Estados Unidos y Rusia anuncian la firma de un nuevo tratado de reducción de su armamento estratégico, pero observan la mayor discreción sobre el aumento de sus presupuestos y de sus arsenales militares. No es nueva la existencia de este abismo entre la propaganda política y la realidad. Manlio Dinucci y Tommaso Di Francesco nos invitan a no dejarnos engañar. Las grandes potencias siguen adelante con su política de siempre.
Con el nuevo Tratado de Reducción de Armas Estratégicas (Strategic Arms Reduction Treaty — START), cuya firma se anuncia para el 8 de abril en Praga [1], las dos grandes potencias nucleares, Estados Unidos y Rusia, están enviando un «mensaje claro»: los dos tienen la intención de «guiar» la lucha contra la proliferación del armamento nuclear.
Eso fue en todo caso lo que declaró el presidente Obama, quien, después de la firma del acuerdo, intervendrá el 12 de abril, en Washington, en la cumbre del Consejo de Seguridad de la ONU sobre no proliferación y desarme nuclear. Un vocero de la Casa Blanca afirmó que, en el marco de ese encuentro, Obama «podrá mostrar hechos y no sólo palabras».
¿A qué hechos se refiere?
Según el Bulletin of the Atomics Scientists, Estados Unidos posee actualmente 5 200 ojivas nucleares en estado operacional, o sea utilizables, mientras que Rusia dispone de 4 850. Además de las ya mencionadas, ambas potencias poseen además, en total, 12 350 ojivas que no se encuentran en estado operacional, pero que todavía no han sido desmanteladas.
El nuevo START no limita la cantidad de ojivas nucleares operacionales almacenadas en los arsenales. El límite que establece el nuevo START concierne solamente la cantidad de «ojivas nucleares desplegadas», o sea las que están listas para su lanzamiento, instaladas en vectores estratégicos de un alcance superior a los 5 500 kilómetros, como misiles balísticos intercontinentales desplegados en tierra, misiles balísticos instalados en submarinos o a bordo de grandes bombarderos.
Increíble contabilidad
Las ojivas de los misiles se contabilizan individualmente, pero cada bombardero de largo alcance se cuenta como una sola arma aunque es capaz de transportar mucho más de una. El New York Times [2] recuerda a sus lectores que un solo B-52 es capaz de transportar 14 misiles del tipo crucero y 6 bombas nucleares. Basándose en ese conteo parcial, el Departamento de Estado estima que Estados Unidos tiene actualmente 1 762 ojivas nucleares desplegadas en 798 vectores mientras que Rusia tendría 1 741 en 566 vectores.
El nuevo START permite a cada una de las partes conservar 1 550 ojivas nucleares desplegadas, o sea una cantidad apenas inferior (en alrededor de un 10%) a las que están desplegadas actualmente, mientras que la cantidad de vectores se mantiene prácticamente intacta: 800 para cada uno, con 700 de ellos listos para su uso en cualquier momento, lo cual representa un potencial destructivo capaz de barrer de la faz de la tierra la vida humana y prácticamente toda otra forma de vida.
El nuevo tratado tampoco establece límite efectivo para el aumento cualitativo de las fuerzas nucleares. En Estados Unidos, los responsables de los laboratorios nucleares ya hicieron saber al Congreso que el programa federal para «la extensión de la vida del arsenal nuclear» no es suficiente para garantizar la fiabilidad para los próximos años. Por esa vía están ejerciendo presión a favor de la creación de una «costosa nueva generación de ojivas nucleares» [3] y el vicepresidente Joseph Biden les ha prometido 5 000 millones de dólares suplementarios.
Al mismo tiempo, ya está en marcha el desarrollo de nuevos vectores, como el «misil global hipersónico» de Boeing que podría alcanzar su estado operacional en menos de 3 años y que representaría para el Pentágono la posibilidad de golpear en una hora cualquier objetivo en cualquier lugar del mundo.
También queda fuera del START la cuestión de las armas nucleares «tácticas» que Estados Unidos mantiene en 5 países «no nucleares» miembros de la OTAN (Bélgica, Alemania, Italia, Holanda y Turquía) y en otros más, lo cual constituye una violación del Tratado de No Proliferación.
El «Escudo» sin frenos
Al mismo tiempo, el nuevo START tampoco establece límites para el nuevo proyecto de «escudo» antimisiles que Estados Unidos pretende extender a Europa, instalándolo a las puertas mismas del territorio ruso, un sistema que no es en realidad de carácter defensivo sino de ataque ya que su instalación pondría a Estados Unidos en condiciones de poder ordenar un primer golpe (first strike) al contar con la capacidad del «escudo» para neutralizar la posterior represalia [4].
En Washington se asegura que el «escudo» no está dirigido contra Rusia sino contra la amenaza de los misiles iraníes. En Moscú, por el contrario, se interpreta [el escudo] como un intento de obtener una decisiva ventaja estratégica sobre Rusia [5]. El general Nikolai Makarov, jefe del Estado Mayor interarmas ruso, ha advertido por lo tanto que, si Estados Unidos sigue desarrollando el «escudo», «esto conducirá inevitablemente a una nueva fase de la carrera armamentista, minando la esencia misma del tratado sobre la reducción de armas nucleares» [6].
Mientras tanto, Moscú no se queda cruzado de brazos. El nuevo submarino nuclear multipropósito Yasen, cuyo armamento incluye 24 misiles del tipo crucero de largo alcance que pueden ser portadores de ojivas nucleares, debe entrar en servicio en mayo próximo.
Estos son los hechos que el presidente Obama pudiera presentar el 12 de abril al Consejo de Seguridad de la ONU al exhibir el nuevo START, un documento que otorga a las dos grandes potencias nucleares, poseedoras del 95% de las más de 23 000 armas nucleares que existen en el mundo, el derecho de «guiar» la lucha contra la proliferación de las armas nucleares.
El dedo acusador se dirigirá, sin embargo, hacia Irán (como ya quedó confirmado el 31 de marzo en el encuentro entre Obama y el presidente francés Sarkozy), país al que se acusa de querer fabricar la bomba atómica. Y no se mencionará ante el Consejo de Seguridad el hecho que Israel tiene cientos de armas nucleares en sus arsenales, armas que apuntan hacia otros países de la región.
[1] Fue en Praga donde Barack Obama anunció, el 5 de abril de 2009, su intención de alcanzar el ideal de un mundo libre de armas nucleares. Ver «Speech by Barack Obama dealing with nuclear issues» en inglés, Voltaire Network. El verdadero objetivo es enfrentar este periodo de crisis económica llegando a un acuerdo con Rusia para frenar la carrera armamentista y… los consiguientes aumentos del presupuesto de Defensa. NdlR.
[2] «Arms Control May Be Different on Paper and on the Ground», por Peter Baker, The New York Times, 30 de marzo de 2010.
[3] «Nuclear Labs Raise Doubts Over Viability of Arsenals», por William J. Broad, The New York Times, 26 de marzo.
[4] Sobre el escudo antimisiles, ver el estudio en 3 partes de Nicolas Teneze: «El escudo de la invencibilidad», «Del combate contra Imperio del Mal a la lucha contra el Eje del Mal» y «La debacle del láser táctico de alta energía», Réseau Voltaire, 19, 21 y 22 de marzo de 2010. Sobre el verdadero papel del primer golpe, ver «Escudo antimisiles y primer golpe atómico», por Manlio Dinucci y Tommaso di Francesco, Réseau Voltaire, 12 de marzo de 2010.
[5] Si Irán tuviese misiles de muy largo alcance y quisiera dispararlos contra Estados Unidos, escogería la trayectoria más corta para limitar así las posibilidades de intercepción. Y es obvio que esa trayectoria no implica un desvío por Europa Oriental. Lo cual permite deducir que la instalación del escudo antimisiles estadounidense en esa parte del mundo tiene otro objetivo. NdlR.
[6] «Обойма Макарова. Начальник Генерального штаба: Какую армию мы строим», palabras recogidas por Victor Vasenin, Rossiyskaya Gazeta, 23 de marzo.
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