Una serie de disturbios vienen produciéndose en Irlanda del Norte desde el 4 de abril de 2021.‎

El Brexit, la salida del Reino Unido de la Unión Europea, dejó caducas las cláusulas del ‎acuerdo de paz del Viernes Santo, que los unionistas –contrarios a la independencia de Irlanda ‎del Norte– llaman «Good Friday Agreement» [1]. ‎

Pero los términos del conflicto norirlandés se han invertido desde 1998. Londres ya no está ‎interesado en mantener a toda costa la ocupación británica en Irlanda del Norte y ha aceptado ‎no reinstaurar fronteras aduanales entre ese territorio y la República de Irlanda sino establecer ‎una frontera entre Irlanda del Norte y Gran Bretaña. Resultado: ahora son los unionistas, leales a ‎la Corona británica, quienes protestan. ‎

Desde Londres, el primer ministro británico, Boris Johnson, lanzó un llamado a la calma, ‎declarando que el problema no podrá resolverse recurriendo a la violencia. ‎

La situación podría tornarse aún más explosiva el 10 de julio próximo, en ocasión de la ‎conmemoración de la batalla del Boyne, cuando los miembros de la Orden de Orange –una ‎cofradía protestante– celebran la victoria del protestante holandés Guillermo III, rey ‎de Inglaterra, Escocia e Irlanda desde 1688 hasta su muerte en 1702, sobre el depuesto rey ‎de Inglaterra, el católico inglés Jacobo II, hecho que instauró la división confesional en Irlanda. ‎

[1«¿Puede el Brexit reactivar la guerra en Irlanda?», Red Voltaire, 13 de noviembre de 2017.