El proyecto de constitución iraquí debe evaluarse según dos criterios: su capacidad de convertir a Irak en una verdadera democracia y su potencial para conservar un Irak unido a la vez que socava la insurrección. La primera prueba la pasó, la segunda será validada o no por los iraquíes, el 15 de octubre, durante el referendo.
El proyecto constitucional se basa en valores y estructuras que deberían ayudar a democratizar el país, a estabilizarlo, a partir de valores universales y en la tradición iraquí. Gracias a ese texto, todos los iraquíes son iguales ante la ley y tienen sus derechos garantizados. La constitución reconoce el derecho a la vida privada, a la libertad de movimiento, de expresión y asociación. Garantiza también la presunta inocencia. Las mujeres deberán representar el 25% de las asambleas electas. Como en Israel, el debate entre ley religiosa y ley civil no está solucionado en el texto constitucional.
La estructura del gobierno permite apoyar la transición democrática y puede ayudar a construir puentes entre las comunidades. El Kurdistán no podrá lograr que evolucione su estatus antes de la elección de la próxima asamblea. Ya, el proceso de redacción de por sí permite crear puentes entre las comunidades y los Estados Unidos van a continuar alentando a los iraquíes a que se unan.

Fuente
Washington Post (Estados Unidos)

«Politics Breaks Out In Iraq», por Zalmay Khalilzad, Washington Post, 5 de septiembre de 2005.