Hay un señor, Luis Vega Monteferri, que quiere legalizar lo que en muchísimas empresas privadas se lleva a cabo con una escalofriante frialdad numérica: ¡que los empleados trabajen 14 horas! ¿Causa alguna sorpresa que este troglodita, paradigma negativo del empresario explotador e insolente, haya dicho lo que expresó? ¡De ninguna manera! Extrañeza sí hay porque se haya demorado tanto en pronunciar su baladronada después de tantos años de ser tema corriente el que se trabaje muchas más horas que las que consagra la ley como fundamentales.
Conozco un caso increíble. Un funcionario ultra-eficiente, que consigue donaciones cada año más que el anterior para su empresa, con un sueldo bajo, ha sido premiado a la inversa: ¿cómo así? Le han dicho que le están buscando reemplazo. ¿Qué? ¡No han leído mal amigos! Así es. ¿Y cuántas horas trabaja este señor a quien le he dicho múltiples veces con cariño y cólera que no sea tonto ni cómplice?: ¡entra a las 9 am. y sale a veces pasadas la 1 ó 2 de la madrugada! ¡Sobre llovido, mojado!
La escaramuza del troglodita Vega de Adex, es una demostración más de cómo ciertos sectores, históricamente mercantilistas, vinculados a cuanto negociado se ha hecho en el Perú de mala forma, aprovechadores de todas las amnistías y llorones por leyes anti-sociales y laborales, hoy se sienten fuertes y manifiestan con anacronismo de matones de los años 30, toda su concepción retrógrada y abusiva.
Creo que habría que preguntarle a los empleados de ADEX y de la empresa del troglodita Vega, si éste no les hace marchar muy temprano y alzar el brazo derecho a la altura del pecho para proferir el hitleriano: ¡Sieg Heil! Dadas las circunstancias ya no llamaría la atención.
Hay otro caso patético de cómo no es un tema de edad esta actitud despreciadora de la condición humana del trabajador peruano. El ministro del TLC e Intereses Foráneos, oficialmente de Comercio Exterior, Alfredo Ferrero, afirma con desparpajo que se crearán decenas de miles de empleos con el TLC que él empuja, sumiso y vasallo a Estados Unidos porque este convenio es “conveniente para el Perú”. Lo que no dice este sujeto es cómo el TLC promoverá un tratamiento legal extra-nacional y a favor de cualquier empresa que siente sus reales en Perú. Es decir, en caso de diferendos, de cualquier tipo o naturaleza, aquí o en cualquier país que haya establecido un TLC, sufrirá la prepotencia dolarizada que compra todo de estas mismas empresas.
Vale decir, que nuestros códigos, malísimos es cierto, pero que de alguna manera aún presumen de cierto tratamiento local de acuerdo a nuestra idiosincracia, particular e intransferible, no valdrán nada, frente a cualquier extensión o analogía planteada en defensa de las transnacionales que tienen en los bufetes criollos de abogados a serviles defensores y perros de presa que venden su alma si eso garantiza la salvaguarda de sus clientes.
La estupidez conservadora de las pandillas cerriles a quienes sirve o han servido las últimas dos administraciones gubernamentales, ha renacido. Lo que no entienden estos cavernarios es que quien siembra vientos, cosecha tempestades. Y eso es ley de la vida que ningún código o TLC podrá atajar.
¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!
¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!
¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!
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