Rebelde desde guagua

Al culminar sus estudios primarios en la Escuela Espejo, donde fue escolta de la bandera, Giovanni Atarihuana tomó su primera decisión política: escogió continuar la secundaria en el Colegio Mejía y no en el Colegio Sebastián de Benalcázar, que supuestamente era lo lógico: los del ‘Eugenio’ tenían la tradición de seguir su formación en el ‘Sebastián’.

Lo hizo en función de empezar una etapa de rebeldía y protesta social, guiado por el ejemplo de sus padres, quienes fueron dirigentes universitarios. “Aunque, claro, mamá llegó incluso hasta a ofrecerme regalos para que me decidiera por el Benalcázar”, recuerda, entre sonrisas, Giovanni.

Ya dentro del ‘Patrón’ Mejía, nuestro personaje se encontró con un ambiente muy politizado: respiraba a bocanadas el perfume, siempre fresco pero nunca dulce, de diversas tendencias ideológicas. Pronto comprendió que aquellos anhelos -casi sentimentales- de luchar por la justicia social tenían que ser guiados por la tendencia que privilegia a los pobres y necesitados de la sociedad: la izquierda revolucionaria inundó de ‘fragancia rebelde’ todo el interior de Giovanni.

Con esta convicción ingresó a filas de la Juventud Revolucionaria del Ecuador (JRE) cuando tenía trece años. En esta etapa comienza un vertiginoso ascenso de Giovanni en la dirigencia estudiantil: en 1989, cuando estaba en quinto curso, fue electo presidente nacional de la Federación de Estudiantes Secundarios del Ecuador (FESE), en el Sexto Congreso.

Aquellos ideales de la adolescencia empezaron a sacudirse y a volverse realidad por medio de un intenso trabajo: en este período se logró reconstruir la FESE en provincias como Imbabura, Cuenca y Guayas; la Federación recuperó su personería jurídica; se alcanzó la tarifa estudiantil reducida a 10 sucres en el gobierno de Rodrigo Borja, entre otros aspectos.

“La experiencia en la FESE fue muy positiva, comprendí que únicamente mediante la lucha se pueden conseguir los objetivos planteados; esta fue también una etapa de formación intelectual y de fortalecimiento de la sensibilidad social”, manifiesta Giovanni, mientras que en sus ojos florece el recuerdo.
Cuando terminó su período en la FESE, fue elegido vicepresidente nacional de la JRE, designación que la ocupó hasta 1994. “Trabajamos activa y decididamente en la ‘J’, a pesar de que justo a inicios de la década del 90 se produjo la caída del Muro de Berlín y todo lo que ello significaba; a los ‘joteros’ no nos desmotivó mucho este acontecimiento, porque estábamos convencidos de nuestra lucha, aunque después comprendimos, cuando iniciamos nuestra actividad política en la Universidad, el alcance real que tuvo este hecho histórico en la juventud”, asevera nuestro personaje.

Universitario y revolucionario

Giovanni ingresó a la Facultad de Arquitectura de la Universidad Central del Ecuador, sin embargo, el sendero revolucionario estaba ya trazado en su destino: en 1994 fue electo secretario del Frente Revolucionario de Izquierda Universitaria, FRIU y en 1995, presidente de la Federación de Estudiantes Universitarios del Ecuador, FEUE. “En el trabajo con los secundarios la cuestión era más emotiva, pero en la universidad las cosas merecían más estudio; nos costaba entender el reflujo que vivían los universitarios, las diferentes corrientes ideológicas que los inquietaban... Había que hacer una labor mucho más intensa, más profunda que la mera agitación”, manifiesta Giovanni.

Entonces, el objetivo de la directiva de la FEUE de aquella época se focalizó, básicamente, en la recomposición política del movimiento estudiantil.

Entre las plataformas de lucha en este período se destacan las siguientes acciones: se enfrentó la ofensiva neoliberal y la pretendida privatización de la Universidad; se defendió el libre derecho y acceso que tienen los estudiantes para ingresar a la ‘U’.

Al respecto, uno de los méritos que tiene el movimiento estudiantil ecuatoriano en la década del 90 fue que mientras la avalancha neoliberal arrasó con la educación superior en América Latina (privatizó universidades, terminó con su autonomía, eliminó los cogobiernos, etc.), en nuestro país se defendió la calidad, el laicismo, la autonomía, los derechos estudiantiles y la gratuidad de la Universidad: “¡Ese el mérito del movimiento universitario del Ecuador!: mientras que en Brasil el 80% de estudiantes acuden a universidades privadas, en nuestro país ese porcentaje es totalmente inverso; mientras que en Perú se ha aniquilado a las Federaciones Estudiantiles, aquí la FEUE se ha consolidado, en la actualidad es la organización con mayor representatividad nacional: tiene capacidad de movilización; estamos en un estadio en el cual es posible que el movimiento estudiantil, la izquierda en las universidades, pase a la ofensiva; los vientos son favorables a las posiciones de avanzada -pese a que existe una campaña anticomunista, posmodernista-; ahora el reto principal es pasar de la resistencia a la ofensiva”, asevera, entusiasmado, Giovanni, al tiempo que sus ilusiones, alborotadas, revolotean por sus ojos.

En esta recomposición del movimiento estudiantil existen momentos claves, en los cuales demostró su capacidad de convocatoria, su dirección ideológica y su trascendencia política: la FEUE participó, dentro del Frente Popular, en la caída de Abdalá Bucaram (1997); se consiguió que la Universidad retire el título a la Ministra de Educación del gobierno bucaramista, Sandra Correa, después de haber demostrado que plagió su tesis doctoral. Otro momento clave fue en la Asamblea Constituyente de 1998, cuya mayoría derechista aprobó el cobro de pensiones en las Universidades estatales; la respuesta estudiantil fue contundente: la juventud se tomó la Academia de Guerra y luego la Universidad Andina (donde trabajaban los asambleistas); se obligó a la reconsideración de esta decisión; tal fue la fuerza del movimiento que se alcanzó la anulación del cobro en las universidades públicas, el respeto a la autonomía universitaria y que no se establezca examen de ingreso sino un sistema de nivelación y admisión.

Por su destacada trayectoria como dirigente universitario y por el reconocimiento de la lucha del movimiento estudiantil ecuatoriano, Giovanni fue secretario regional para el Área Andina de la Organización Continental Latinoamericana de Estudiantes, OCLAE. Nuestro personaje también ha sido miembro del Consejo Nacional de Universidades y Escuelas Politécnicas, Conuep; de la Comisión Electoral de la Universidad Central del Ecuador (UCE) y de la Comisión de Reforma de la misma institución. Como delegado de los estudiantes universitarios ha representado al país en diversos eventos de carácter político, académico y cultural.

En el ámbito profesional, en la actualidad Giovanni es egresado de Sociología, en la ESPEA. Sin embargo, su formación intelectual ha sido bastante exigente: ser dirigente revolucionario implica, entre otras cosas, conocer profundamente los fenómenos de la sociedad, su evolución histórica y sus proyecciones; fundamentarse teóricamente acerca de la ideología de izquierda, el marxismo, y tener, también, conocimientos de filosofías contrapuestas.

Con toda esta trayectoria política y formación intelectual, Giovanni Atarihuana fue designado por su partido, el Movimiento Popular Democrático (MPD), para ocupar la vicepresidencia del Tribunal Supremo Electoral, TSE.

El guagua rebelde y revolucionario está en TSE
Tiene 32 años y es el vocal más joven en la historia del TSE; con 19 años de actividad política es el vicepresidente del Tribunal Supremo Electoral. “Tengo una responsabilidad muy grande, porque existe una enorme expectativa de lo que la izquierda revolucionaria, la juventud revolucionaria, es capaz de hacer en estos espacios de poder; tengo, también, que retribuir a la confianza de mi partido, el MPD -asevera Giovanni-. Como militante que soy, tengo que luchar desde diferentes trincheras, primero fue con los jóvenes secundarios, después con los universitarios, y ahora aquí... Dentro del TSE tengo el deber de hacer respetar la voluntad del pueblo ecuatoriano; velar por que no se vuelvan a repetir los fraudes abiertos y descarados que han sucedido en anteriores elecciones (fraudes que se han cometido a vista y paciencia de los anteriores vocales del TSE)”.

Respecto a la actividad política, Giovanni cree que el pensamiento de un sector de la juventud es incorrecto: “muchos jóvenes dicen que la política es inmoral y corrupta -y eso en cierto sentido es verdad- y por ello son ‘apolíticos’... Pero pensar así, analizar los procesos de esta manera, es demasiado fácil. Lo difícil es involucrarse, tratar de cambiar la política corrupta; no hay que ser solo comentaristas y analistas, sino actores, protagonistas, con todos los riesgos que esto puede acarrear... Hay que meterse en el ring y pelear...”.

Y sí, nuestro personaje está combatiendo desde una nueva trinchera, lanzando granadas de rebeldía que estallan en la conciencia de los oligarcas y burgueses antipopulares, aquellos tradicionales políticos que han medrado del poder estatal.