A cambio de normalizar sus relaciones con Israel –en diciembre de 2020–, Marruecos logró que ‎Estados Unidos “reconociera” la soberanía marroquí sobre el Sahara Occidental, ex colonia ‎española que Rabat reclama como parte de su territorio a pesar de que la población saharaui ‎proclamó su independencia en 1976, creando desde entonces la República Árabe Saharaui ‎Democrática (RASD). ‎

Ahora, Marruecos se apoya en el respaldo estadounidense en el marco de un intenso forcejeo con ‎España alrededor de la cuestión del Sahara Occidental.‎

Pero el apoyo de Washington a Marruecos frente a España y Argelia sobre el tema del Sahara ‎Occidente en realidad comenzó hace mucho tiempo:‎
 Fue el estadounidense Henry Kissinger, siendo secretario de Estado, quien empujó el rey ‎Hassan II a orquestar la llamada «marcha verde» de 350 000 civiles marroquíes sobre el ‎Sahara Occidental, iniciada en noviembre de 1975.
 En 1976, durante la descolonización del Sahara Occidental, ese territorio fue parcialmente ‎anexado por Marruecos y Mauritania.
 En 1997, otro estadounidense, el ex secretario de Estado James Baker, se convirtió en enviado ‎especial del secretario general de la ONU para el Sahara Occidental. ‎

Recientemente, en diciembre de 2020, Estados Unidos y Marruecos realizaron maniobras ‎militares conjuntas, durante las cuales los aviones del portaviones estadounidense ‎‎USS Eisenhower invadieron sin previo aviso el espacio aéreo de España en las Islas Canarias. ‎

El 11 de abril, el gobierno español aceptó, a pedido de Argelia, proporcionar atención médica ‎en suelo español al secretario general del Polisario –el movimiento de liberación que gobierna la ‎República Árabe Saharaui Democrática (RASD) proclamada en el Sahara Occidental. ‎

Gravemente enfermo de Covid-19, Brahim Ghali, secretario general del Polisario y presidente de la ‎RASD, fue trasladado entonces a España. Pero los servicios secretos marroquíes descubrieron que ‎Ghali (ver foto), de 71 años, estaba internado bajo una falsa identidad en un hospital español y ‎resucitaron contra él viejas acusaciones de tortura ante la justicia española. ‎

Marruecos exigió entonces que Ghali le fuese entregado, exigencia denegada por España, que ‎invocó los procedimientos de rigor para la obtención de una extradición.

El hecho que Marruecos había aceptado en el pasado al menos 6 desplazamientos de Brahim ‎Ghali a España, así como la hospitalización de varios dirigentes del Polisario en instalaciones ‎españolas, confirma que hay un cambio de actitud de Marruecos, evidentemente basado ‎en el fortalecimiento del respaldo de Washington a Rabat.‎

En represalia por la negativa española de entregarle el principal dirigente saharaui, Marruecos ‎estimula desde hace semanas una oleada de inmigración ilegal hacia el enclave español de Ceuta –‎en el norte de África–, operación que corresponde al uso político de las migraciones orquestado ‎desde hace años por Estados Unidos –basta citar los casos recientes de los pobladores de Kosovo ‎transferidos a Macedonia y de los sirios invitados a instalarse en Turquía y posteriormente ‎enviados a Europa. ‎

Brahim Ghali aceptó responder a un magistrado español, que lo interrogó por videoconferencia ‎sin hallar evidencia de su implicación en los hechos a él atribuidos. Se desenterró entonces una ‎acusación diferente que supuestamente lo implica en la muerte de 281 ciudadanos españoles ‎frentes a las costas de Islas Canarias. ‎

El 30 de mayo, Argelia envió un avión que debía sacar de España al dirigente saharaui pero el ‎aparato no fue autorizado a aterrizar en suelo español. ‎

El 2 de junio, el dirigente saharaui finalmente pudo salir de España hacia Argelia y fue internado ‎en el hospital militar de Argel, donde recibió la visita del presidente argelino, Abdelmayid Tebune. ‎

El diario español La Razón afirma ahora que Brahim Ghali trabajó para los servicios secretos del ‎dictador español Francisco Franco. ‎