Al amplio triunfo electoral de López Obrador para derrotar al PRI, Aristegui recobró lo que había conquistado como periodista. Por esos días AMLO declaró que sus favoritos en los medios eran Aristegui, la revista Proceso y La Jornada; lo que equivalía al llamado “beso del diablo”, para hacerles un flaco favor. Y en voz baja o a voz en cuello, a esos tres les han estado echando en cara el elogio del tabasqueño.

Hace unos días, una radioescucha de viva voz le reclamó a Carmen Aristegui que la notaba muy sin crítica al lopezobradorismo. Así como otros su parcialidad para con el desgobernador de Chihuahua: Javier Corral Jurado. Captada por los Aguirre de Radio Centro, parte de su noticiero es retrasmitido por una de sus estaciones. Ella dice que ha ganado radioescuchas. Otros aseguran que no es así y que su audiencia ha bajado. Como sea, sí se nota que le tiene buena fe al inquilino del Palacio Nacional (como huésped, donde vive, come y duerme, y como presidente, más de Morena que del país). Ya no cuestiona con crítica a los morenistas y ellos le conceden todas las entrevistas que solicita. Pero sus radioescuchas extrañan a la Aristegui combativa.

Tiene ya López Obrador muchos frentes merecedores de crítica. Abusa del poder y su popularidad para imponer sus deseos, sus parcialidades, sus ataques a los que odia. Carmen Aristegui no suele ocuparse de esas cuestiones. Como que no son de su interés. Y algunos de sus radioescuchas están en desacuerdo. Tiene derecho a su preferencia política; pero si su noticiero ha de mantener la mayor imparcialidad, debe hacer a un lado sus simpatías. De lo contrario, seguirá perdiendo auditorio que es indispensable para la credibilidad de sus entrevistas, comentarios e información. Y no dejar de lado su crítica, tan necesaria como periodista.

La cuestión es que si bien en lo que concierne a la información de los hechos, ella ha de ser lo más objetiva e imparcial; por lo que hace a las opiniones y comentarios, los periodistas pueden ser parciales y esto implica hacer favoritismos (como se nota cuando Aristegui se refiere al desgobernador de Chihuahua y cuando lo entrevista, por ejemplo). Los radioescuchas notan que con todo y su tono de voz, trata a Morena, a los lopezobradoristas y al propio tabasqueño con notoria amabilidad, poniéndoles el micrófono sin objeciones.

Ella sabrá si continúa así, pero su audiencia disminuirá, ya que los radioescuchas y lectores (de su columna en el diario Reforma, donde sus colaboradores critican el uso de los poderes por López Obrador), esperan que critique el ejercicio del poder presidencial. Por eso le han hecho saber que quieren un periodismo sin favoritismos, ya que es una verdad que hay excesos, recentralización administrativa, complicidades del tabasqueño con sus empleados de la jerarquía, mientras trata despóticamente a quienes no se someten a su autoritarismo, atropellos y malas decisiones que están causando desempleo; lo que daña al pueblo, aunque él se desviva por su populismo.

Está claro que Aristegui puede afiliarse a la corriente política que ya la señaló como su favorita entre los noticieros; sólo que está poniendo en riesgo de falta de credibilidad por lo que tanto ha combatido. La prensa, en todas sus manifestaciones, ha de ser contrapoder, para mantenerse como contrapeso, máxime cuando López Obrador controla a los tres Poderes de la Unión del Estado federal. Gravísimo, ya que si el priísmo, de 1946 a 2018, hizo eso, de nada sirve que haya triunfado la entonces oposición, para repetir más de lo mismo. En fin, la periodista sabrá su camino ante su noticiero. En este espacio comento lo que de su trabajo impugnan sus radioescuchas porque no les gusta que se conforme en darle seguimiento al desempeño de los morenistas y su director-controlador. Éste se muestra satisfecho con quienes le dan por su lado y enfurece contra sus críticos descalificándolos con el desprecio de “fifís”, y tachando a sus adversarios hasta de traidores.

Fuente
Contralínea (México)