anuncian los diarios del planeta.

El matutino madrileño El País, el mismo que se hartó de prodigarle elogios días atrás, cuando al megapolio informático le concedieron el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades 2008, ahora dice, no sin ausencia de razón, lo siguiente: "Esta iniciativa ha levantado algunas fuertes críticas, principalmente porque Google, haciendo gala de su característico oscurantismo cuando se trata de dar datos internos sobre su negocio, no va a permitir analizar el tráfico del buscador ni de ninguna de sus webs como YouTube, Picasa o Orkut".

"Nuestra política es no facilitar pistas sobre nuestras finanzas internas, y decidimos no publicar cifras de Google de acuerdo con esta política", propala sin cortapisas la compañía en un comunicado oficial. Y añade El País: "La otra gran crítica a Google Trends for Websites es precisamente que su principal fuente de información es su propio buscador, su barra de búsquedas, y no da una perspectiva más global".

El propio Google es consciente de las limitaciones de su sistema cuyos datos califica de "estimaciones", y además recuerda que es un producto que aún forma parte de su laboratorio por lo que aún tiene que evolucionar y mejorar, matizan quienes en periódicos cuya tinta todavía está fresca, ensalzaron hasta la estratosfera esta suerte de "octava maravilla".

"La mayor agencia de detectives del planeta", puntual sambenito que algunos investigadores le han colgado a la corporación regida por los intereses de dominación geoestratégicos yankis, agrega otro mecanismo de control para tener chequeados a miles de millones de internautas del planeta.

Google conoce gustos y preferencias de sus usuarios, casi tanto (o más en ocasiones) que sus propias parejas o familiares. Sabe qué credo político y religioso profesan, sus inclinaciones culturales, sus preferencias en los deportes; está consciente, incluso, de su orientación sexual y sus predilecciones y fantasías en el terreno erótico, en razón de las páginas porno que consultan, pues como se ha divulgado en reciente informe, la mayor parte de los interesados llega a su objetivo en este campo por la vía del buscador y no a través de la dirección directa URL.

En fin, en la corporación tienen una radiografía completa de quién es quién, sin derecho a confusión, pues todo está bien delimitado, lo mismo mediante fichas tan sencillas como observar el rango de accesos, como a partir de complejísimos algoritmos en cuya utilización -la verdad sea dicha- nada ni nadie aventaja a los "muchachos" del buscador.

Suscribiendo parte de las palabras del comentarista Sergio Rodríguez, del rotativo ibérico El Mundo, "si alguna crítica se puede hacer a Google es su afán por acapararlo todo, su ’plan para dominar el mundo’, que cuenta con más datos de sus usuarios que ninguna otra compañía". Como han apuntado estudiosos del tema, en el inicio del tercer milenio enfrentamos una situación única en la historia, que hace que una corporación privada de América determine la manera cómo buscamos informaciones.

Al comunicársele a Eric Schmidt, presidente mundial de Google, la noticia del Príncipe de Asturias del año, el magnate dijo a la prensa: "El modo en que se va a seguir trabajando en el mundo es éste, conociendo lo que necesitamos, aprovechando la información que tenemos y comunicándonos, y creando un humanismo nuevo, del siglo XXII". Si eliminamos lo de "comunicándonos" en adelante, todo lo anterior es una muy buena autodefinición de sus propósitos.

Nota publicada en el portal de la UPEC http://www.upec.cu/)