Por Jorge Serrano Torres*
Lima, abril del 2009

“Conoce a tu enemigo tanto como a ti mismo y ni en cien batallas serás derrotado”: Sun Tzu, “El Arte de la Guerra” (siglo V, a. C.).

Las fuerzas del orden conocen cuáles son las rutas más usadas por las mafias del narcotráfico en el transporte de droga e insumos químicos para elaborarla, y que éstas son protegidas por sicarios de dichas organizaciones criminales o por las facciones de SL a su servicio; quienes emboscan y atacan a policías, militares y civiles, para luego huir y cobijarse en el monte. Consecuentemente, se debe minimizar la posibilidad que se continúe asesinando sistemáticamente a policías y militares que vigilan estas áreas de influencia del narcoterrorismo, en autos-patrulleros comunes o camionetas comerciales; estableciendo que sólo circulen unidades especializadas antisubversivas y antidrogas de la policía y de las fuerzas armadas, en camionetas blindadas que resistan disparos de fusiles y dispongan de una torreta con ametralladora, para repeler ataques e inspeccionar esas regiones con mayor seguridad y protección.

En esa dirección, que implica una firme decisión política del gobierno, para otorgar los recursos económicos necesarios, también se necesita concretar la total operatividad y modernización de los helicópteros rusos de transporte de personal, modelos MI-8, MI-17 y MI-26T, así como los helicópteros de ataque MI-25, usados por el Ejército y la Fuerza Aérea del Perú, sin dejar de procurar adquirir nuevas y más modernas aeronaves hasta alcanzar una flota de por lo menos, 30 helicópteros que permitan desarrollar frecuentes operaciones helitransportadas, con un horizonte de mediano y largo plazo, en los Valles del Alto Huallaga y del Monzón, el VRAE y otras regiones donde podrían diseminarse o desplazarse los grupos narcoterroristas.

Tendiendo a usar del mismo modo, los valiosos recursos de la ‘Inteligencia Geoespacial’, ‘Inteligencia de las Imágenes’ y la ‘Inteligencia Electrónica’, mediante un persistente soporte satelital y aeronáutico de última generación; con capacidad de visión térmica e infrarroja, en tiempo real, para operaciones diurnas y nocturnas de alta precisión, a cargo de Fuerzas Especiales del CE-VRAE y del Frente Policial Huallaga, que podrían conformar un ‘Bloque de Búsqueda’ con la misión de capturar o neutralizar a cada uno de los cabecillas narcoterroristas. A propósito, en Colombia han demostrado su eficacia en la lucha contra el narcoterrorismo, aeronaves como: el ‘Cessna 650 Citation’ (inteligencia electrónica); ‘Cessna 337G’ (observación); ‘Schweizer SA2-37B’ (reconocimiento) y ‘Rockwell Aero-Commander 695’ (reconocimiento).

Igualmente, se debe contemplar el uso de aviones de vigilancia y observación no tripulados, tipo ‘Predator’, con cámara CCD y un sensor de infrarrojos ‘FLIR’, para recibir imágenes en tiempo real. A este sistema de monitoreo aeroespacial, se sumarían sofisticadas medidas de ‘Guerra Electrónica’ en tierra, para socavar la capacidad de los narcoterroristas de obtener y usar información a través del espectro electromagnético, como: la interceptación, perturbación y decepción electrónica, es decir, la introducción de radiaciones en los canales enemigos, con el fin de imitar sus propias emisiones, en las comunicaciones de los narcoterroristas. Como se aplicó en Colombia durante el 2008, con gran éxito en la operación “Fénix” (abatimiento del cabecilla terrorista de las FARC alias ‘Raúl Reyes’ y sus cómplices), y en la operación “Jaque” (liberación incruenta de Íngrid Betancourt y otros prisioneros de las FARC).

A éstas se le agregarían, contra-medidas electrónicas, como escáners de radiofrecuencia y criptófonos, y finalmente, podría desplegarse una bien elaborada campaña de ‘Operaciones Psicológicas’, orientada a demoler el poder combativo y psicológico de los narcoterroristas y de los círculos que los apoyan, agudizando sus vulnerabilidades, para quebrar su voluntad de agresión y lucha, envolviéndolos en un escenario de incertidumbre, duda, desconfianza, confusión, desorden, miedo, pánico y caos.

Todo ello, sin descuidar la compra de visores nocturnos, chalecos antibalas y equipos de comunicación de última generación para los efectivos militares y policiales; tampoco la apropiada alimentación, vestimenta y alojamiento de calidad para el personal militar y policial, unido a un proceso de entrenamiento y relevo adecuado, reforzado con una bonificación económica por alto riesgo. En tal sentido, se debe implementar dos bases policiales más en el VRAE, una en la zona central, en Pichari y otra al Norte, en Boca Mantaro, actualmente sólo hay un destacamento, que resulta insuficiente. En el ámbito socio-económico, es vital intensificar el plan estatal de desarrollo para el VRAE, que incorporó en octubre del 2008, a la localidad de Tayacaja en Huancavelica; incrementando el apoyo social, construcción de infraestructura básica en salud, educación, agua potable, electrificación, carreteras, y re-impulsando el desarrollo alternativo a los cultivos de coca; al tiempo que se incentiva una relación más fructífera con los comités de autodefensa rurales y urbanos.

¡Muy urgente!: potenciar la inteligencia estratégica y operativa

Como respuesta a los desmanes cometidos en la inteligencia nacional en la década del noventa, debido a una percepción distorsionada sobre la importancia de la Seguridad Nacional, entremezclada con una irresponsable represalia política, al inicio del último sexenio 2001-2006, se disminuyó drásticamente el presupuesto para la Defensa Nacional y se forzó un proceso de reestructuración-debilitamiento, de las Fuerzas Armadas y por extensión, del Sistema de Inteligencia Nacional (SINA).

En buena cuenta, ni el régimen de transición del presidente Valentín Paniagua (noviembre 2000-julio 2001), ni el quinquenio del mandatario Toledo (julio 2001-julio 2006), estuvieron a la altura de las circunstancias para instaurar un SINA, teniendo como ente rector, al Consejo Nacional de Inteligencia, que después pasó a ser, la Dirección Nacional de Inteligencia (DINI); acordes con las necesidades de seguridad del país y de la región. En cambio, se transformó al Estado peruano, en una especie de ‘teatro con cúpula de cristal’ a merced de diversas amenazas, como la expansión del narcotráfico entrelazado con los remanentes terroristas de Sendero Luminoso, que ahora padece el país.

Estos peligros para la Seguridad Nacional, se ignoraron durante el innegable fracaso en la pretendida reestructuración del SINA (2001-2006), sobre el que es oportuno recordar, que junto a la expulsión y enjuiciamiento de verdaderos delincuentes infiltrados en la comunidad de inteligencia; se produjo la masiva separación de cuadros especializados en inteligencia estratégica y operativa, así como en contrainteligencia; exentos de responsabilidad administrativa, civil y penal o incompetencia profesional, generando un ‘vacío de Inteligencia’ en el Perú. Es precisamente durante este nefasto período, en que se socavó la lucha contra SL, desactivando además, casi todas las bases militares antiterroristas (entre el 2002 y el 2006), lo que permitió, no sólo a SL sino también al narcotráfico, consolidar su centro de gravedad y ampliar sus regiones de influencia desde la selva alta hacia las regiones andinas.

Lo más crítico, es que esta situación no se ha corregido entre julio del 2006 y el segundo semestre del 2008 del régimen aprista (aunque la reactivación luego de 7 años, del Arma de Inteligencia en el Ejército, es un avance), debido a las resistencias de algunos funcionarios gubernamentales, para reconocer que luego de la desastrosa experiencia del sexenio 2001-2006, se podría optar por reclutar para la DINI y los servicios de inteligencia militares, a personal ya capacitado, experimentado y ducho en inteligencia y contrainteligencia, no comprometido en acciones ilegales y capaz de empezar a producir inteligencia estratégica y operativa en forma inmediata; tal como lo muestra la experiencia comparada en el fortalecimiento de servicios secretos de países tan disímiles: Israel, Rusia, EE.UU., Cuba, Colombia o Venezuela, y como lo han venido haciendo en los últimos años con buenos resultados, la Dirección General de Inteligencia del Ministerio del Interior (Digimin), la Dirección de Inteligencia (Dirin), la Dirección Antidrogas (Dirandro) y Dirección contra el Terrorismo (Dircote), todas ellas de la Policía Nacional del Perú.

Es decir: robusteciendo la ‘Inteligencia Humana’, al punto que permita tejer una productiva, diestra y amplia red de inteligencia en las regiones donde operan los narcoterroristas, para reducir el tiempo entre la labor de inteligencia y el momento de la operación a un lapso de 12 a 24 horas; habrían más posibilidades para que en un corto plazo, una central de inteligencia como la DINI y los servicios secretos militares y policiales, operen como un verdadero SINA, cumpliendo su misión de proporcionar el conocimiento oportuno y veraz, para una correcta toma de decisiones a nivel presidencial y ministerial, sobre amenazas presentes y potenciales, que puedan afectar la seguridad nacional, desarrollo, gobernabilidad, orden interno y el sistema democrático: como el narcoterrorismo y agentes extranjeros aliados con ‘quintacolumnistas’ nacionales.

Caso contrario, muy difícilmente se podrá derrotar a la creciente amenaza narcoterrorista, ni conseguir un alto nivel de interoperabilidad entre las diversas agencias y unidades de los ministerios de Defensa e Interior; por carecer a la vez, de una correcta Apreciación de Inteligencia Estratégica -que podría asimilar incluso la doctrina de la Inteligencia Criminal desarrollada en Inglaterra, EE.UU. y Canadá-; donde se determine mediante experimentados gabinetes de analistas, las reales vulnerabilidades y potencialidades, así como las probables formas de acción, intenciones y tendencias, de los remanentes de SL en dos frentes diferenciados pero articulados: el ‘Hinterland selvático’ y las ciudades costeñas, en una sólida confabulación con las mafias del narcotráfico nacional e internacional, que les permite tener el tiempo a su favor, haciéndolos más poderosos y letales, mientras echa raíces un complejo fenómeno narcoterrorista en el Perú.


* Consultor peruano sobre Seguridad e Inteligencia y ‘Comentarista Invitado’ principal del libro “Democratización de la Función de Inteligencia. El Nexo de la Cultura Nacional y la Inteligencia Estratégica”. Editado por el National Defense Intelligence College. Enero del 2009: http://www.ndic.edu/press/pdf/12060.pdf