Hasta las víctimas de Guantánamo o mejor dicho del carcelero del imperio George W. Bush y sus cómplices en su gabinete y su aparato (i)legal han encontrado respuesta en el extranjero, al determinar el juez Baltasar Garzón activar la causa ante el reiterado silencio de Estados Unidos a las rogatorias del magistrado sobre si investigaban las torturas cometidas en el ilícito penal.

Ante la falta de respuesta de las autoridades de procuración y administración de justicia y el también infame silencio del presidente Felipe Calderón Hinojosa a la pertinaz demanda de su decisión política para revertir el fenómeno de toda clase de atentados contra los comunicadores, en forma recurrente el asesinato y la desaparición forzada, que tienen como objetivo primordial vulnerar las libertades de prensa y expresión, seguramente el camino será recurrir a la justicia exterior, porque la interior no existe.

Jorge Ochoa Martínez, director y editor de los semanarios El Oportuno y El Despertar de la Costa de circulación en la Costa Chica del estado sureño de Guerrero, fue asesinado a bordo de su automóvil de un balazo en la cabeza, disparado a corta distancia, a unos metros del palacio municipal de Ayutla de los Libres, a unos cien kilómetros de Acapulco, después de cenar en el restaurante El Charco de las Ranas, hechos ocurridos el viernes pasado y conocidos hasta el siguiente día.

La nueva víctima de la negligencia gubernamental se inició en el oficio como reportero en la fuente policiaca para los diarios Expresión Popular y El Sol de Chilpancingo y fue director de comunicación social del gobierno municipal de Ayutla que encabeza el priísta Armando García, vivía en la colonia Amate, de Chilpancingo, capital del estado, donde fue sepultado este domingo.

Al igual como ocurrió en los meses de febrero y mayo de 2009, Ochoa Martínez es el tercer periodista asesinado en un mes en el país, y en lo que va del año. El 7 de enero se encontró el cadáver de Valentín Valdés del periódico Zócalo de Saltillo, Coahuila, y el 14 el de José Luis Romero, reportero del noticiario de radio “Línea Directa” de la ciudad de Los Mochis, municipio de Ahome, Sinaloa. Ambos habían sido secuestrados y sus cuerpos presentaban señales de tortura.

Aunque existe confusión sobre la fecha en que fue muerto José Luis Romero, las autoridades locales la precisan el 31 de diciembre, es de señalarse que 2009, ha sido el más trágico para el gremio en México: mataron a 14, o a 15 periodistas, de comprobarse el dicho de los peritos, da lo mismo, el resultado arroga las siguientes alarmantes cifras de la impunidad y la indefensión:

Con el homicidio de Ochoa Martínez, suman 101 asesinatos de periodistas de 1983 a la fecha, es el 66 ocurrido desde el año 2000, en que la derecha representada por el Partido Acción Nacional se entronizó en el poder –4 de ellos humildes trabajadores de la prensa–, y lo más aterrador, es el 37 en los 38 meses que van de la administración del presidente Felipe Calderón, es decir: los crímenes mortales contra los comunicadores se multiplican y ahora, prácticamente, es asesinado un periodista por mes.

Lo dicho: ante la impunidad reinante y la indefensión en que sobreviven y laboran los periodistas en México, es posible que la única respuesta a las reiteradas demandas de justicia las logremos en el extranjero o en los organismos internacionales. La solidaridad de los colegas, sobre todo de la Federación Latinoamericana de Periodistas, FELAP, nos alienta a continuar en la indeclinable lucha por nuestras más caras libertades.