Veamos bien, antes de hacer enojar al círculo que vive en las nubes.

Octubre fue el mes donde aumentó la violencia como no lo veíamos en 4 años, los mismos en que Enrique Peña Nieto prometió que bajaría. De enero a octubre se registraron 9 mil 103 asesinatos; en 2015 hubo la espantosa cifra de 8 mil 393; es decir, actualmente padecimos 30 homicidios cada día. De mantenerse esa tendencia llegaríamos a 11 mil, superando los 10 mil 95 de 2013.

Los estados con más ejecuciones fueron Guerrero (141); Chihuahua (109), donde creció 22 por ciento, pues antes tuvo 89; Michoacán (95); Veracruz (89), y Guanajuato (83). Un caso especial es este último, ya que en Pénjamo hubo 40 homicidios por cada 100 mil habitantes, dos veces la media nacional. Y en la entidad, en 9 meses hubo 817 asesinatos (cifra que supera a los registrados en la Ciudad de México, no obstante su más baja población). Algo que llevó a expresar al mandatario guanajuatense, Miguel Márquez, que los medios tienen la culpa al denunciar los hechos. Algo parecido a los funcionarios de Los Pinos. Otros delitos que destacan en esa misma entidad son el robo de gasolina y el de trenes, a los cuales muchas veces descarrilan.

Los casos abundan. En Guerrero, por ejemplo, hubo recientemente cinco asesinados, entre ellos un funcionario de Acapulco, Ernesto Bautista. Aparte, dos militares fueron encontrados en bolsas de plástico, en estado de descomposición. Ambos eran parte de las Brigadas Especiales de Paracaidistas del Ejército.

En La Marqueza, Estado de México, se encontraron cuatro cadáveres. Primero se dijo que fue un ajuste de cuentas. Después que al asaltar un transporte, un usuario armado había disparado y liquidado a los rufianes, a los cuales remató y después huyó, sin saber realmente de quién se trató. La versión es bastante inverosímil. Pero el hecho real es que la Policía Federal detuvo ilegalmente al periodista David Deloarte, del informativo El Sol de México. Algo que grabó su compañero de tareas, Isidro Corro. Nuevamente las mal llamadas fuerzas del orden impidiendo la libertad de expresión.

En Naucalpan, Estado de México, a la vez que Peña Nieto inauguraba obras, hubo una manifestación de estudiantes de la Universidad del Valle de México para exigir mayor seguridad, ya que la comunidad está expuesta a muchos robos y violencia. En dicho municipio fue encontrado ultimado un oficial de la Sedena.

Es bueno anotar: en siete ocasiones un civil o militar que no se esperaba, han ejecutado a los asaltantes (El Universal, Editorial, 1 de noviembre), lo cual muestra claramente que los cuidadores del orden no aparecen cuando se les necesita.

En Michoacán, detuvieron a 20 guardianes por un asunto en donde está implicado un mando policiaco.

En Chiapas, balearon la camioneta del diputado del Partido Verde Ecologista de México, Mauricio Cordero, afortunadamente él no iba en la misma. Pero el chofer dijo que llevaba 1 millón de pesos de un negocio del legislador (sic negocinate).

Un camión que se rentó en Puebla, con el objeto de que varios pasajeros asistieran a la Fórmula Uno, fue asaltado de regreso a dicha entidad. Además, en el espectáculo internacional de automovilismo fueron detenidos varios ladrones que hacían de las suyas (Roberto Fuentes Vivar, Milenio, 1 de noviembre).

En la primer semana de noviembre en Yautepec, Morelos, se encontraron cuatro cadáveres. La lista terrible podría continuar. Este relato es una muestra de que la violencia va en aumento. Tanto que ya no se salvan jueces, médicos –en Guerrero, por ejemplo, cerraron 30 centros de salud–, sacerdotes y demás.

Tenemos un ajusticiado cada 20 minutos. Es decir, 72 cada día.

Para Miguel Ángel Osorio Chong, esta grave situación se va a resolver porque abrió cinco nuevos Cisen regionales (el primero en Puebla). Pero sabemos que el encargado de este centro nacional, Eugenio Imaz, hace meses que no asiste a su encargo ya que se encuentra delicado de salud.

Según el especialista de Scotlan Yard, James Patrick, quien fue invitado al país por la organización México Evalúa, desde hace 20 años muchos delitos no se denuncian y se inflan otros con menor impacto social. Por lo tanto, hay cifras maquilladas.

Ésta es la realidad del país sin cuentos y fuera de la voz oficial.

Fuente
Contralínea (México)