©UN Photo/Paulo Filgueiras

Sr. Abdel-Elah Mohamed Al-Khatib (habla en inglés): Doy las gracias al Consejo de Seguridad por esta oportunidad de informarlo una vez más de la situación en Libia y de mis esfuerzos continuos por entablar y mantener un diálogo con todas las partes interesadas sobre la aplicación de las resoluciones 1970 (2011) y 1973 (2011). Quisiera empezar destacando los últimos hechos de trascendencia ocurridos en Libia.

Recientemente, los fuertes enfrentamientos se han propagado hacia el sur y el oeste del país. Los combates intensos entre las tropas partidarias de Al-Qadhafi y las fuerzas de la oposición han continuado en la región occidental, las Montañas Occidentales y el distrito de Nalut, incluidas las ciudades de Yafran y Zintan, así como en la parte suroriental del país, incluidas Kufra y Jalu.

Estallaron enfrentamientos en las Montañas Occidentales. En consecuencia, el conflicto se propagó hacia la ciudad de Dehiba, en la parte oriental de Túnez, al intentar las fuerzas partidarias de Al-Qadhafi y las fuerzas de la oposición tomar el control del principal puesto fronterizo a ambos lados de la frontera entre Libia y Túnez, el cruce fronterizo de Dehiba-Wazin. El ejército tunecino ha reforzado sus posiciones en la frontera meridional con Libia. Miles de personas de origen berebere procedentes de Libia han huido hacia Túnez. En el remoto rincón sudoriental del país parece ser que las fuerzas del régimen han avanzado y se han hecho con el control de la ciudad de Kufra. Además, el domingo 1 de mayo las fuerzas partidarias de Al-Qadhafi arrasaron la ciudad oasis de Jalu, al sur de Ajdabiya.

En los últimos meses, como el Consejo sabe, han continuado intensificándose los enfrentamientos en la ciudad occidental de Misrata, que es la tercera ciudad más grande de Libia y el principal punto de entrada antes de alcanzar Trípoli, la capital libia. A pesar de que el 30 de abril el Coronel Al-Qadhafi declaró por televisión que, si la OTAN detenía a sus aviones, estaba dispuesto a declarar una cesación del fuego y a entablar negociaciones, Trípoli ha impuesto un bloqueo marítimo a la ciudad sitiada de Misrata.

El sábado 30 de abril por la tarde, recibí un mensaje del Coronel Al-Qadhafi en el que informaba de que la OTAN había bombardeado la vivienda de su familia y había matado a su hijo, Saif Al-Arab, y a algunos de sus nietos y que él y su mujer habían sobrevivido al ataque. El Coronel Al-Qadhafi pidió a la comunidad internacional que actuara, diciendo que la situación actual ya no es tolerable.

Respondí transmitiendo mi pésame al Coronel Al-Qadhafi, a sus familiares y a todas las familias libias que habían perdido a hijos y seres queridos. Además, señalé que su trágica pérdida subraya la necesidad de poner fin inmediatamente al uso de la fuerza de forma que se pueda abrir una vía para una solución política, de acuerdo con las legítimas demandas y aspiraciones del pueblo libio.

Las instalaciones de las Naciones Unidas en Trípoli fueron saqueadas más tarde esa misma noche. La misión humanitaria de las Naciones Unidas en Trípoli tuvo que ser evacuada temporalmente debido a la inestabilidad de la situación general de seguridad. El Gobierno me envió otra carta el 2 de mayo, en la que expresaba su pesar por los daños ocasionados al edificio de las Naciones Unidas en Trípoli, pedía disculpas por el incidente y reiteraba el importante papel de las Naciones Unidas, especialmente con respecto a los aspectos humanitarios.

Habida cuenta de que el Sr. Pascoe ya informó exhaustivamente al Consejo hace pocos días sobre la situación humanitaria en el país, sólo les pondré al día sobre los últimos acontecimientos. Más de 665.000 personas han huido de Libia desde el comienzo del conflicto. Debido a que siguen las hostilidades en las Montañas Occidentales y Nafusa, así como los combates en Zintan, Nalut y alrededor de Wazin, unas 39.000 personas han cruzado la frontera con Túnez hasta la fecha y más de 21.500 desde el 21 de abril.

Se hallaron minas marinas frente a las costas de Misrata el 30 de abril. Los informes indican que las fuerzas gubernamentales están bombardeando la zona portuaria y otras partes de Misrata. Desde el sábado se está impidiendo atracar a una nave perteneciente a la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) que trataba de evacuar a unas 1.000 personas, sobre todo migrantes africanos y decenas de civiles libios heridos. El Comité Internacional de la Cruz Roja ha suspendido temporalmente sus actividades marítimas. Hasta la fecha, la OIM ha evacuado de Misrata a unas 12.000 personas, sobre todo a nacionales de terceros países. La OIM estima que es necesario evacuar a un total adicional de entre 500 y 1.500 personas.

Desde mi última exposición informativa al Consejo (véase S/PV.6509), tengo entendido que el Secretario General y el Secretario General Adjunto de Asuntos Políticos han informado exhaustivamente a los miembros sobre las conferencias de Doha y El Cairo. Por consiguiente, empezaré desde ahí.

El 17 de abril visité Trípoli por tercera vez. La Secretaria General Adjunta de Asuntos Humanitarios, Sra. Valerie Amos, me acompañó y nos reunimos con altos funcionarios del Gobierno, incluidos el Primer Ministro, Sr. Al Baghdadi Ali Al-Mahmoudi; el Ministro de Relaciones Exteriores, Sr. Abdulati Al-Obeidi, y otros altos funcionarios para debatir más ampliamente la situación política y humanitaria en Libia a la luz de los recientes acontecimientos. El Gobierno de Libia firmó un acuerdo humanitario con las Naciones Unidas para permitir el acceso humanitario internacional a todas las zonas de Libia afectadas por el conflicto. El Gobierno acordó que permitiría el acceso en condiciones de seguridad al personal humanitario, a fin de que pueda prestar asistencia a las personas necesitadas y permitir que los trabajadores extranjeros abandonen el país si así lo desean.

El 29 de abril fui de nuevo a Benghazi para reunirme con el Consejo Nacional de Transición. Doy las gracias al Gobierno de Italia por haber facilitado esta visita concreta y por haber brindado la asistencia necesaria para ella. Me reuní con el Presidente del Consejo Nacional de Transición, Sr. Mustafa Abdeljalil, y con otros miembros del Consejo. También me reuní con la comunidad internacional y los donantes en Benghazi, así como con el personal de las Naciones Unidas, cuya labor humanitaria agradecemos tanto.

En todas las reuniones y conversaciones que mantuve con las autoridades libias y el Consejo Nacional de Transición, reiteré de manera enérgica y constante los llamamientos del Secretario General y de la comunidad internacional para que se apliquen plenamente las resoluciones 1970 (2011) y 1973 (2011), y condené el uso de la fuerza contra los civiles en Libia. Señalé que el Gobierno tiene que asumir la plena responsabilidad de satisfacer las aspiraciones de su pueblo y garantizar la plena aplicación de las resoluciones del Consejo de Seguridad. En ese sentido, exhorté a las autoridades libias a que garanticen la prestación de la asistencia humanitaria a todos los que la necesiten, sobre todo en Misrata. Reiteré el llamamiento para que se aplique plenamente una cesación del fuego efectiva y verificable como primera medida de un proceso político incluyente que coadyuve a la celebración de un diálogo nacional auténtico y a la transición política. En cuanto a Misrata, exhorté al Gobierno a que pusiera fin de inmediato a todas las acciones militares.

Asistí a la reunión del Comité Especial de Alto Nivel de la Unión Africana el 25 de abril. Además de reunirme con los Ministros de Relaciones Exteriores del Comité de Alto Nivel, me reuní también con altos funcionarios de la Unión Africana, representantes del Gobierno de Libia, incluido el Ministro de Relaciones Exteriores de Libia, y representantes de la oposición. El Comité de la Unión Africana mantiene su postura de que las partes libias deberían sentarse a la mesa de negociaciones en el marco de un proceso político para debatir las cuestiones de mayor importancia, incluida una cesación del fuego, de conformidad con las resoluciones 1970 (2011) y 1973 (2011), y de que la Unión Africana debería desempeñar un papel importante en la supervisión de un mecanismo de cesación del fuego, en estrecha cooperación con las Naciones Unidas.

El papel de la Unión Africana, junto con otras organizaciones regionales e internacionales, es crucial. Continúo reiterando que las Naciones Unidas y las organizaciones regionales, incluida la Unión Africana y la Liga de los Estados Árabes, entre otras, deben trabajar de manera conjunta para encontrar una solución duradera de la crisis de Libia.

El 28 de abril me reuní con los Ministros de Relaciones Exteriores de Turquía y de Italia para hablar sobre la actual crisis en Libia en el marco de las resoluciones 1970 (2011) y 1973 (2011). En Ankara intercambié opiniones con el Ministro de Relaciones Exteriores de Turquía sobre la aplicación de una cesación del fuego y la forma de avanzar para conseguir una solución de la situación en Libia. El Ministro reiteró la determinación de Turquía de coordinar plenamente todas sus actividades diplomáticas relacionadas con la crisis de Libia con las Naciones Unidas. El Gobierno de Turquía ha estado en la primera línea en la prestación de asistencia humanitaria, transportando a centenares de heridos desde la ciudad libia de Misrata hasta Benghazi en naves de asistencia humanitaria el mes pasado.

El 28 de abril me reuní con el Ministro de Relaciones Exteriores de Italia. Hicimos hincapié en la necesidad urgente de proteger a los civiles y de ayudar al pueblo libio a lograr sus legítimas demandas y aspiraciones, recalcando al mismo tiempo la necesidad de continuar facilitando un enfoque internacional coordinado para prestar asistencia humanitaria a aquellos que más la necesitan.

Pasaré ahora a hablar sobre las posiciones que mantienen las partes libias con respecto a la cesación del fuego. Las autoridades de Libia y el Consejo Nacional de Transición me han informado de que están dispuestos y deseosos de aplicar una cesación del fuego, siempre que la otra parte haga lo mismo. Ambas partes han manifestado que están dispuestas a poner fin a todas las hostilidades siempre que haya un deseo genuino de la otra parte de hacer lo mismo de manera justa.

No obstante, para las autoridades de Libia, una cesación del fuego debe ir acompañada del fin de los ataques de la OTAN, a fin de allanar el camino hacia un diálogo nacional. Me han dicho que, si se pusiera fin a los ataques de la OTAN, el Gobierno de Libia estaría en condiciones de mantener conversaciones sobre la celebración de elecciones, la democracia y una reforma constitucional. Las autoridades de Libia han señalado que el modo de salir de este estancamiento es fijar una fecha y un momento concretos para una cesación del fuego bajo la supervisión de observadores imparciales y que, llegados a ese punto, se debería poner fin al mismo tiempo a los bombardeos indiscriminados contra militares y civiles. Los funcionarios del Gobierno también están de acuerdo en que las Naciones Unidas coordinen un mecanismo internacional de supervisión de la cesación del fuego, en estrecha colaboración con la Unión Africana.

Por otro lado, el Consejo Nacional de Transición me ha señalado que una cesación del fuego no sería suficiente para poner fin al conflicto en Libia si no está directamente vinculada a la partida del Coronel Al-Qadhafi y su familia. El Consejo Nacional de Transición ha dejado en claro su posición de que no entablará negociaciones ni con el Coronel Al-Qadhafi ni con su familia.

He insistido a ambas partes en que una cesación del fuego efectiva y verificable debe formar parte de medidas más amplias, incluidos el levantamiento del asedio en todas las ciudades, especialmente Misrata y Zintan; la retirada de las fuerzas militares de todas las ciudades; la autorización inmediata del acceso y de la asistencia con fines humanitarios para todas las ciudades bajo ataque militar; la puesta en libertad de todos los detenidos; la reanudación de la distribución de los suministros básicos, como el agua, la electricidad, los medicamentos, la gasolina y los servicios de comunicación a todas las partes del país y la garantía del tránsito de los trabajadores extranjeros atrapados en esas ciudades.

Con respecto a la voluntad de entablar un diálogo nacional, las autoridades del Gobierno han dicho que están dispuestas a participar en un diálogo político nacional para debatir todas las reformas pertinentes en el país con todas las partes interesadas. Por otro lado, han añadido que las instituciones jurídicas nacionales han iniciado la investigación de los hechos que desembocaron en la crisis, con el propósito de cumplir lo dispuesto en las resoluciones del Consejo de Seguridad.

El Consejo Nacional de Transición ha presentado una hoja de ruta para un proceso de transición. Piden a la comunidad internacional que reconozca al Consejo Nacional de Transición como el único interlocutor legítimo entre el pueblo libio y la comunidad internacional. La hoja de ruta menciona los pasos siguientes que contemplan acometer en los ámbitos político y económico.

Con respecto a los activos congelados, el Gobierno de Libia ha señalado que está afrontando graves dificultades en el ámbito humanitario como consecuencia de la congelación de activos impuesta en el párrafo 17 de la resolución 1970 (2011). Han expresado su honda preocupación ante las repercusiones de determinados aspectos de la resolución 1973 (2011), en particular respecto del suministro de bienes y servicios básicos a la población en su conjunto. En este sentido, el Gobierno ha solicitado que se le permita usar los activos congelados para atender las necesidades básicas del pueblo libio. También han mostrado su disconformidad por la venta de petróleo crudo.

Como Enviado Especial a Libia, me mantengo en contacto permanente con los líderes y los interlocutores, ya sea de manera oficial u oficiosa. Seguiré haciendo todo lo posible por encontrar una solución duradera de la crisis libia, de conformidad con las resoluciones del Consejo de Seguridad. A tal fin, resulta necesario reforzar la convergencia de los objetivos y los procesos entre todos los agentes que participan en el esfuerzo por encontrar una solución pacífica del conflicto libio. Cada país y cada organización regional que viene realizando esfuerzos en la búsqueda de una solución duradera trae consigo recursos y enfoques propios. En este sentido, seguiré en contacto con los Estados Miembros y las organizaciones regionales con objeto de hacer posible que dichos esfuerzos estén cohesionados y de transmitir un mensaje coherente.

Mi tarea inmediata será la de proseguir las consultas urgentes con las autoridades en Trípoli y Benghazi, así como con otros interlocutores interesados, sobre los elementos clave de las resoluciones 1970 (2011) y 1973 (2011), a saber, el acceso sin restricciones de la asistencia humanitaria dondequiera que sea necesaria, la inmediata cesación del fuego y un proceso político que atienda las aspiraciones del pueblo libio.

El establecimiento de la presencia humanitaria de las Naciones Unidas y otros organismos en Benghazi y el acuerdo de 17 de abril firmado con el Gobierno de Libia sobre la asistencia humanitaria son los primeros pasos necesarios hacia la consecución de ese objetivo. A este respecto, las cesaciones del fuego por motivos

humanitarios deben contemplarse en las negociaciones entabladas con vistas a asegurar la protección de la población vulnerable y la prestación de asistencia humanitaria a dicha población, salvaguardar el espacio humanitario y promover un mejor respeto del derecho internacional humanitario.

Debe acordarse una cesación del fuego efectiva y verosímil para poner fin a los actos de agresión contra civiles inocentes, incluidos mujeres y niños, así como a su muerte. La cesación del fuego debe declararse ya sea oficialmente o, en un primer paso, como parte de un entendimiento oficioso entre las fuerzas en conflicto en Libia. Ambas partes han expresado su acuerdo respecto de la necesidad de una cesación del fuego verificable. Estoy trabajando con expertos de las Naciones Unidas y con representantes de organizaciones regionales, especialmente de la Unión Africana, sobre las modalidades específicas que podrían contemplarse.

El reto a afrontar al comunicarse y al celebrar negociaciones es delicado y multifacético, está condicionado por plazos y su dificultad radica en hallar el modo de vincular una cesación del fuego verosímil y verificable con un proceso político duradero en el que participen todas las partes pertinentes. La principal dificultad en esta etapa es lograr que todas las partes se pongan de acuerdo sobre los elementos esenciales de un proceso político que atienda las aspiraciones del pueblo libio. Para lograrlo, espero contar con el apoyo sostenido, incondicional y pleno del Consejo.