Hace pocos días los argentinos nos vimos sorprendidos con una nueva emisión de Canal 9, atrapados por el título rayano en la vulgaridad e impresionados por la campaña en distintos medios para presentar el envío diario. Me refiero a “Sin tetas, no hay paraíso”, telenovela colombiana, éxito de audiencia en Uruguay y México, basada en el libro homónimo de Gustavo Bolívar, que narra la historia real de adolescentes que sueñan con escalar en la sociedad utilizando sus cuerpos y la belleza artificial para lograrlo.

Según el sitio Web de la Cadena Caracol –dueña del producto- el relato está centrado en "donde la falta de educación, la ignorancia y la necesidad de conseguir dinero hacen que las jóvenes caigan en un medio donde su cuerpo es la única opción para alcanzar sus metas”. Y según mi apreciación periodística –luego de ver varios capítulos- la trama de la historia esta marcada por el narcotráfico, la prostitución y el universo del crimen. Todo tratado con profesionalismo mediático y sin importar que las protagonistas sean menores de edad.

Si vemos que en el mismo horario la competencia ubica a blondas señoritas patinando, bailando, llorando y mostrando al máximo sus dotes de objetos sexuales; podremos coincidir que si nos gustan los culos veremos canal 13, si nos ratoneamos con las tetas, miramos canal 9. El elemento central sería mostrar a la mujer como un simple objeto sexual, pero detrás de esto debemos entender que si naciste mujer, deberás ser rubia, voluptuosa, joven, y ofrecerte sexualmente para triunfar en la vida.

Si desde otros programas pseudo infantiles como “Patito feo”, incitan a nuestros niños a mantener relaciones desde temprana edad con el sexo opuesto. Si desde los programas de refrito, de chimentos, de espectáculos y magazines matinales de lo único que se habla es de estos temas. ¿Cómo podremos educar a nuestros hijos, para que sean el futuro de la patria, como sentencian los políticos en campaña? ¿No será una epopeya criar con valores culturales a un hijo en este siglo?

Los jóvenes ven como algo cotidiano el alcohol, las drogas y el sexo fácil; para muchos forma parte de la moda y el consumo como es un jean, un mp3 o un teléfono móvil.

Según especialistas consultados los verdaderos transmisores de cultura para los jóvenes son sus amigos y compañeros, la barra, la esquina, el kiosco o parada donde se relacionan y los medios de comunicación que es el universo multiforme de imágenes y palabras a través de líderes musicales, conductores juveniles o personajes de TV muy queridos “que bajan línea” acerca de los que es bueno y/o malo, lo que es “careta” o lo “que tiene onda”, más allá de cualquier sugerencia de padres o educadores.

El lector asegurará con razón que sin cliente no hay prostitución, ni tráfico de personas. Sentencia de perogrullo como filosofar que sin clubes de fútbol no habría barras bravas, o sostener que sin amantes no existirían parejas estables engañadas. También coincidirá que cada uno es dueño de mirar determinado programa de TV, o utilizar el control remoto.

Para los especialistas en medios de comunicación será la verdad obvia de un tiempo real, en el que la TV nos muestra una libertad sexual de fantasía mientras crece la esclavitud.

Es tiempo de poner algunos límites, y esto no es censura. Es tiempo de ofrecer a los mercaderes de lo fácil, a los intermediarios del consumo, una barrera; y esto no es oscurantismo religioso.

La madre de las batallas es cultural, empecemos a jugarla, pensemos en el futuro de las generaciones y brindemos una resistencia cultural desde los que todavía elegimos con quienes caminamos, que leemos y que programas de televisión miramos. Y si no les gusta la idea, avisen ahora, así sabremos a quienes contar de nuestro lado, por que el adversario es poderoso y debemos comprender que maneja el control remoto de nuestras vidas.

Nota publicada por la Agencia 144 (http://www.agencia144.com.ar/home.html)