Voz temprana la de Gelman.  Violín y otras cuestiones, Gotán y Cólera Buey, entre los ’50 y los 60, devinieron trilogía de culto en la lírica joven de entonces y en los ya inadjetivables años de 1970. El poeta siguió escribiendo.

También lo hicieron el periodista, el militante político y el afanoso buscador de justicia, verdad y bálsamo para su dolor. Juan Gelman es un hombre que le puso el cuerpo a la vida desde lugares distintos y que acomodó el gesto según los dictados de su corazón.
Prosapia militante no le faltó. Su padre, revolucionario ruso de 1905, fue miembro del partido socialrevolucionario, de base campesina en una Rusia zarista esencialmente agraria. Juan fue el único argentino de la familia emigrada.

Aquí, en Buenos Aires y desde la izquierda marxista, ancló luego, durante algunos años, en Montoneros.

Sólo se ocupó en su vida, de la solidaridad y la justicia social. Esos ideales todavía lo acompañan.

Las heridas que dejó aquella lucha le abrieron zanjas oscuras para decirlo con palabras de Vallejo: un hijo secuestrado y asesinado por la dictadura y una nieta recuperada al cabo de una búsqueda  incansable, aunque demasiado larga como salir ileso de esa otra batalla.
Aquí, en este trashumar de dolor inmediato y de angustia siempre contenida que lo llevaría a dar con el paradero de Macarena, afloró de nuevo el militante social y aquel oficio que siempre lo acompañó: el  de periodista. La perseverancia y la denuncia dieron sus frutos. Macarena

Gelman pudo, por fin, conocer a su abuelo. Y el abuelo logró lo que parecía imposible: que la justicia uruguaya abriera el camino hacia el castigo de los genocidas orientales, esos que todavía se niegan a entregarle a su nuera, a la esposa de Marcelo, a María Cluadia  Iruretagoyena.

El poeta, ¿corre hacia la catástrofe, como decía Hölderlin? No es posible saberlo. Es una opinión. Lo que sí es seguro es que Juan Gelman, emergió de las cenizas, es una marca en nuestras vidas y su lírica es puro genio incandescente.

 (*) Fuente: Revista Motor de Ideas Mayo/Junio 2011.