Los atentados ocurridos ayer en Londres son inquietantes ya que teniendo en cuenta nuestras relaciones con el Reino Unido es como si nosotros también hubiéramos sido atacados. Además, se supone que los atentados fueron perpetrados por kamikazes. Ahora bien, este ejército de la Yihad mina las bases de nuestras sociedades abiertas: la confianza. Los ataques de ayer nos hacen en cierta forma menos libres.
Sin embargo, el aspecto más importante es que se trata de un problema de civilización. Luego de los atentados cada musulmán se convierte en sospechoso. Las relaciones entre las poblaciones musulmanas y Occidente se tensan y esto es lo que quería Bin Laden. Los atentados de Londres crean una situación mucho más crítica por cuanto, contrariamente a lo ocurrido luego del 11 de septiembre, no existe enemigo fácilmente identificable que combatir.
Es esencial que los musulmanes luchen contra sus propios extremistas. Hace falta que los musulmanes reconozcan que entre ellos existe una cultura de muerte. Si no luchan contra este cáncer toda la relación entre el Islam y Occidente se verá afectada. Se trata de un problema cultural del Islam. Londres, París, Riad, Bali o El Cairo no estarán seguras mientras los responsables musulmanes no priven de legitimidad a los extremistas.

Fuente
New York Sun (Estados Unidos)

«If It’s a Muslim Problem, It Needs a Muslim Solution», por Thomas L. Friedman, New York Times, 8 de julio de 2005.