La caminata derechista denominada: “Hacia una nueva propuesta”, que recorrerá alrededor de 500 kilómetros desde la ciudad de Guayaquil hasta Quito, partió el pasado 20 de febrero con no más de 20 personas, entre las cuales estuvieron sus principales líderes: César Montúfar, Carlos Vera, Martha Roldós y el coronel Luis Hernández, los dos últimos del movimiento RED, del ex vicepresidente de la república, León Roldós.

Aunque el despliegue mediático y los enfoques con los que se cubrió el hecho fueron de lo más positivos para los organizadores, la realidad para ellos es dura: no lograron el nivel de convocatoria que esperaban. Como para justificar, han dicho que la idea es ir recogiendo en el trayecto a los ecuatorianos que deseen incorporarse a esta manifestación, que terminará con una concentración en la plaza de Santo Domingo, en la capital, el próximo 10 de marzo.

Con un poco más de suerte parece haber corrido Carlos Vera en su concentración (la tercera a la que convoca en estos últimos meses), dos días antes, en la Avenida de los Shiris, en Quito. Los medios de comunicación hablan de la presencia de 3.000 personas. Según cálculos de Vera, en su blog, en el acto hubo no menos de ocho mil manifestantes. En todo caso, es obvio que la cantidad de gente que acude a los llamados de este ex entrevistador de televisión no tiene la magnitud que la derecha requiere en este momento, tomando en cuenta sobre todo que se movilizan personas de todas partes del país y no solo de la capital. “Yo no soy Nebot y éste no es Guayaquil”, ha dicho Vera frente a las críticas de propios y extraños sobre su poder de convocatoria. Pero a diferencia de Montúfar, Vera ha logrado “colgarse” de la imagen de Jaime Nebot y de quienes en el pasado protagonizaron las marchas contra la delincuencia; todo por convertirse en el nuevo líder que la derecha política está pidiendo a gritos.

Vera usa armas de comunicador: en sus concentraciones hace que los asistentes hablen, les alcanza un micrófono para que se expresen sobre cualquier cosa. Muchas de esas intervenciones provienen de una pequeña burguesía escandalizada por las palabrotas que usa el presidente Correa en sus apariciones públicas, antes que por lo que realmente hace en su gobierno, o porque el simplista y falso cuento de que se quiere “venezolanizar” al Ecuador, o peor: “cubanizarlo”, les ha aterrorizado. También acude una burguesía media, con profundos sentimientos anticomunistas.

Vera quiere mantener viva la idea de que es un periodista: interactúa con las personas, hace como que las entrevista en medio de la concentración. Su discurso viene después, y la esencia de él tiene que ver con buscar la revocatoria del mandato del presidente Correa, a través de varias posibles vías: la primera es que renuncie si no realiza las rectificaciones que las masas que él dirige supuestamente exigen, y en ese caso lo suceda el vicepresidente Lenin Moreno. La segunda es que la Asamblea tramite la destitución por una de las causales que la Constitución establece, lo cual parece poco menos que ilusorio. La tercera tiene que ver con la convocatoria a un plebiscito luego del primer año del segundo mandato de Correa. Y la última vía se refiere a la famosa “muerte cruzada”, es decir que la Asamblea renuncie y por tanto tenga que renunciar también Correa; nuevamente: ilusorio planteamiento. Habla también de convocar a una nueva Asamblea Constituyente que rehaga la Constitución de Montecristi, que, según él, permite el ejercicio de un régimen de dictatorial.

Evidentemente parecen palazos de ciego, puesto que no logran visualizar lo fundamental: que los pueblos no están dispuestos a seguir la ruta establecida por una derecha corrupta y una oligarquía que significó tanto abuso, explotación, atraso y exclusión para los trabajadores durante toda nuestra historia, entonces, ¿cómo se explican las 300.000 ersonas en las calles de Guayaquil?. Las movilizaciones logradas por Nebot en Guayaquil se sustentan, en gran medida, en el chantaje por el tema de las obras, pero no alcanzan una dimensión política nacional.

Algunos de los voceros de la derecha, como Emilio Palacio, se han atrevido a criticar a la izquierda y a las organizaciones populares progresistas por no sumarse a estos llamados a la conspiración que hacen algunos de estos personajes. “Me parece una posición cómoda solamente presenciar cómo otros luchan”, dijo, refiriéndose como los que “luchan” a quienes participan en las marchas de Nebot, de Vera y de Montúfar. Absurdo planteamiento, pues no considera que los pueblos, las nacionalidades, los trabajadores, la izquierda revolucionaria, tienen un proyecto independiente de esos intereses, pero también independiente del gobierno. Es un proyecto político de clase, de los trabajadores, de los pobres y explotados de todo el Ecuador. Ya lo dijo el presidente de Ecuarunari, Delfín Tenesaca, al ser interrogado acerca de las movilizaciones que planifica su organización: “los pueblos no vamos a olvidarnos quiénes son esos líderes de la derecha, qué representan realmente, cuál fue el daño que nos hicieron”.
No toda movilización es buena para el proceso de liberación social y nacional. Y ningún proceso conspirativo que deje intocado el poder real de la oligarquía sobre los trabajadores.