Por: Carlos Lasso Cueva
Lucio Gutiérrez, alias “pinocho”, prometió que “cambiaría al Ecuador o moriría en el intento” y todos presenciamos la carrera suya para trepar a ese helicóptero en el aeropuerto de Quito para escapar de la multitud que quería lincharlo por farsante.
Recordemos cómo se esmeró por entregar nuestro petróleo al capital transnacional, ajeno por completo al tema de la debacle ecológica. Su aperturismo petrolero pasó por la persecución a los trabajadores de Petroecuador opuestos a que esta empresa se privatice… porque ese era el siniestro alcance que se proponía. Y cómo justificó la explotación petrolera en el Yasuní, que es un área protegida. Cómo entabló diálogo con la Texaco para entregarle la explotación del Yasuní a pesar del juicio que a esta empresa le siguen comunidades ecuatorianas por su récord de derrames de crudo mientras estuvo en el Ecuador. Cómo amenazó a las comunidades Achuar y Shuar con militarizar el Ecuador. Cómo amenazó a las comunidades Achuar y Shuar con militarizar sus territorios si se oponían a la debacle petrolera. Y no olvidemos la balacera en la Conaie contra el dirigente indígena Leonidas Iza, que era un crítico de “Pinocho”. (Ver el folleto Alerta Verde 140 de Acción Ecológica).
“Pinocho” tiene en su haber el Decreto 446 imponiendo el Proyecto Multipropósito Baba, proyecto rechazado por comunidades de Pichincha y Los Ríos, y que desplazó a 5.000 campesinos de sus tierras en 30 recintos.
“Pinocho”, “el mejor amigo de Bush”, elemento de un entreguismo desvergonzado, traidor a la identidad latinoamericana, estuvo desesperado por firmar el TLC con los USA, entre otras cosas para legalizar la introducción de productos transgénicos y la imposición de patentes sobre las semillas, hecho que hubiera destruido nuestra soberanía alimentaria. Y, además, recordemos como quiso cambiar el marco legal para proteger a las inversiones extranjeras precautelando sus intereses en caso de demandas nacionales, caso único. Y cómo estuvo listo para aceptar el ingreso al Ecuador de desechos tóxicos con el pretexto de que podrían servir para obtener materias primas. Y cómo quiso alcahuetear el sucio negocio de los llamados “servicios ambientales”. Y sobre todo cómo quiso criminalizar la protesta social.
No hay que olvidar el encarcelamiento en Esmeraldas de Humberto Cholango, ni el asesinato del ecologista amazónico Ángel Zhingre. Sería de revisar su proyecto de ley ‘Topo’, de reformas al Código Penal para tener bien claro este aspecto.
Pero “Pinocho” tenía una virtud: era fiel a su familia. Veamos cómo les repartió empleos a sus agnados y cognados, dando cátedra de un nepotismo sin parangón en la historia:
Washington Cárdenas Granja, cuñado del cuñado de Lucio (Napoleón Villa) fue primer secretario de la Embajada de Cuba, cónsul general en Costa Rica y embajador en Corea.
Mónica Acosta fue su secretaria privada ganando 6.000 dólares al mes, según lo denunció nada menos que León Febres Cordero. Lucio la condecoró con la Orden Nacional al Mérito en el grado de Comendador.
“La hermana de Luchio fue cónsul en Argentina y la otra fue secretaria en Carondelet”, decía el Pájaro Febres Cordero, el 14 de abril de 2005.
Jorge Ribadeneira, esposo de Sandra Borbúa fue agregado comercial en Indonesia y el hijo del doctor Guerrero, abogado de Lucio, José Luis, fue embajador en Holanda, según consta en el diario El Universo del 19 de diciembre de 2004.
La prima Marta Lucrecia Hurtado Borbúa y su yerno Gustavo Toala fueron acusados por la Policía de emitir boletos aéreos de Anaconda Travel con tarjetas fraudulentas, según el diario
Olimpia Vargas Borbúa fue segunda secretaria del consulado en New York, dice el diario El Universo del 4 de septiembre de 2003. Lucio viajó a China llevando a su padre y a sus dos hijas, entre otras irregularidades.
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