—Tu detención significó el golpe más fuerte que el ERPI hubiera recibido. ¿Ya era una guerrilla lo suficientemente madura para superar la caída de su dirigente?

—Sí. Siempre se consideró la posibilidad de que la dirigencia fuera aprehendida. Y existió la preocupación de que siguieran operando solos, sin esa dependencia a una persona. Incluso entre nosotros no había el cargo de comandante general. Por ahí han dicho en algunos medios que yo era el comandante general, pero no era así. Era comandante, sí; parte de la dirección; y quizás se me tomaba como el principal. La realidad era que los cuatro de la Dirección Nacional teníamos el mismo nivel político y jerárquico. Y busqué siempre disminuir la relevancia que pudiera tener al principio. Yo pensaba que no llegaría a vivir más allá de los 30 años de edad y teníamos que estar preparados para cuando tuvieran que reemplazarme. Y me di cuenta de que yo no era imprescindible cuando en las votaciones proponía algo, lo discutíamos entre todos y se transformaba, o de plano yo perdía la votación. Me dije: estamos listos.

—Pero sí significó un golpe contundente al ERPI tu detención…

—Quizá, en cuanto al orgullo, a la seguridad que se tenía de que no nos podía pasar algo así; cómo fue posible que nos descuidáramos tanto. Ahora bien, de ahí no pasó; el golpe fue muy fuerte, pero no se llegó a más. Y me asumí como preso político, como ya me correspondía. Yo ya no soy ERPI. ERPI son ellos y tomaron y toman sus decisiones. Desde la cárcel yo ya no me inmiscuí: pasé a la lucha política, como correspondía.

—Después de tu detención hubo un repliegue del ERPI que se mantuvo por alrededor de 1 año. Sin embargo, posteriormente se emitieron nuevos comunicados casi con la misma periodicidad que antes e, incluso, se anunció de manera pública que pueblos indígenas de la región de la Montaña de Guerrero se unían al ERPI. También sucedieron otros hechos, como el asesinato del Comandante Ramiro (el 4 de noviembre de 2009), quien se encontraba al frente de una de las columnas guerrilleras más activas en el estado…

—Los golpes, dolorosos, no fueron el acabose del movimiento. Eso quedó demostrado. Luego de irme informando de lo que ocurrió en esos 10 años de cárcel, veo que fue necesario ese repliegue que realizaron. Yo lo hubiera hecho si hubiera caído alguien más de la dirección que no fuera yo. Habría hecho un repliegue general para asegurarnos que hubiera un mínimo de seguridad para poder seguir actuando. Hubiera sospechado de varias cosas, tal vez; y hubiera impulsado el abandono de casas de seguridad y el repliegue; hubiera cancelado relaciones. Lo que queda claro es que la organización se mantuvo porque abandonamos el centralismo.

—Ya has podido leer los comunicados e informarte de lo que de manera pública se conoce del ERPI. ¿Qué evaluación tienes?

—Por lo que puedo apreciar, están en la estrategia planteada antes de que yo cayera, que no es de alto perfil. No actúan por actuar, por conmemorar una fecha o atacar sólo porque hay una oportunidad de hacerlo. Por lo que se puede ver, se trata de un trabajo más discreto, de construcción, lento, pero más extenso. Lo que puedo opinar sólo es producto del análisis, de la lectura, quizás entre líneas, de los comunicados. El proceso es de acumular fuerza para cuando se necesite hacer uso de ella. Y se nota también una madurez importante.

—Qué sigue para Jacobo Silva.

—La lucha política. Ya estuve en la trinchera donde el monte es verde. Luego, donde es gris, del concreto y las rejas. Ahora, mi monte es el de la multitud, donde están los gritos, la solidaridad. Ahí está mi futuro. También aprovecharé lo que La Palma (Cefereso 1) me dio sin querer: la pintura, la capacidad de luchar jurídicamente, la posibilidad de escribir y de estudiar sociología. Eso, en el aspecto político y profesional. En el personal, disfrutar de mi familia. Tal vez no se puedan reparar los 10 años de ausencia, pero tengo a mi hija y a mi esposa: mi familia nuclear. Y tratar de reconstruir los lazos con mis hermanos. A Elizabeth y Abel tardé en verlos más de 14 años. Pero a mis otros hermanos no los vi por 25. Me toca reconstruir y reparar las incomodidades, preocupaciones o, incluso, daño que les generé.

—¿No te irás de pinta de nuevo o, como también dices, adonde el monte es verde?

—Pienso que eso está cancelado, porque mis condiciones cambiaron profundamente. Ahora sería para los muchachos una carga; ni de lejos, una ayuda. Yo implicaría un riesgo enorme para cualquier persona campesina con la que me relacionara. Fui filmado desnudo y hasta en el baño. Estoy perfectamente identificado por no sé cuántas personas del Cisen [Centro de Investigación y Seguridad Nacional], las Fuerzas Armadas y las policías. No es que sólo yo sea vulnerable, sino que pondría en un riesgo terrible a quienes entablaran relaciones conmigo. Otra cosa sería si, como en otros países, hubiera zonas liberadas, controladas por la guerrilla y donde el Ejército no estuviera. Pero eso no ocurre y no voy a perjudicarlos.

—¿Sigues pensando que la lucha armada es una vía para construir la justicia social? ¿Tienen razón de ser organizaciones como el ERPI?

—Por supuesto. Las condiciones sociales son peores ahora a las que existían cuando me incorporé a la guerrilla. Mi corazón está con los muchachos. Mi corazón no puede dejar de estar con ellos. Son hermanos a los que yo busqué. Yo vi crecer a muchos de ellos. Recuerdo que algunos, cuando los conocí, eran muy pequeñitos. Me decían “tío”. Mi corazón no puede dejar de estar con ellos, allá, en la columna, en el monte…

Declaración ministerial (fragmentos)

Declaración ministerial de Jacobo Silva Nogales adjunta a la declaración preparatoria del proceso 94/99 (6 de abril de 2000):

“1. Que no he cometido acciones de terrorismo ni secuestros ni asesinatos ni robos; que no soy terrorista ni secuestrador ni asesino ni ladrón.

“2. Que estoy aquí porque he formado parte de un ejército popular, desde cuyas filas he llamado al pueblo a defenderse y organizarse […]; que he luchado por hacer realidad el ejercicio de la soberanía popular, ya que hoy gobierna el país una minoría que no toma en cuenta las opiniones de la población y que se guía únicamente por las opiniones de los dueños del dinero […]; que he pugnado por la existencia de un estado de derecho, porque la Constitución [Política de los Estados Unidos Mexicanos] es violada cotidianamente por el gobierno y la aplicación de la ley está sometida al capricho de los poderosos, y en vez de federalismo existe un vergonzoso centralismo, y el Poder Judicial funciona como una dependencia más del Poder Ejecutivo, el cual también se burla continuamente del Poder Legislativo; que he luchado por hacer realidad aquello que Francisco Zarco denominó ‘gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo’, porque hoy existe un gobierno de la oligarquía, por la oligarquía y para la oligarquía […].

“3. Que no he hecho uso más que del derecho que tienen los pueblos de combatir un estado de cosas injusto, como en su tiempo lo hicieron otros que por eso también fueron llamados criminales, como [Miguel] Hidalgo, [José María] Morelos, [Francisco] Villa, [Emiliano] Zapata, Lucio Cabañas y Genaro Vázquez; que, como ellos, me atreví a dar esperanzas a los más pobres de entre los pobres […].

“4. Que como ellos he sido tratado porque se me acusa de crímenes que no cometí y se pretende dejar de lado el hecho de que formo parte de un ejército insurgente, es decir, de un movimiento rebelde.

“5. Que se ha violado la ley en diferentes momentos de mi caso: durante mi captura, porque no se me presentó ninguna orden de aprehensión […] ni fui presentado ante la autoridad competente en los términos que marca la ley, por lo que puedo decir que fui víctima de un secuestro por parte de integrantes de la Secretaría de Gobernación y de la Secretaría de la Defensa Nacional […]; durante mi secuestro fui torturado […], por lo que también los responsabilizo de los tormentos de los que fui objeto.

“6. Que las acusaciones pretenden basarse en declaraciones de otras personas que fueron firmadas después de haber sido objeto de torturas […].

“7. Que no esperaba otra cosa porque conozco la forma en que diferentes gobiernos combatieron la insurgencia en las pasadas décadas y que dejaron una deuda de cientos de asesinados y desaparecidos y miles de torturados […].

“8. Que pese a ellos no estoy arrepentido de haber levantado a un grupo de mexicanos a luchar por la democracia, la justicia y la libertad, sino que estoy muy orgulloso de ello […].

“9. […] que siempre gentes humildes me protegieron y con ellas aprendí que en las chozas, más que en los palacios, habita la dignidad; que la tortilla con sal nutre más, que los banquetes, la voluntad de luchar por la justicia; que piernas y brazos delgados resisten mejor el camino hacia la libertad; que la lucha por la ley requiere a veces ponerse fuera de ella; que una paz justa y digna puede necesitar, para conquistarse, de las armas […].

“10. Que Aguas Blancas, El Charco, Acteal, la toma de la Universidad por la Policía [Federal] me demuestran que es legítima la lucha por el cambio; que la rebeldía de la comunidades zapatistas, la resistencia de la comunidades erpistas y la de las bases de otros ejércitos populares mantienen viva la esperanza, muestran que el futuro puede y debe ser mejor que el presente […].”

Fuente
Contralínea (México)

Parte X: Jacobo Silva Nogales: los días en el infierno

Parte XI: Jacobo Silva Nogales: los días en el purgatorio

⇒ Parte XII: El ERPI, en fase de acumulación de fuerzas: Jacobo Silva Nogales