El propiciador de la reunión fue la pretensión de Distribuidoras Unidas de reducir hasta el 10% el porcentaje que reconoce a estos trabajadores por venta de cada una de las revistas. Pero además, darle cuerpo a una forma organizativa que propenda por la defensa de los intereses de quienes venden y distribuyen los productos editoriales al público. Los grandes ausentes de esta reunión fueron las cadenas de almacenes y la Librería Nacional. Es de precisar que a estos Distribuidoras Unidas les reconoce un porcentaje superior al que otorga al vendedor callejero o informal, el mismo que no pretende reducir.

Los platos rotos

De la reunión realizada partió una delegación para debatir con Distribuidoras Unidas esta situación. Allí la empresa se declaró en quiebra y justificó su medida como una vía para recuperar los $7.500 millones perdidos en robos internos y los $ 10.500 millones en cartera inflada.

Ante esta situación y para enfrentar la negativa de la Distribuidora de reconsiderar su medida, se tomó la decisión de que a partir del 1 de julio ningún punto de venta a nivel nacional: kioscos, librerías, droguerías, reciba las revistas (puntos que atienden los mayoristas) con un porcentaje menor al normal (20%).

Es evidente que la quiebra de Distribuido Unidas no es culpa de los vendedores informales, entonces, ¿por qué han de pagar estos los platos rotos? Que revisen sus sistemas administrativos, pero que no pretendan que quienes sostienen a sus familias con un trabajo precario asuman las perdidas.

Por último, la nueva Federación solicita a todos los que participan de esta protesta nacional, unir esfuerzos en el proceso del paro para que la Empresa Distribuidora Unidas no logre sus propósitos.