El Kremlin recibe pocas buenas noticias de Chechenia, pero la situación cambió cuando Aslan Maskhadov fue muerto el 8 de marzo de 2005. El gobierno de Vladimir Putin podía regocijarse. Sin embargo, esa muerte no va a ayudar a Rusia a salir del atolladero checheno. El futuro podría incluso ni siquierar deparar una mejoría de la situación y el Kremlin podría llegar hasta a tener que lamentar la muerte de Maskhadov, una persona con la que hubiese podido negociar, no así con Chamil Bassaev. Maskhadov quería una Chechenia laica, no un estado islamista y proponía regularmente que se negociara con los rusos. Quería poner fin a la guerra a cambio de la autonomía en el seno de la Federación Rusa, más que la independencia. Putin intentó vincularlo al terrorismo checheno más violento, como la toma de rehenes del teatro de Moscú o la de Beslam. No obstante, nada permite vincularlo con esas atrocidades que él condenó. La muerte de Maskhadov refuerza a Bassaev y la aparición del islamista Abdul Khalim Saludaiev como sucesor de Maskhadov es síntoma de ello. El ex presidente tenía ciertamente sus defectos, y su presidencia entre 1997 y 1999 fue una catástrofe que dio a Putin la oportunidad de retomar la guerra en Chechenia, pero era un moderado con quien los rusos hubiesen podido conversar. Como la resistencia chechena se ha fraccionado, la muerte de Maskhadov no le hará mella y seguirá golpeando a Rusia.

Fuente
Los Angeles Times (Estados Unidos)

«Hope Died With Chechen Rebel Leader», por Rajan Menon, Los Angeles Times, 13 de marzo de 2005.