El ministro de Defensa de Italia, Lorenzo Guerini, inauguró en La Spezia Sea Future 2021, la ‎exposición militar naval apadrinada por las principales industrias militares, encabezadas por ‎Fincantieri («sponsor estratégico»), Leonardo («sponsor de platino») y Mbda, joint venture ‎europea en la que un 25% de las acciones están en manos de Leonardo y que participa como ‎‎«sponsor de oro». ‎

El «Futuro» que se menciona en el nombre de la exposición ya está trazado en la «Directiva para ‎la Política Industrial de la Defensa», que el ministro Guerini publicó el 29 de julio y según la cual ‎Italia debe «disponer de un instrumento militar capaz de expresar las capacidades militares de ‎avanzada que el país necesita para preservar sus propios intereses nacionales», para garantizar ‎‎«su membresía en el círculo de países tecnológicamente y económicamente avanzados». ‎

Contradiciendo el Artículo 11 de la Constitución italiana y varios principios constitucionales –pero el Parlamento italiano guarda el mayor ‎silencio al respecto–, la Directiva ‎estipula que Italia debe armarse cada vez más. También establece que Italia debe mantener y reforzar «la relación ‎estratégica con Estados Unidos para garantizar el contacto con la innovación tecnológica que tiene ‎en Estados Unidos uno de sus principales gestores, para favorecer el acceso de las empresas ‎italianas al mercado estadounidense y para mejorar el posicionamiento de Italia en el contexto ‎europeo». ‎

La política definida en está Directiva ya viene aplicándose desde hace mucho. Basta recordar:‎
 la presencia en el portaviones Cavour –navío almirante de la marina de guerra italiana– de los ‎aviones estadounidenses F-35B, de despegue corto y aterrizaje vertical, aviones cuya utilización ‎en el portaviones italiano hubo que certificar en Norfolk, Virginia, o sea en Estados Unidos;‎
 la decisión de armar los submarinos y fragatas de la marina de guerra italiana con misiles ‎estadounidenses Cruise, con un alcance de al menos 1 000 kilómetros;
 la decisión de comprar drones estadounidenses Reaper. ‎

Ese armamento, que Italia ha comprado a Estados Unidos, y otras armas hoy en posesión de las ‎fuerzas armadas italianas, no se adaptan a la realización de misiones defensivas sino a acciones ‎de ataque. ‎

El portaviones italiano Cavour, al ser portador de los F-35B estadounidenses, se convierte en ‎una base militar avanzada que, desplegada en lejanos teatros de guerra, puede ser utilizada para ‎atacar e invadir un país. Armados con los misiles Cruiser estadounidenses, los submarinos y ‎fragatas italianas pueden golpear un país a gran distancia. Los drones Reaper que Italia ha ‎comprado a Estados Unidos, teledirigidos desde miles de kilómetros de distancia, pueden abatir ‎‎“objetivos” humanos con misiles Hellfire [también “Made in USA”]. En definitiva, Italia se arma ‎para participar en nuevas guerras… bajo las órdenes de Estados Unidos y la OTAN. ‎

La «relación estratégica con Estados Unidos», enunciada en la Directiva, se refuerza cada día ‎más. El grupo [italiano] Fincantieri, controlado al 70% por el ministerio [italiano] de Economía, man‎tiene 3 instalaciones en Estados Unidos, donde está construyendo 10 fregatas multiusos para la ‎marina de guerra de Estados Unidos (US Navy) y 4 barcos de guerra similares para Arabia ‎Saudita. ‎

También en Estados Unidos, Leonardo –la principal industria militar italiana, que concentra el 70% ‎de su actividad en la producción de armamento– provee productos y servicios a las fuerzas ‎armadas y los servicios de inteligencia y en Italia administra el complejo de Cameri, donde ‎se ensamblan los F-35 del constructor estadounidense Lockheed Martin. Un 30% de las ‎acciones de Leonardo están en manos del ministerio [italiano] de Desarrollo Económico. ‎Es por eso que el ministro Giancarlo Giorgetti [miembro del partido de extrema derecha La Liga] ‎estaba junto al ministro Guerini, del Partido Democrático, en la apertura de la exposición militar ‎de La Spezia. Definido como «experto en cuentas», es Giorgetti quien se ocupa de administrar ‎los 30 000 millones de euros ya asignados a fines militares por el ministerio de Desarrollo ‎Económico, así como los otros 25 000 millones del Recovery Fund europeo [1].‎

Ya no alcanzan los 26 000 millones de euros que el ministerio de Defensa [italiano] gasta ‎anualmente. Hay que llegar al menos a 36 000 millones anuales, como exige la OTAN, ‎exigencia que Estados Unidos remacha constantemente. ‎

‎¿Quieren algunas cifras? El portaviones Cavour costó 1 300 millones de euros y los quince F-‎‎35B comprados a Estados Unidos por la marina de guerra italiana cuestan 1 700 millones, a ‎los que se agregan otros quince F-35B y sesenta F-35A, capaces de portar armas nucleares, ‎comprados a Estados Unidos para la fuerza aérea italiana. ‎

Pero también hay que contabilizar los gastos de operación. Un día de navegación del Cavour cuesta más de ‎‎200 000 euros y una hora de vuelo de un F-35 cuesta más de 40 000 euros. Y todo ese dinero ‎sale de los fondos públicos, o sea se sustrae a los gastos sociales para invertirlo en armamento y ‎en guerras en aras de «preservar nuestros intereses nacionales» y de figurar «en el grupo de ‎países económicamente avanzados». ‎

Fuente
Il Manifesto (Italia)

Traducido al español por Red Voltaire a partir de la versión al francés de Marie-Ange Patrizio‎

[1«En Italia, 30 millones del ‎‎“Recovery Fund” europeo irán al sector militar», por Manlio Dinucci, Il Manifesto y ‎‎Red Voltaire, 16 de octubre de 2020.