Toda Latinoamérica estuvo de celebración los días 2 y 3 de diciembre, pero en forma especial Venezuela.

En esos dos días la ciudad de Caracas tuvo la suerte de acoger a los mandatarios de los pueblos latinoamericanos que asistieron a un alumbramiento histórico.

Ese nacimiento fue el de la “Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños” (CELAC) que para los habitantes del continente significó materializar el pensamiento integrador de precursores, libertadores y fundadores de la nacionalidad latinoamericana [1].

Como señaló el presidente anfitrión –Hugo Chávez- en medio del esplendor de la ceremonia fundacional, “la CELAC ha sido creada para constituirse en un centro de poder político mundial independiente, no sujeto a potencia ni poder alguno”.

Con la creación de la CELAC también se materializó la promesa formulada por el gestor de la primera independencia americana, el peruano Túpac Amaru, quien en 1781 -antes de su ejecución- expresara “podrán matar mi cuerpo, pero mi alma volverá y regresará hecha millones”.

Los hechos le dan la razón pues la creada CELAC que abarca el territorio de las 33 naciones donde se expandieron las culturas inca, maya, azteca, y muchas otras más, hoy cohesiona a sus 600 millones de descendientes que decidieron integrarse en base a su identidad latinoamericana y caribeña.

Sin embargo para aquellos que tuvimos ocasión de presenciar los actos fundacionales de la CELAC, fue sensible e inexcusable la ausencia del presidente Ollanta Humala toda vez el esfuerzo histórico del Perú por la integración regional en más de dos siglos.

La señalamos como inexcusable por las “medias verdades” que proporcionó a su homólogo Hugo Chávez, como argumento para justificar su inasistencia a la cita.

Chávez, conocido por su franqueza ante la prensa, declaró: “Hoy hablé con Ollanta; él llamó porque no va a poder venir, está muy apenado. Yo le dije, presidente lo comprendo, estamos con usted”.

Agregó Chávez a los medios, “hay una situación de protestas muy duras, me dijo, en Cajamarca, y él está al frente para impedir que haya algunos heridos", y dirigiéndose a los periodistas adicionó, “ya ven, la lucha de siempre contra las empresas”.

Sin embargo lo que Humala evitó mencionar a Chávez, es haber abandonado el ideario nacionalista con que llegó al poder y optado por “la hoja de ruta imperial” que la USAID le habría hecho llegar a través de Alejandro Toledo, su actual aliado político.

Ello hubiere bastado a Chávez para entender “al frente” de qué bando se hallaba su homólogo y obviara la cita irónica en relación a las empresas transnacionales.

Se sobrentiende que Humala le haya señalado “estar al frente de los pueblos peruanos que demandan el cese de la destrucción de su medio ambiente y hábitat”, hecho que es todo lo contrario.

Hoy ello se visualiza con claridad con la declaratoria de “sitio militar” de su gobierno contra esos pueblos, a fin de facilitar el acceso a las empresas transnacionales depredadoras que demandan extraer más oro así envenenen los cursos de agua y la vida.

La presencia en la CELAC de los presidentes neoliberales Piñeira de Chile, Santos de Colombia, Calderón de México, Martinelli de Panamá, Lobo de Honduras y el vice-presidente Piva de Costa Rica, señaló los temores que advierte “el sistema” criollo.

Esos mismos presidentes se encargaron de exigir a la CELAC la “aceleración” del proceso de integración ante el inminente advenimiento de recesiones económicas en Europa y los EEUU creadas por el fracaso del mismo neoliberalismo.

Mientras éstos se mostraron como “sabios estadistas” decidiendo acertadamente que llegó el momento de abandonar la nave del “sistema” que se hunde en su propia crisis económica, Humala fue percibido como un político empequeñecido, carente de visión y sometido aún a ataduras de imperios creadores de conflictos sociales por codicia.

El hecho puntual es que CELAC ha nacido en el ámbito de la verdadera democracia de los pueblos en la cual la diversidad, diferencias y asimetrías, son precisamente los elementos unificadores.

Pese a las coyunturas del actual gobierno de Humala somos de la firme convicción que la historia asiste al Perú para tener el honor de ser la sede permanente de la CELAC.

Los espíritus de Paz Soldán, Porras Barrenechea, Mariátegui, Haya de la Torre, Velasco Alvarado y tantos otros más -presentes en Caracas para su creación-, así lo reclaman.

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