La CIA resulta eficaz derrocando regímenes que desagradan a la Casa Blanca y dispone de cárceles secretas, pero ya no sabe cómo anticipar la evolución de los escenarios políticos. Desde antes de que Trump asuma el poder, quien será su encargado de seguridad nacional, el general Flynn, ya delinea una profunda reforma. De entrada, concentrará en su persona la información que generan las 16 agencias de inteligencia
El general Michael T Flynn se dispone a modificar radicalmente el mundo estadunidense de la inteligencia. Su objetivo sería poner fin a la obsesión de las cárceles secretas y los asesinatos selectivos. El general, nominado como próximo consejero presidencial para la Seguridad Nacional, está organizando una amplia reforma de los servicios de inteligencia de Estados Unidos.
Según nuestras informaciones, el general Flynn se dispone a cuestionar las grandes reformas introducidas en ese sector por las administraciones Bush y Obama, o sea:
La unificación de las 16 agencias de inteligencia de bajo la autoridad única de un director de la Inteligencia Nacional supuestamente encargado de garantizar que se comparta la información de inteligencia;
– La eliminación de la diferenciación entre los agentes de terreno y los analistas a favor de centros funcionales, como el que aparece en la serie de televisión 24.
Como ya habíamos subrayado entonces, y como también ha subrayado posteriormente el general Flynn:
– El director de la Inteligencia Nacional tenía ciertamente la capacidad para centralizar la información de inteligencia hasta entonces dispersa, pero no de intervenir en el funcionamiento de las diferentes agencias. Por ejemplo, no podía destituir a un responsable incapaz de cumplir con sus funciones.
Lo más importante es el hecho que los actuales centros funcionales se especializan en el tratamiento de la información inmediata. Son capaces de localizar a un individuo en cualquier lugar del mundo y de liquidarlo. Pero eso no es labor de inteligencia, sino sólo crimen. La Agencia Central de Inteligencia (CIA, por su sigla en inglés) resulta ciertamente eficaz derrocando regímenes que desagradan a la Casa Blanca y dispone de cárceles secretas, pero ya no sabe cómo anticipar la evolución de cada cual en materia de política, y menos aún en el plano militar.
En su época de director de la inteligencia militar estadunidense, Michael T Flynn quedo tan decepcionado con el funcionamiento de la nueva CIA que trató –sin resultado– de crear en el Departamento de Defensa un servicio que debía llenar esa laguna: el Defense Clandestine Service.
Al igual que Flynn, el coronel James H Baker, actualmente a la cabeza de la oficina estratégica del Pentágono, se opuso a los neoconservadores y ahora es probable que reciba una promoción.
La nominación del representante de Kansas y excapitán de caballería Mike Pompeo como próximo director de la CIA parece haber estado condicionada a su previa aceptación del abandono de las reformas realizadas por las administraciones Bush y Obama. A pesar de sus declaraciones extremistas –sobre las cárceles secretas y contra los chiítas–, Pompeo tendría por consiguiente que adoptar la actitud de un soldado obediente.
El actual director de la Inteligencia Nacional, James R Clapper, ya anunció el fin de sus funciones y su puesto está llamado a desaparecer con el fin de la administración Obama.
En el futuro, las 16 agencias de inteligencia estadunidenses ya no rendirían cuentas a un Director de la Inteligencia Nacional sino sólo al consejero de Seguridad Nacional, o sea directamente al general Flynn.
Flynn y el islam
En un tiempo, Flynn fue ensalzado como uno de los oficiales de inteligencia más brillantes de su generación, pero hoy se le tilda de islamófobo y torturador. Entre el apogeo de su gloria y esta oleada de críticas, el general Flynn se enfrentó al presidente Barack Obama y finalmente se unió al candidato Donald Trump.
Con una enorme dosis de mala fe, la prensa clintonmaníaca describe al general Michael Flynn, seleccionado por el presidente electo de Estados Unidos Donald Trump para el cargo de consejero de seguridad nacional, como un islamófobo y partidario de la tortura. ¿Cuál es la realidad?
Michael T Flynn es un católico de origen irlandés apegado a la estabilidad de su familia. Muy deportivo, practica tanto deportes de equipo como deportes individuales, pero prefiere los deportes de movimiento –como el waterpolo y el surf– a los de fuerza.
Considerado uno de los oficiales de inteligencia más brillantes de su generación –dirigió la DIA (Defense Intelligence Agency, o sea la agencia de inteligencia del Pentágono) desde julio de 2012 hasta agosto de 2014–, el general Flynn cuestionó les métodos de trabajo del servicio que dirigía. Para él, el uso sistemático de equipamiento sofisticado en la labor de espionaje no puede aportar la calidad que garantiza la labor de inteligencia humana y la tendencia a presentar informes en forma de ponencia bien ilustrada no permite reflejar correctamente las situaciones complejas. Estima que más vale un análisis escrito que la exhibición de lindas presentaciones y fotos. Y, para terminar, la calidad del trabajo de inteligencia depende de su confrontación con el de otros analistas. Contrariamente a la práctica habitual en las agencias estadunidenses es por tanto la cooperación, y el intercambio, con los otros servicios del país y con los de las naciones aliadas. Se trata, como podemos ver, de posiciones finalmente muy clásicas, pero que en total contradicción con los hábitos de su país.
En lo tocante al yihadismo, tema sobre el que se concentra desde hace unos 15 años, Flynn ha llegado a la conclusión de que, aunque utiliza la terminología religiosa y cita el Corán, el islamismo no tiene nada que ver con una religión y que es única y exclusivamente una ideología política.
Algo más perturbador, aunque no deja de ser cierto, es que afirma que el apoyo que los yihadistas encuentran en una parte de la población musulmana tiene sus raíces en el propio islam. Aunque no ha tomado posición sobre la religión musulmana, Flynn se las arregló para incluir al profesor Gabriel Sawma en el equipo de Trump. Este profesor de origen libanés es autor de un libro sobre los orígenes siriacos del Corán, trabajo que lo ha llevado a una interpretación muy tolerante del islam.
El enfrentamiento de Michael Flynn con Hillary Clinton y Barack Obama se produjo en agosto de 2012, al darse a conocer una nota secreta sobre los yihadistas en el Levante. En la parte desclasificada del documento, Flynn observaba que los yihadistas estaban en guerra contra la República Árabe Siria y que contaban con apoyo en las poblaciones tribales que viven entre Siria e Irak, circunstancia que podía llevarlos a crear un emirato en el noreste de Siria, lo cual correspondería a los intereses estratégicos de sus padrinos: Arabia Saudita, Qatar y Turquía.
Flynn explicó que había escrito esa nota –justo después de que Francia reactivara la guerra contra Siria– para tratar de oponerse al respaldo de la administración Obama a la creación del Emirato Islámico (Daesh).
En cuanto a la tortura, Flynn ha explicado repetidamente que sus declaraciones no deben interpretarse como un estímulo a la generalización. Si combate a los yihadistas porque torturan y matan, es importante que estos sepan que él no piensa abandonar a sus propios compañeros de armas que han recurrido a la tortura y que no vacilará en torturar y matar él también de ser necesario. Pero no es esa su intención y, de hecho, en Afganistán intervino contra esa práctica.
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