I. No es Voltaire, cuyo nombre, jurídicamente, es Francois-Marie Arouet (1694-1778), autor del concepto que sintetiza las libertades de la tolerancia en todas sus facetas, con el factor común de la tolerancia política democrática-republicana, que se cita para alumbrar los derechos a la libertad de expresión, discusión de las ideas, crítica a los gobernantes, libre examen para investigar información y su difusión, de todos los hechos en palabras y actos de quienes están en el escenario de lo público. La frase: “Estaré hasta la muerte en contra de lo que dices, pero defenderé hasta la muerte el derecho que tienes para decirlo”, fue creación de la escritora Evelyn Beatrice Hall (1868-1956), conocida con el seudónimo: Stephen G Tallentyre al sintetizar el pensamiento voltereano, tras escribir los libros: Los amigos de Voltaire (1906); La vida de Voltaire (1907). Y traducir en 1919, Las cartas sobre los ingleses; unas escritas en inglés y otras en francés. La frase también se conoce como: “Estoy en desacuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo”; y que muchos (yo entre ellos, por ignorancia), adjudicábamos a Voltaire.

II. Supongo que éste se hubiera declarado satisfecho y honrado con tan certera descripción de lo que luchó toda su vida, resumido en el texto Tratado de la tolerancia (traducción del francés al español de Carlos Chies; prólogo y notas de Palmiro Togliati). Aclarado mi error-confusión, me refiero a los 37 capítulos que, con el Diccionario Filosófico, integran un tratado; este último llamado Diccionario Filosófico Portátil, porque su encuadernado facilitaba su traslado en la mano o en el bolsillo, editado en 1770 en no más de 25 ejemplares –hoy calificada de edición príncipe– con 334 páginas; y que por la intolerancia en Ginebra, fue incinerado por un verdugo, no obstante el sello editorial de Londres. Una nueva edición desde 1776, titulada La Razón por Alfabeto, fue aumentada con nuevos artículos sobre la persecución, libertad de pensar, etcétera. En Tratado de la tolerancia, critica al clero, la religión como fanatismo, la intolerancia y la tolerancia como derecho humano. Es un libro que no debe faltar en una biblioteca (en la mía con no más de 100 libros, están los de Voltaire, Kant, Kelsen y otros más), y más en estos tiempos de abuso, censura y fanatismos, pisoteando a la razón y sus creaciones en todas las ramas de la ilustración.

III. Voltaire fue quien más contribuyó al nacimiento de la Revolución de 1789, cuando desde Francia irradiaron los derechos del hombre y del ciudadano, para imprimirle un giro moderno al final de la edad medieval. Fue uno de los volcanes de aquella Revolución que parió las monarquías constitucionales y abrió paso a la renovación de la democracia directa, pues fue el pueblo el que –como los griegos de la Polis–, removió hasta las raíces (aunque persistieron no pocas tradiciones), una etapa de la humanidad. Y junto con Voltaire sembró y cosechó nuevas libertades como derechos individuales y colectivos, girando en torno a la tolerancia y el republicanismo, para limitar las facultades y funciones de los gobernantes que empezaron a salir de una moderna democracia indirecta o representativa. Volcarse sobre estas páginas inmortales, es comprender y aprender que la discusión entre los que piensan y opinan diferente, para convenir en un punto común de mutuas concesiones, es la única manera de convivir en la paz social, con derechos y obligaciones convenidas entre minorías y mayorías, en un constante estira y afloja sin fanatismos.

Ficha bibliográfica:
Autor: Voltaire
Título: Tratado de la tolerancia
Editorial: Crítica-Grijalbo

Fuente
Contralínea (México)