Enfrentarse a un gritón sin argumentos es de por sí molesto y difícil, pero si ese gritón es el Presidente de la República, la cosa es todavía peor. Pues eso hizo Mauricio Gutiérrez, estudiante de primer ciclo de la licenciatura de Inglés de la Universidad Técnica de Cotopaxi (UTC). Con apenas 20 años de edad, Mauricio se enfrentó a Rafael Correa en medio de uno de sus enlaces sabatinos. Durante el informe presidencial, el joven levantó un letrero que decía: “LA UNIVERSIDAD ES DEL PUEBLO, NO DEL GOBIERNO, ABAJO LA LEY SENPLADES”. El primer mandatario alcanzó a verlo y le lanzó una serie de insultos, que poco a poco fueron subiendo de tono, y más cuando en vez de bajar el cartel, Mauricio levantó una bandera del Frente Revolucionario de Izquierda Universitario (FRIU).

“Esos son los chicos que durante 35 años hicieron fraude en la Universidad Central. Te aseguro que ni siquiera has leído la ley”, dijo el primer mandatario, pero Mauricio, quien se había asegurado de colocarse en un lugar visible, no se amilanó, más bien flameaba orgulloso la bandera de su frente político en la UTC: el FRIU. “Si tuvieran algo de sangre en la cara, el Frente Revolucionario de Izquierda Universitario, después de todo lo que ha hecho... El dirigente Marcelo Rivera, que está preso, casi mata al rector de la Universidad Central del Ecuador, ¿sí se acuerdan que le rompió la cabeza?”, continuó el Presidente de la República, visiblemente desencajado.

“Mientras él gritaba que seguramente yo ni siquiera había leído la ley, yo le respondía: ‘déjeme hablar’; pero eso nunca sucedió, abusó de su poder y me insultó”, relata Mauricio, y enseguida pudo ver a 4 agentes a su alrededor, que buscaban intimidarlo con preguntas como: ¿qué llevas ahí? Al joven, así como a todos los ecuatorianos honestos que presenciamos el berrinche del Presidente, nos quedó claro que lo que menos existe en la denominada “revolución ciudadana” es participación popular, y que el autoritarismo se impone a niveles inusitados, al punto de que Correa se arroga la función de juez supremo y dictamina la culpabilidad de inocentes, como el presidente de la FEUE Marcelo Rivera. Pues como todo el país ha visto en las tomas de televisión que se pasan cada cierto tiempo por parte de los medios de comunicación de la oligarquía, así como en los espacios gubernamentales, Rivera no fue el autor del golpe que el rector de la Universidad Central, Edgar Samaniego, recibió en la cabeza el 8 de diciembre del año pasado. Tan evidente es eso, que sostener que fue el dirigente estudiantil quien intentó matar a palazos al rector se vuelve una injuria grave, que si existiera una revolución en la justicia ya se hubiera sancionado, de oficio.

Mauricio, quien aprendió de su madre que hay que ser dignos siempre y en cualquier circunstancia, y que nunca hay que bajar la cabeza ante nadie, por más poderoso que se crea, piensa que el Presidente se equivoca: “Yo quería demostrarle que aquí hay gente que está luchando, que las cosas no son como él cree”. Y comprende la necesidad de defender la dignidad del estudiante y de los pueblos de la forma más dura: enfrentándose al autoritarismo. Un hecho curioso es que lo ocurrido el sábado 29 de mayo, durante el enlace sabatino del Presidente, no es la primera vez en que este joven habitante del cantón Mejía de la provincia de Pichincha sufre agresiones desde el Estado. El 28 de octubre de 2009, durante una toma pacífica que los estudiantes de la UTC realizaron en la Panamericana Sur, un grupo de policías lo interceptó y a golpes en el rostro e insultos denigrantes lo detuvieron; el brutal acto jamás recibió sanción por parte del Ministerio de Gobierno, pese a las acciones que desde la Asamblea Nacional se hicieron por parte del bloque de asambleístas de izquierda.

Las duras lecciones que le ha dado la vida se notan en la brillante mirada de Mauricio, cuya familia ha logrado salir adelante por obra de su madre, que tuvo que criar y educar a sus cinco hijos, luego del lamentable fallecimiento de su esposo. “Aunque tuvimos que enfrentar situaciones difíciles por la falta de recursos económicos, yo siempre veía por la situación de todos mis compañeros de la escuela, que estaban peor. Siempre quise ver más allá de mi situación personal”. Mauricio estudió en la escuela fiscal mixta “Luz de América”, en Alausí, y ahí pudo ver el resultado del desgobierno de la derecha y todas sus variantes, que hasta ahora han conducido el Estado. Recuerda que su madre tuvo que sustentar a su hogar lavando ropa de otras personas y haciendo tareas domésticas en otras casas; algo que ahora se toma como ejemplo en su familia, puesto que sus hermanos están bien, dos de ellos son militares, uno policía y una hermana vive en España.

“El FRIU es verdadera izquierda, no disfrazada como la de Correa”, sostiene, y la energía con que lo expresa se mezcla con cariño, puesto que recuerda que cuando llegó a la UTC por primera vez, los compañeros del FRIU acogieron su espíritu rebelde y lo encauzaron en una militancia que ha construido su personalidad, tanto desde el punto de vista político, como intelectual y humano.

Para Mauricio es evidente que Rafael Correa actúa con saña contra la UTC porque no ha podido derrotarla. Eso se expresó en el último proceso electoral para las dignidades de la FEUE en el alma mater: allí la izquierda revolucionaria obtuvo un triunfo importante contra la derecha y el gobierno, que unidos quisieron arrebatar la FEUE a los estudiantes conscientes.

“Lo que demostró el Presidente en el mencionado enlace sabatino es una actitud de alguien a quien se le agotaron las ideas, los argumentos, y que por eso insulta, agrede, reprime. Lo que no tiene claro es que si continúa queriendo imponerse sin razón, la gente se va a cansar. Algo que los ecuatorianos no perdonan es la traición”.