Tras la retirada israelí de Gaza, los voceros de los partidos de la coalición en el poder en Israel continúan su trabajo de propaganda. Israel vio su imagen arruinada en Europa durante la segunda Intifada y se dedica a restaurarla. Así, el presidente del grupo laborista en la Knesset (parlamento), Isaac Herzog, en entrevista al diario Die Welt, retoma la retórica tradicional de Tel Aviv sin aportar elementos nuevos: el gobierno de Israel ha hecho un gran esfuerzo a favor de la paz, se ha puesto en peligro frente a los colonos más fanáticos y ahora son los palestinos los que deben dar pruebas. Considera igualmente que Israel debe eliminar las colonias ilegales en Cisjordania y terminar la construcción del Muro, presentado nuevamente como una medida de seguridad pero que, cada vez más, se evidencia como un medio para remodelar la frontera. En esta entrevista, realizada antes de la votación interna del Likud en la que el vencedor fue el Primer Ministro israelí contra Benjamin Netanyahu, el autor manifiesta su apoyo a Ariel Sharon.
Este punto de vista tiene también sus partidarios en Rusia. Así, el diputado a la Duma y director del Instituto Internacional de Investigaciones Políticas y Humanitarias, Viacheslav Irgunov, presenta en Izvestia la retirada de Gaza por parte de Israel como un gran avance que puede servir a la causa de la paz. Afirma sin embargo que los progresos sólo tendrán lugar si finalmente los países árabes renuncian a aniquilar a Israel. Frente a esta presentación de un mundo árabe-musulmán belicista, afirma que el problema de Israel es que asume a regañadientes el objetivo de una verdadera guerra: el aniquilamiento del adversario. En este contexto, no es posible la victoria frente a adversarios determinados. Sin decirlo explícitamente, el autor parece pedir a Tel Aviv mayores demostraciones de fuerza contra el mundo árabe.

Pero, ¿por qué pedir esto cuando hoy todo le sonríe a Israel? El plan de retirada de Gaza tenía como objetivo evacuar una región difícilmente controlable militarmente y abandonar puestos coloniales avanzados poco defendibles. Esto permitiría igualmente fortalecer la dominación israelí en Cisjordania y disminuir las presiones internacionales, lo que no ocultaron Ariel Sharon o sus consejeros. Esta cuestión de las presiones internacionales se impuso con rapidez ya que los Estados árabes o musulmanes más sometidos a Washington se apresuraron a iniciar conversaciones con Tel Aviv con vistas a establecer relaciones diplomáticas. Esta situación es definitivamente el colofón del plan saudí que reclamaba la creación de un Estado palestino a cambio del reconocimiento de Israel por parte de todos sus vecinos.

Pakistán también multiplica los gestos de buena voluntad en relación con Israel. El 17 de septiembre de 2005, el presidente paquistaní, el general Pervez Musharraf, aprovechó su viaje a la ONU, en Nueva York, para hablar ante el Congreso Judío Norteamericano. El padre de Daniel Pearl, periodista del Wall Street Journal asesinado en Pakistán en circunstancias no esclarecidas, expresa su satisfacción por este viraje diplomático, pero considera que habría que ir más lejos. Fiel a su línea nacionalista israelí, el autor considera que Musharraf no ha hecho lo suficiente, aunque se alegra de que el presidente paquistaní se haya reunido con los representantes del Congreso Judío Norteamericano, haya condenado el terrorismo palestino y, de hecho, haya reconocido a Israel. Por otra parte, Judea Pearl se alegra de que el general Musharraf haya vinculado antisemitismo y antisionismo, retomando así una línea clásica de la propaganda israelí. El autor reclama ahora que Islamabad reconozca el derecho histórico de los judíos al territorio de Israel, lo que veta a los palestinos el derecho de retorno. Queriendo parecer más conciliador, termina pidiendo que se abra en Pakistán un centro para el diálogo judeo-islámico.
Este texto ilustra el reposicionamiento de Tel Aviv en Asia. Cuando la India estaba gobernada por el BJP, Ariel Sharon inició un acercamiento a Nueva Delhi en nombre de la lucha contra el Islam, estrategia abandonada tras la victoria electoral del Partido del Congreso y al retomar la India una política exterior más conforme con su tradición «no alineada». Este viraje y la posibilidad de un ataque militar contra Irán han llevado a Tel Aviv desde entonces a volverse hacia el enemigo paquistaní. La retirada de Gaza ofrece la ocasión para justificar este acercamiento encubierto en el apoyo al proceso de paz.

La multiplicación de los contactos de Israel con otros países satisface al ex consejero de política exterior de Ehud Barak, Alon Liel, quien se enorgullece en Ha’aretz y Almustaqbal, del poderío israelí, que a pesar de las presiones internacionales, del «antisemitismo», del aislamiento regional y de las condenas internacionales ha actuado solo en la retirada de Gaza, obteniendo así los beneficios. El autor olvida con rapidez que ello ha sido posible gracias al total apoyo norteamericano y retoma la vieja temática sionista de la independencia absoluta de Israel para afirmar que su Estado continuará trabajando solo en la región.

Chaim Yavin, presentador de la televisión israelí y documentalista, no se muestra tan optimista en el Boston Globe, donde expresa su preocupación por la situación en Cisjordania. Basándose en el argumento demográfico, teme que Israel se convierta en un Estado binacional si no se retira de Cisjordania tras haberlo hecho de Gaza. Es de la opinión de que Israel debe seguir siendo un Estado judío y para ello debe permanecer en las fronteras reconocidas internacionalmente, sin otros territorios. Sin embargo, ¿acaso la evacuación solucionaría el problema desde este punto de vista? En Israel, el 20% de los israelíes son árabes y presentan un aumento demográfico más acelerado que el de los israelíes judíos, de modo que, a menos que se cree un Estado palestino y se expulse allí a las poblaciones israelíes árabes, Israel se enfrentará nuevamente, tarde o temprano, al «problema» de la binacionalidad. El texto de Chaim Yavin, si bien se muestra mucho más positivo para con los palestinos que muchos de los artículos de los partidarios de Ariel Sharon, no pone en evidencia el fallo ideológico del sionismo: ¿cómo puede existir un gobierno verdaderamente democrático si se apoya únicamente en una de las comunidades de un Estado?