Las elecciones legislativas realizadas en Irak este fin de semana estuvieron marcadas por la ‎abstención, que fue del 59%.

Los electores iraquíes muestran así que consideran inútil ese tipo de ‎consulta, que las potencias extranjeras controlan el país, que la corrupción de las élites ‎es total y que las diferentes milicias no respetan las leyes. Conclusión: los iraquíes no dan ‎ningún crédito a las instituciones implantadas bajo la ocupación estadounidense.

Sin embargo, los electores que sí acudieron a las urnas (41%) modificaron ‎el panorama y los equilibrios políticos previos. El partido del líder chiita nacionalista Moqtada al-Sadr ‎‎(ver foto) fue el más votado, seguido de la formación del presidente del parlamento, el sunnita ‎nacionalista Mohamed al-Halbusi.

En tercer lugar quedó el PDK del separatista kurdo Massud Barzani mientras que el partido del ex primer ministro Nouri al-Maliki, un chiita catalogado como ‎pragmático, mejoró considerablemente su resultado en relación con la elección anterior. ‎

El gran perdedor de la consulta fue Fatah, una coalición de aliados de Irán que ‎ahora tendrá sólo 16 diputados, un gran retroceso si se compara con los 48 diputados que había ‎logrado en 2018. Esa formación está denunciando que la elección estuvo “arreglada” y se niega ‎a reconocer los resultados oficiales. ‎